Capítulo №25

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"Comienzo a bajar los brazos, remo contra la corriente y los obstáculos toman forma".

Luego de armar mis maletas, llenar bolsas de residuos con mis "mierdas" y recorrer cada rincón del que fue mi hogar: nos dirigimos a la casa de Pat.
Al alejarme puedo sentir el dolor que me causa esta situación, es una sensación parecida a la que tuve cuando dejamos nuestro hogar de Oxford, luego de la muerte de mis padres. Sensación de abandono, así se siente. Pero en este caso, soy la única responsable.

En el camino mantengo una superficial conversación telefónica con Mitchell, quien está más desesperado que yo por todo esto. Obviamente no le dije lo sucedido con Samuel (la parte violenta), no quiero a mi hermano preso por asesinato.

Aun no logro asimilar lo que Samuel me ha hecho, quiero pensar que si no le hubiese dicho que estaba embarazada no me hubiese golpeado más, quiero creer eso, que la persona que durmió a mi lado por casi seis años, no es un golpeador.

Cuando llegamos a la casa de Pat, me tomo el momento de descansar y pensar las cosas. Debería estar en reposo, reponiéndome de una descompensación y no golpeada y al límite de que cualquier desgracia pueda suceder. Una desgracia como perder a mi bebé en el proceso.

Tras mirarme al espejo y llenarme de valor, decido que es momento de salir, me di una ducha y arreglé para presentarme en casa de Arsen, por suerte la inflamación bajó y logramos tapar las marcas con maquillaje, aunque el corte interno duele demasiado.

Sé que me estoy metiendo en la boca del lobo, sus padres me detestan y debo ser el diablo para ellos, pero debo responder por esto, antes que de Arsen, es mi culpa. Sin mencionar que soy un adulto y no puedo actuar como una adolescente.

-Tranquila. ¿Quieres que vaya contigo? -Pat está tan o más afligida que yo. Niego, respiro hondo y me preparo para bajar del auto.

Ya estamos en la casa, y hoy más que nunca temo entrar.

-Espérame aquí, no te vayas por nada del mundo -pido.

Toma mi mano y la acaricia, sus ojos están brillosos y creo que se contiene las ganas de llorar, al igual que yo.

-Creo que estás equivocándote -afirma.

-Es lo correcto, sabes que soy una chica fuerte, puedo con todo -Señalo los músculos de mis brazos haciéndola reír y por fin caen las lágrimas. De ambas.

-En serio temo por ti -susurra.

Dejo un beso en su mejilla y me apresuro a bajar. Lo último que necesito en este momento es flaquear, debo ser fuerte y sentirme segura de mí misma y esto sólo me hará echarme hacia atrás.

-No temas.

El hermoso día que aparentaba ser, comenzó a nublarse, es como un presagio o tal vez Apolo no esté de acuerdo con lo que haré. Frente a mí, la ya gigantesca casa se me hace aun más grande e imponente. Las altas rejas me aterrorizan y quiero huir, ese temblor en las rodillas y las cosquillas en la parte baja del estómago, no hacen más que acrecentar mi nerviosismo.

-¿En qué momento pasó todo esto?-pregunto en un susurro para mí misma.

Tras presionar el botón del comunicador espero inquieta, sé que están observándome. Segundos después, la puerta se abre y entro lentamente. Al final del camino veo a Dorián, muy seguro de sí mismo, de brazos cruzados y con una expresión mucho más fría que en la mañana.

-Me alegro que haya tomado esa decisión -expresa mientras se hace a un lado y me deja entrar.

-¿Qué le hace pensar eso? -cuestiono.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora