"¿Por qué todo es tan difícil? Debería de más fácil, claro y obvio, ¿qué es lo que no estoy viendo? ¿En qué estoy fallando?"
Cuando entro a la casa siento como todo el peso cae en mis hombros, no tengo mucho para recoger y eso en parte es lo que me duele. Y no por los bienes materiales, sino porque no tengo raíces, tan sólo unas cuantas bolsas con ropa y algunas cosas personales.El teléfono no ha dejado de vibrar, son llamadas y mensajes de Liam, y es obvio el motivo. Qué miedo y vergüenza siento de haberle hecho eso a su madre, pero en ese entonces no me pude controlar. Me apresuro a guardar todo y así poder huir, no sé con qué cara veré a Liam después de esto. Arsen me aguarda en el auto, insistió en ayudarme, pero una vez que cargamos la sillita, carrito, corral y demás cosas grandes, le pedí que por favor esperara fuera de la casa. Quería organizar cada una de mis cosas tranquila y que si por alguna de esas casualidades -aunque es muy probable-, llega Liam, no se arme otro alboroto.
De mi cuarto he juntado todo, repito: no tengo mucho. Pero el de Evan si hay demasiadas cosas. Tomo asiento en la alfombra, en medio de la habitación y observo todo a mi alrededor. Comienzo a llorar, estoy desbordada de tantas situaciones, y lo peor es que al ver cada detalle de este precioso lugar que construimos con Liam, siento como algo adentro me raspa. Siento que estoy dañando a un hombre que ha hecho todo por mí, que ha criado a mi hijo y sobre todo, que me ha amado y aceptado tal cual era. Pero no puedo seguir así, debo estar tranquila y lejos de todo aquello que me asfixie. Organizo en distintas bolsas, osos de felpa, juguetes y ropa, necesitaré ayuda de Arsen porque son muy pesadas para cargarlas sola. De la casa no tocaré nada, nada me pertenece.
-¿Tan rápido te irás? -pregunta Liam desde atrás, me giro un poco sorprendida y asiento. Está apoyado en el marco de la puerta, de brazos cruzados y con una muy mala cara-. ¿Y lo que hablamos? El esperar, ¿el pensar con tranquilidad?
Mi vista cae al suelo avergonzada y sintiéndome forzada. Pero sé que tiene razón. En la tarde del té habíamos llegado al acuerdo de contemplar todo, y lo que Liam me ha dicho suena convincente. Es por eso que evito a Arsen, para que no me confunda.
-Debes estar al tanto de lo que sucedió con tu madre -comento cortando con el tema, me giro y continúo acomodando las bolsas. Cada tanto me giro para verlo y sigue en la misma posición, me observa sigiloso.
-Ambas me decepcionan -afirma y chasquea la lengua con molestia-. Pero no me meteré en eso, soy un hombre y no dejo que mi madre me influencie u ordene lo que debo hacer -espeta con hastío y es obvio que lo último fue una indirecta por Arsen y el problema que siempre tuvimos con sus padres.
-No puedo quedarme aquí, sabes cómo soy -concluyo y asiente convencido.
-Tu felicidad antes que la mía, bebé -confiesa y se acerca hasta estar frente a mí-. Sabes que doy hasta la vida por ti, respeto tus decisiones y sé que harás lo correcto. -Sus manos van a mi rostro, acunándolo y mirando fijo a mis ojos.
Es por estas cosas que contemplo todo, Liam representa a la perfección y mi raciocinio me dice que él es lo que necesito.
-Te amo -susurra y seguido me besa, sólo apoya sus labios sobre los míos, no los mueve ni hace nada, yo tampoco. No le correspondo.
Cuando se aparta besa mi frente y al mirar hacia la puerta veo a Arsen parado en el umbral. Tiene la mandíbula apretada y los brazos rígidos a ambos lados. Liam también lo ve pero no hace o dice nada. Ninguno de los tres lo hace.
-Debo irme -anuncio y Liam asiente con la vista en el suelo.
Arsen ingresa como un torbellino, toma dos de las bolsas y seguido sale de la habitación golpeándolas contra todos lados. Tomo la última bolsa que justo es la más pesada y también lo sigo. Pero Liam no me deja dar un paso, la toma y baja con ella. Para cuando estamos en la planta baja Arsen vuelve y se la toma de las manos de mala manera. Cierro mis ojos y agradezco la paciencia de Liam.
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Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...