Capítulo №66

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“A fuerza de sangre, espada y sacrificios se forjan los verdaderos hombres. En la guerra y en el amor todo se vale...”

Al salir de ese café donde me reuní con Alice, y donde quedé estupefacto por los acontecimientos de los que me enteré, me dirijo hacia la casa de mi madre, Evan se ha dormido por lo que conduzco despacio. En este lapso de tiempo no dejo de repasar lo que me he enterado, cuestionándome cuánto es cierto y cuánto no, porque no deja de parecerme una pesadilla. Pero a pesar de asimilar eso, también rebota en mi mente el hecho de cómo voy a decírselo a Liz y cómo va a tomarlo ella.
Cuando llego a la casa, tomo a Evan dormido en brazos e ingreso, no tuve que esperar ya que mi madre al parecer estaba a la espera para accionar el portón. Y como bien supuse, está en el umbral de la puerta con una sonrisa por ver a Evan.
Pero esta se borra cuando me ve.

—¿Qué te sucede, Arsen? —pregunta preocupada y toca mi mentón inspeccionando mi rostro—. Estás pálido.

—Entremos y te cuento —susurro y tras asentir, me deja pasar.

Dejo con sumo cuidado a Evan en el gran sofá y tras rodearlo de almohadones: nos dirigimos a la sala de mi madre, está mucho más cerca que la cocina por si despierta. Mi madre me pide que tome asiento con ella en su sofá, y la observo prender su delgado y delicado cigarro.

—¿Qué sucede? —cuestiona con preocupación.

—Me enteré de algo terrible —confieso y froto mi rostro—, algo de Liam y no sé cómo voy a decírselo a Liz.

—¿Qué es lo que sabes?

Suspiro y le cuento exactamente todo, no me guardo detalles, como nunca he hecho con ella, siempre supo todo, siempre fue mi amiga y me apoyó. Mi madre ha quedado en peor estado que yo, se la ve en estado de shock. Sé que Liam le caía bien, que lo creía un gran hombre y estaba agradecida por haber criado a mi hijo cómo lo hizo.

—Sabía cómo las cosas funcionarían —murmura pensativa—, desde el momento que expuso todo, me llamó directamente a mí para que acudiera, tal vez no tendrían que haberte expulsado, pero eso agrandó todo y como padres responsables hicimos lo que creímos correcto, que fue separarte de ella —concluye con pena.

—Eso está en el pasado, mamá. 

—Arsen, debes hacer algo ya —avisa exasperada—. Esto es terrible —habla con asombro y decepción en su tono de voz—, cuanto más tiempo pase peor, si Liz se entera y no por ti, no te perdonará.

—No sé cómo, tengo miedo —confieso como un cobarde—. Me siento solo, que no puedo —susurro entrecortado.

Y ahora temo no tener la fuerza o destreza que un verdadero hombre tendría, no quiero ser menos ante Liam, quiero demostrarle a Liz que puedo, que soy un hombre y todo lo que ella necesita.

—¿Qué crees que habría hecho Liam en tu lugar? —pregunta y le da una gran calada al cigarro.

—Hubiese acabado conmigo en un segundo —contesto seguro.

—¿Entonces?

—Él me importa muy poco, es que no sé cómo ir y decirle esto a Liz, no sé cómo encararla —espeto frustrado conmigo mismo.

Me apoyo en el respaldo del sofá y observo las pinturas del techo. «Qué gran problema». Me asombro de todo lo que Londres guardaba. Cuando regresé a Grecia quise continuar con mi vida, olvidarme de Liz y dejar de lado la derrota de que no haya querido dejar a su esposo por mí, recordar eso no me hacía sentir tan culpable respecto a no haber dejado a Iona y ocultarle a Liz eso. Jamás me hubiese imaginado que estaba embarazada, que yo tenía un hijo en Inglaterra. Y lo que más pesa es en toda la mentira que Liz está metida.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora