Capítulo №68

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"Otro engaño que asimilar, otra herida que sanar y no hay nada más que hacer que continuar"

Como en los cuentos más bellos, despierto con el sonido de las aves. La paz y tranquilidad en este hogar es única, realmente lo amo. La suave cama me abraza y parece no tener ganas de soltarme. El sol entra algo débil por la ventana, pero después de tres días de lluvia incesante, es lo mejor que el clima puede regalar. Aun me siento mal por los residuos de la gripe. Fue tan fuerte que en días no he podido moverme de la cama, y curiosamente a Arsen no le ha pasado absolutamente nada. Igualmente suspendió su viaje a Grecia ya que no quería dejarme sola en un momento como este. 

Al ver la hora decido hacer fuerza y levantarme. Debo hacer muchas cosas y aprovechar lo que resta de la mañana. Con mucha pesadez camino al baño y me ducho, estoy horrible y necesito un arreglo urgente. Al salir y vestirme, me seco el cabello y maquillo. Preparo té y desayuno con los muffins que trajo Mitch cuando vino a cuidar a Evan. Mientras, hago repaso de todo lo que necesito; debo ir de compras, no hay mucho en la casa, y además retiraré a Evan antes del kínder. Quiero llevarlo de paseo, se lo debo.

En estos días enferma mucho no pude adelantar respecto a mi proyecto. Pero Arsen me avisó que Crista vendría hoy en la noche a cenar y de visita, y de paso también para hablar del proyecto. Le debía a Crista una cena, se ha portado increíble y estoy muy agradecida por todo. Realmente dejé atrás todo lo que sucedió con los padres de Arsen, aunque Crista nunca fue tan mala, comprendo que lo que hizo fue por el bien de su hijo. No puedo decir lo mismo de Dorián, ese hombre ya me odiaba antes de conocerme.

No he vuelto a hablar de lo que sucedió la semana pasada, no estuve en condiciones. Arsen tenía miedo que mi estado físico y encima anímico de no querer hablar fuese un Shock, pero no, no fue tan grave como para un shock. He llegado a la conclusión que no sé si realmente me engripé por estar bajo la lluvia, o por si mi cuerpo necesitaba un descanso severo, una desconexión del mundo por completo.

Opto por la segunda.

Mi mente no deja de proyectar y crear nuevos planes. Quiero encaminar mi vida. Resolverla. Y este es el siguiente paso. Porque hoy me siento bien, llena de vida y dispuesta a todo. Pero que duele lo que me he enterado, sí, duele y por momentos pienso si me lo habré imaginado o es verdad. Me encuentro en síndrome “Peeta” no sabiendo definir lo real de lo no real. Y no deja de sorprenderme. Mitch y todos mis amigos, cuando se enteraron quedaron impresionados, y no es para menos, conozco el sentimiento.

Bebo de mi té y Evan de su biberón. Nos encontramos en una casa de té antigua, en donde hay sofás y comodidad para ver los juguetes que le he comprado. Hemos almorzado y llevamos toda la tarde en Londres, en los parques, casas de juego y jugueterías. Evan me habla en su idioma, señala cosas y balbucea. Se lo ve contento. Me siento un poco culpable por descuidarlo y además, meterlo en mis problemas personales, él debe estar apartado, merece lo mejor de mí a pesar de todo lo que suceda a mi alrededor.

Al marcharnos tomamos un taxi, estamos algo alejados de casa y me siento exhausta para caminar. Evan se ha quedado dormido en mis brazos y yo apoyo mi cabeza en el respaldo del asiento, viendo fijo por la ventanilla los árboles pasar a gran velocidad; el sol me da en el rostro y me obliga a entrecerrar los ojos.

Me siento extraña, dolorida y con una rara sensación. Si bien estoy tranquila, es como si algo aún latiese. Es como ese latido del sótano, el de El Corazón Delator. Viene una gran angustia al saber lo que Liam ha hecho. Y no es porque me las dé de santa, porque también hice muchas cosas malas, pero eso no le daba derecho a Liam de engañarme por tanto tiempo, ni de hacer algo tal vil y arruinar mi vida en varios aspectos.

Cuando llegamos a la casa, Evan quedó jugando en el living y dispuse a acomodar todo lo que habíamos comprado, y además organizar todo antes de la llegada de Crista. Bañé a Evan y lo arreglé, también esperé a que Arsen llegue para así poder ducharme y arreglarme tranquila.
Aun no hemos hablado de nada, de hecho vi las intenciones de comenzar una conversación ni bien pasó por la puerta. Pero lo persuadí e ingresé al baño, no quiero ponerme mal ni sentimental, y es a lo que las profundas conversiones con Arsen siempre llevan.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora