Capítulo №18

71 12 0
                                    

“Pruebas difíciles, mas no imposibles de pasar”.

Abro mis ojos, a mi alrededor está todo oscuro. Me incorporo un poco y al sentir el suave colchón y mantas, recuerdo que no estoy en casa. No quisiese nunca levantarme de esta cama, ni dejar de sentir el aroma de Arsen en ella. 

Cuando mi vista se acostumbra veo la fina línea de luz que sale de la puerta del baño. Tomo asiento en la cama y siento mi cuerpo relajado, ese malestar que tenía se fue, es como si hubiesen quitado eso que se retorcía en mi interior, hasta mi cabeza está desinflada. 

La puerta se abre y como si fuese un comercial de Invictus, sale el Dios griego con tan solo unos bóxer que quitan la respiración. Se seca el cabello con la toalla y se ve tan condenadamente sexi, si yo llegase a hacer eso... parecería una bruja con mi cabello todo revuelto. 

-Despertaste -habla sorprendido cuando se gira y me ve. 

-¿Dormí mucho? -pregunto y me acomodo el cabello que de seguro debe ser un nido de gallinas. 

-Unas... tres horas -contesta

Me sobresalto, busco mi cartera y teléfono para ver la hora. Pero al levantarme y no encontrarlo me pongo nerviosa otra vez.

«¡Carajo! Siempre me sucede lo mismo, está oscuro, debe ser muy tarde, ¡Samuel! Debe estar rastreándome por todos los rincones de Bedfordshire». 

-Tranquila, Liz -Arsen me frena y pone sus manos en mis hombros-. Tu teléfono está ahí -Señala la mesa de noche, de un tirón enciendo la luz de la habitación y lo tomo en mis manos. 

Las muchas llamadas y mensajes, tanto de Samuel, Mitchell, Andrew y Pat, hacen temblar mis manos. Miro a Arsen de manera acusadora, logra do que se vea cohibido.

-¿Por qué no me despertaste? -cuestiono molesta. 

-Ya hablé con tu amiga, ella arregló todo. Tranquila -aclara deprisa con sus manos en el aire. 

Cuando termino de entender lo que me ha explicado, me calmo. Él toma asiento en la cama y me observa caminar en círculos sin decir nada. Sólo espero a calmarme un poco más, aunque últimamente no me da mucho resultado el moverme de un lado a otro. Mi mente aún dormida intenta procesar y comprender todo. ¿Acaso dijo que habló con Pat? 

-¿Has hablado con Pat? -Asiente sonriendo. 

-Sí, me ha dicho que soy un «moreno que mola», al parecer le has hablado bien de mí -Se encoge de hombros y sonríe de esa forma egocéntrica tan suya, ya me imagino a Pat diciéndoselo, qué vergüenza-. Está todo bien, tu esposo... -Pareciese que le raspa la garganta al nombrarlo-, piensa que estás con ella. Que la cuidas.

«Esa excusa ya está quemada», pienso. 

-No sé hasta cuando funcionará eso -Dejo escapar tomando asiento a su lado en la cama y frota mi espalda de una manera muy relajante. 

-¿Estás descompuesta otra vez? -Se acerca y deja un beso en mi hombro. 

-No lo sé, es que ayer no cené, suele pasarme cuando no como. 

-Ve a darte una ducha -pide cuando se pone de pie y camina hasta el baño. 

Entro detrás de él y el olor cítrico me trae los mejores recuerdos de aquella noche, de nuestra primer noche. Lo observo buscar algo en el mueble, deja cosas de aseo personal para mí y, antes de irse deja un corto beso en mis labios. 

-Tómate tu tiempo -habla a mis espaldas-. Esta vez si te traeré ropa cuando salgas -bromea mientras sale y suelta una carcajada. 

Río de su comentario y comienzo a desvestirme. Mientras lo hago me observo en el gran espejo que da de pared a pared. En casa no tengo uno tan grande. Todo aquí es hermoso, deslumbrante y también me hace sentir fuera de lugar. 

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora