"Por mucho que queramos callarlo y ocultarlo, siempre grita y sale a la luz, toma vida y se convierte en secreto a voces..."
Me llevo las manos al rostro exasperada, la situación me supera. Liam soba mis hombros en un intento de calmarme, pero no hay nada que quite el malestar. A tres días antes del cumpleaños de Evan, se me han caído las cajas de vino, de la desesperación me largué a llorar, no es solo por el dinero que cuestan, sino por toda la presión que tengo encima, los preparativos me han agotado. Tomo asiento en la sala, Liam se encargaría de limpiar el desastre y mientras tanto observo a Evan mirar la televisión, está muy concentrado y no presta atención a lo que pasa a su alrededor.
Me sorprende lo rápido que se ha adaptado a la casa de Liam, no ha llorado y aunque sí noto que extraña el contacto directo con Mitch, por otro lado a esa casa no. Es que tampoco puedo comparar la vieja casa de Mitch con esta completamente nueva. Si bien Liam tiene un muy buen empleo, el que su familia sea de alto poder adquisitivo también ayuda a que pueda estar en una mejor situación.
Como esta casa tiene una sala gigante, lo festejaremos aquí, no hay demasiados invitados, y nos pareció genial a modo de celebrar la mudanza, que por cierto, no hace más de una semana que lo fue. Desde que decidimos vivir juntos -aquella noche-, tardé como un mes en terminar de tomar el envión, y el cumpleaños de Evan vino genial. A Mitch lo entristeció, mas no le desagradó, después de todo ahora tiene más espacio y su novia, Becca, podrá ir a vivir con él. Por un lado lo extraño demasiado, pero por el otro me alegra estar nuevamente lejos de él, siento que le doy la libertad que desde hace doce años le estuve quitando. Por otra parte, la convivencia con Liam hasta ahora es perfecta, aunque es nuevo nos llevamos de maravilla y formamos una gran familia. Liam aparece en escena lleno de vino, se nota desde aquí que la limpieza pudo con él, su rostro de desconcierto me hace reír al respecto.
-Ve a ducharte -propongo-, cuando termines debo ir a comprar esas cajas de vino -aviso a desgano.
-Me ducho y te acompaño -afirma, pero niego.
-Hace frío para que Evan salga -explico.
-Voy solo entonces.
-Quiero ir, debo comprar unas cosas que hacen falta -explico de manera paciente, asiente y frunce sus labios de manera molesta, ya que no doy el brazo a torcer.
-Vamos ambos y llevamos a Evan. Punto. No le pasará nada por salir, tenemos el auto -No espera mi opinión y se aleja por el pasillo hacia el baño.
Río para mis adentros, puede ser bastante gruñón cuando quiere. Me pongo de pie, tras echarle una mirada a Evan y ver que sigue en la misma posición, me dirijo una vez más al escena del crimen. Me sorprendo, encuentro el piso bien limpio, las cajas y vidrios en una gran bolsa, todo perfectamente acomodado, como si nada hubiese pasado (a excepción del olor a vino). Me relajo, menos cosas para hacer...
En el camino al mercado repaso una vez más todo lo que debo comprar y buscar, digamos que estoy algo corta de tiempo, por suerte me tomé la semana libre en el trabajo, y en las horas que Evan está en la guardería aprovecho a preparar cada una de las cosas para su fiesta, mis amigos me han ayudado bastante, Mitch y Liam también, pero siempre el peso recae sobre mí.
Por fin damos con el gran mercado, es uno que se especializa en bebidas y cosas caras, muy caras, a Liam le gusta venir aquí, yo suelo ir a los mercadillos de vecindario, pero no hay quien le quite las mañas, dice que el vino de aquí es el mejor, también el más caro (esas doce botellas que rompí se igualan a una semana de salario). Pero prefiero no pensar en eso.
Al bajar del auto nos apresuramos a entrar para que Evan no tome frío, pasamos la puerta principal, busco un carrito y como si fuese un imán, Evan comenzó a señalar los juegos al fondo del mismo pasillo. Era obvio, siempre que venimos hace lo mismo.
-Voy a llevarlo un rato y vuelvo -avisa Liam, deja un corto y tierno beso y se aleja.
Liam se está convirtiendo en un gran proyecto de padre, es muy dedicado a Evan y se nota cuanto lo quiere. Hasta me ha propuesto reconocerlo en el futuro, no me ha parecido mala idea. Sé también que quiere tener hijos, y aunque no es lo que deseo de inmediato, no estoy negada, no es algo como cuando estaba con Samuel, con él si no quería tener hijos. Samuel, de él no sé mucho, solo que está en pareja y ya no vive más en la casa de Bedfordshire. Se mudó al otro lado de la ciudad, y no supe nada más, solo deseo que sea feliz.
Luego de recorrer todas las estanterías habidas y por haber, y comprar todo lo necesario con total tranquilidad, freno a un costado buscando mi teléfono, ya que es hora de irnos, Liam y Evan aún no aparecen. Los tonos pasan y pasan, pero nada...
-Lizbeth. -Una voz familiar habla a mis espaldas.Me giro lentamente temiendo de quien pueda ser aquella persona que me ha nombrado... y mis sospechas se hacen verdad cuando me encuentro con esas gemas color jade. Sus ojos me inspeccionan curiosos y por mi parte el aire se ha retirado de mis pulmones, al igual que la sangre de mi rostro, a pesar de sentirlo prendido fuego.
-Crista -pronuncio su nombre y mis ojos caen al suelo.
-No pensé que la encontraría por aquí -confiesa, "en un mercado de ricos" falta que diga. Una pequeña sonrisa se posa en su rostro, mis ojos se mueven de ella y buscan a esos dos por todo el lugar, debo huir de aquí.
-Es verdad, ya me iba -explico, sujeto el carro y el carraspeo de su garganta me entretiene.
-¿Cómo ha estado?
«¿En serio me pregunta como estoy? ¿Le importa?».
-Bien -contesto-, como puedo. Debo irme -termino.
-Me alegro -responde, veo la oportunidad de irme y la tomo.
Ahora si sujeto el carro decidida, quiero alejarme de Crista y todo lo que tenga que ver con Arsen. Pero al dar el primer paso, Liam aparece frente a mí con la sonrisa más amplia del día y Evan al verme se tira a mis brazos, lo tomo con una sonrisa, pero esta se evapora al ver a Crista junto a mí, mirándonos con su ceño fruncido y analizando la escena. Olvidé que seguía unos pasos detrás de mí. Se acerca de manera disimulada y sus ojos están clavados en Evan, Liam se percata y la observa curioso.
-Esos ojos -declara y se lleva una mano a la boca.
Me observa con sus ojos bien abiertos y enfadados. No puedo creerlo, se ha dado cuenta, y no es para menos, los ojos de Evan son completamente iguales a los de Arsen, y los de Arsen, a los de Crista.
-Es igual a Arsen... -susurra para ella misma mientras lo observa.
Yo sabía que Evan no debía salir de casa, jamás debemos traicionar a nuestro instinto. Ahora ya no estoy a salvo, ni yo ni mi hijo.
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Él, prohibido
Romansa"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...