Capítulo №57

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"Como la ruleta rusa, nunca sabes por dónde el tiro saldrá, espero por lo menos despertar de esta muerte cerebral”.

Salgo de la librería y camino a prisa por la molesta lluvia. Me dirijo a la casa de té de la esquina, donde Liam me espera. Anoche lo llamé para que nos encontremos y podamos hablar. No se negó y lo aceptó mejor de lo que esperaba. Me llego a cuestionar lo que él espera que salga de esta conversación, porque ni yo lo sé, no es como cuando me quería separar de Samuel, es distinto, como si quisiese hacerlo pero sienta que no es lo correcto. Porque en realidad no es que quiera separarme de él, sino que quiero estar con Arsen, o por lo menos, estar libre para pensar en eso, porque no saltaré de un brazo a otro, eso ya lo he dicho, no es que vaya a comenzar una relación de la noche a la mañana.

Al entrar busco con la mirada y lo encuentro al fondo, haciendo unas señas con la mano. Mientras me acerco sonríe levemente y siento algo romperse dentro de mí.

—Hola —saludo cuando llego y se pone de pie para abrazarme.

Corrijo: me siento pésima.

—Hola, Liz —corresponde al saludo y se aparta—. Toma asiento. —Señala la silla y espera a que tome asiento para luego hacerlo él.

Me apoyo en la mesa sobre mis antebrazos y suspiro viendo a mis manos. Debo pensar antes de hablar, tratar de ver cómo se lo tomará el otro, quiero ser clara y que me entienda.

—¿Cómo has estado? —pregunto cuando levanto mi cabeza y lo encuentro mirándome, frunce sus labios y se encoge de hombros, también juega con un papelito entre sus dedos.

—Estoy mal —responde al fin—. Quiero volver a casa, pero no quiero presionarte a nada —explica y quedo estupefacta.

Liam evidentemente no espera o imagina que me iré de la casa. De un rápido movimiento me quito la chaqueta intentando que el repentino calor se me pase. Suspiro y le pido a Dios que me ayude, necesito ayuda mental para hacer bien las cosas.

—Yo te cité porque quería comentarte algo —cuento pasible y él asiente con un dejo de preocupación en el rostro.

—Me lo imagino —responde y hace un gesto con la mano para que prosiga.

—He considerando irme de la casa —confieso y presto atención a su reacción.

Su rostro se muestra sorprendido y veo cómo sus ojos se ponen brillosos. Desvía su vista hacia otra parte y sus puños comienzan a cerrarse sobre la mesa.

—¿Y por qué te irás de la casa? —Inquiere confundido

—Porque no me siento cómoda estando ahí y tú en lo de tu madre...

—No me molesta —interrumpe—, te estoy dando tiempo a solas, y cuando sientas que estés mejor volveré a casa contigo.

Trago un nudo.

—Pero a mí sí me molesta vivir ahí en este tiempo, es lo que quiero, voy a mudarme a la casa nueva, es mía y no me sentiré mal —explico nerviosa.

Me mira fijo y se siente como tener al mismísimo frío océano observando. Lleva su mano al mentón y se apoya en ella, por un momento creo que va a sonreír pero hace una mueca extraña y niega ligeramente, como si acabase de entender algo.

—Te irás para darle rienda suelta a Arsen sin estar bajo mi techo —determina y me examina con la mirada.

Creo que la respiración se me ha cortado, paso saliva y le mantengo la mirada solamente intentando que no note cómo me siento.

—Este tiempo no era más que una inconsciente excusa para quitarme del medio. —asegura y su vista ahora se posa en la ventana que da a la calle, se ve pensativo y dolido—. No ha pasado mucho como para tomar esa decisión —asevera y su vista vuelve una vez más sobre mí.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora