Capítulo №34

55 10 0
                                    

"Las cosas están ahí, delante de nuestros ojos, solo debemos ver y tomar lo que queremos, siempre y cuando... sea lo correcto"

Pronto llegamos al restaurante, demasiado elegante, no es de esos modestos a los que solemos ir. Pasamos la puerta y luego de tomar la reserva nos acompañan a la mesa. Todo es muy lujoso y romántico, comienzo a preocuparte de cuánto le habrá contado Pat a Liam.

Por más que es costumbre salir juntos, esta noche me siento un poco nerviosa, Liam por el contrario se lo ve totalmente relajado, tiene una gran sonrisa instalada en su rostro y no parece querer quitarla.
Llega el mozo, pide vino y ordenamos la cena. Pero los minutos pasan, sigue en silencio, sonriendo y observándome.

-Liam -llamo su atención luego de unos momentos de silencio, apoya sus brazos sobre los costados de la mesa casi llegando a mi lugar y espera que hable, sus ojos de ese azul tan oscuro como el océano me analizan.

-Dime -contesta.

-¿Qué tanto hablaste con Pat? -inquiero, frunce su ceño y tuerce el gesto.

-No mucho, ¿pasó algo? -suena preocupado-. Solo me dijo que debía reservar aquí y vestirme elegante, no como vagabundo -reímos-, que conste que se me contagió de ti -asiento más tranquila, no sabe nada, tengo margen de retractarme, en tal caso que quiera hacerlo.

-Está bien, solo preguntaba -tomo la copa de vino y bebo, miro hacia la pista donde algunas parejas bailan, todo para no hacer más incómodo el momento.

-¿Quieres bailar? -propone, lo miro y asiento, no puedo decirle que no.

Nos ponemos de pie y de la mano avanzamos al lugar, no entiendo porqué tanto nerviosismo, maldita sea.

«Es Liam, hacemos esto siempre».

Me sujeta de la cintura de un movimiento rápido pero no brusco, entrelazamos nuestras manos y apoyo mi mano libre en su hombro. Por más que tenga estos altos tacones, Liam es muy alto, tengo que levantar mi rostro para poder mirarlo, y ver que él ya estaba viéndome. Su expresión es seria, pero no enfadada, es como si también se hubiese puesto nervioso. Nunca tenemos de estos momentos tensos, es tan extraño. Ante la presión de su mirada me inclino descansando mi cabeza justo en su pecho.

-La banda se oye fantástica -comento-, amo esa canción, I'm Kissing you...

-De Romeo y Julieta -termina la frase, asiento aún sobre su pecho, siento su aroma y me aferro a él, intento que al cerrar los ojos, las gemas color jade no me acusen, quiero olvidarlo.

Quiero dejarlo ir...

Cuando la maravillosa pieza termina regresamos a la mesa, la cena ya estaba por llegar e increíblemente me siento más animada, hasta decidí hacer algo, y es tomar su mano sobre la mesa. Sus ojos se posan en el contacto y luego en los míos, en lo que creo, buscando una respuesta.

-¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? -pregunta en un tono dulce, toma la copa y bebe, sé a lo que se refiere, pero me niego a decirle que esto es obra de una epifanía o más bien un descarte de esperanzas con Arsen.

-No quiero que te sientas usado -explico y trato de esquivar el motivo, se apresura a negar.

-Para nada, es el tiempo que necesitabas después de todo y hace unos meses te lo dije, esperaré.

Asiento recordando las veces que dijo sus intenciones conmigo, lo que sentía y también que iba a esperar. No niego que en más de una oportunidad he tenido ganas de besarlo, estar con él o simplemente sentirme libre de tomar una decisión, como por ejemplo: comenzar una relación. Pero no fue hasta ayer que terminé de razonar, de entender que mis deseos se convierten en fantasías, y las fantasías mueren poco a poco dando vida a otras.

La cena estuvo maravillosa, no comí mucho, la verdad es que los nervios me matan. Ahora nos dirigimos hacia una bar antiguo, beberemos algo y luego a casa, si bien Evan está bien cuidado, en la noche despierta y quiero que Mitch descanse.
Tomo asiento y espero a que Liam vaya por las pintas de cervezas, la decoración del lugar es tan rústica como elegante, no dejo de maravillarme con los lugares que ha escogido. Al regresar toma asiento a mi lado, muy cerca para la falta de costumbre, pero me agrada.

-Tu favorita -susurra en mi oído haciendo que los vellos de mi nuca se ericen. Asiento y bebo de la fría cerveza, la necesito-. Ahora sí -declara-, quiero que me cuentes qué sucede -pide acomodando mi cabello detrás de mi hombro. Él se acomoda sobre el respaldo del sofá más relajado, y yo estoy tiesa y recta estremeciéndome con sus delicadas caricias.

Me giro quedando de frente a él, tomo aire y decido hablar.

-He decido continuar con mi vida, pero no quiero que te sientas obligado a nada conmigo, tampoco que esto sea tan repentino, no lo sé, ha pasado tiempo pero le temo... a esto -confieso avergonzada. Niega y acaricia mi mejilla.

-Como tú lo quieras, sabes que somos adultos responsables y sobre todo no tenemos secretos, ¿verdad? -Asiento.

-No tenemos secretos -afirmo-, a menos que tengas pensado regresar con la leona -Suelta una carcajada y me abraza.

"La leona" es su ex, con Pat la apodamos así por su cabello color dorado y rizado en gran escala, es un poco plástica, y por más que es hermosa me llega a sorprender que una persona como Liam pudo pasar tantos años con una tipa así, aunque su relación terminó hace bastante, siguen hablando ya que trabajan juntos.

-Sabes que eso es historia -responde gracioso aún con el abrazo-, además no vuelvo a meterme con personas de esa área.

-Sigo siendo profesora -Le recuerdo.

-Por eso hice que te despidieran de la universidad, para poder caerte encima.

-Maldito, te odié bastante tiempo por eso -reprocho, comienzo a reír y él me acompaña, hasta que se hace el silencio.

Y sabía, sabía que pasaría. Toma mi rostro entre sus manos y me besa, se me hace imposible cerrar los ojos, pero cuando sus suaves labios tocan los míos logro hacerlo, le correspondo, es mejor de lo que esperaba.

«Se siente bien besar después de tanto tiempo.»
Lo que me gusta es que no hay desesperación, es hermoso, tranquilo, y esta vez no siento culpa, no engaño a nadie y eso hace que me aferre a Liam.
Se aparta como si supiese mis pensamientos, no los habré dicho en voz alta ¿verdad?

-¿Qué sucede? -pregunto.

-¿Qué te hizo cambiar de opinión tan rápido? -insiste en esa pregunta, nunca deja pasar las cosas por alto. Espera paciente por mi respuesta-, hay algo que no me estás contando -determina seguro.

Pienso en lo de ayer, en lo mal que me sentía, pero hay algo en mí que lo bloquea y sólo permite ver al maravilloso hombre que tengo frente a mí, ojalá me hubiese dado cuenta de todo esto antes. Es tan especial que merece saber la verdad, además de que ya la percibe, siempre se da cuenta de todo.

-Ayer supe que Arsen estuvo aquí, en Londres -Bajo mi mirada apenada por hablar de esto.

-¿Y? -cuestiona con una pizca de enfado en su voz.

-Y no me ha buscado, supongo que debo seguir con mi vida.

-Bueno -suspira-, ya lo sabía, Pat me lo contó, sólo esperaba que tú lo hicieras... quería saber si confiabas en mí para hacerlo.

-Maldita seas, Pat. Te odio -murmuro molesta.

-No te enojes con ella, sólo quiere lo mejor para ti -Pellizca mi mejilla haciéndome sonreír.

-No quiero que te sientas de descarte y sabes que confío plenamente en ti -Me apresuro a aclarar, niega y sonríe.

-Lo soy, soy de descarte -afirma dejándome muda-, pero no me molesta. Lograré ser el primero en tu vida.

-¿De dónde sale tanta seguridad? -bromeo.

-Me amarás. Más que a ese... idiota -suelta con humor, pero sé que en el fondo le molesta hablar de Arsen, me ha tenido que escuchar hablar repetidas veces sobre eso-, te darás cuenta lo mucho que te quiero y caerás rendida a mis encantos -Reímos de sus ocurrencias egocéntricas y antes de que me diese cuenta: estoy besándolo otra vez.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora