Capítulo №21

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“Cambio de planes, seguimos apresurando las cosas pero sé que en algún momento​ seremos felices,
que tendremos la recompensa”.

Abro mis ojos con pesadez, hay mucha luz y me lastima la vista. Parpadeo varias veces y comienzo a moverme. No es mi cama, no es mi casa, hay un olor extraño y todo es sumamente blanco.

-Despertó -Esa voz, es Mitchell. 

Miro a mi alrededor y estoy en un ¿hospital? A un lado de Mitch se encuentra ¿Liam? «¿Estoy alucinando?» «¿Cómo llegué aquí?».

-¿Qué sucede? -pregunto confundida mientras intento tomar asiento en la camilla, pero mi hermano me lo impide. 

Mitch toma mi mano y se sienta a un lado, va a hablar pero la puerta se abre dejando ver a Samuel con un rostro de preocupación. 

-¿Qué te sucedió, Liz? -pregunta preocupado mientras se acerca. 

Deja un beso en mi frente y con los brazos en jarra espera mi respuesta. Observo a todos los presentes con confusión, no entiendo nada. 

-Lo mismo quiero saber... -confirmo-. ¿Por qué estoy aquí?

-Te desmayaste en la Universidad -interviene Liam-, en la ambulancia tomé tu teléfono y llamé al único contacto que conozco. 

Ahora recuerdo, mi caída en plena huida de la oficina del director. Qué humillante, espero no diga nada delante a Samuel. 

-¿Por qué te desmayaste? -inquiere Sam-. ¡Eso es por no alimentarte! Siempre te lo digo -Se queja. 

-Acaba de despertarse, ¿puedes bajar la voz? -reprende Mitch, a lo que el primero resopla en desacuerdo. 

-No sé por qué me desmayé, pero ya me siento bien, ¿cuánto tiempo dormí? 

-Una hora. 

Entra una enfermera sonriente, trae un té y galletas, no tengo hambre pero tampoco quiero volver a desmayarme. Me acomodo y comienzo a beber con los tres pares de ojos observándome, algo que me incomoda bastante. 

-¿Y tú quién eres? -inquiere Sam de mala manera señalando a Liam. 

«Mejor sería preguntar: ¿Qué demonios hace aquí?». 

-Es un amigo que trabaja en la universidad, ayudó a Liz -explica Mitch, y lo agradezco, no tengo ganas de hablar. 

Sigo tomando mi té y el teléfono en la mesa auxiliar a mi lado comienza a vibrar, cuando lo tomo en mano veo las muchas llamadas y mensajes de Arsen. Paso saliva y pienso en que es momento de decir todo, debo de hablar con Samuel. 

«Te llamo en la noche.
Te amo»

Parece conformarlo y decido observar a los presentes, Samuel es mi esposo, entiendo que esté aquí, Mitchell mi hermano también lo entiendo, pero Liam no sé qué pinta aquí. Ya podría haberse ido. 

Otra enfermera entra, pide retirarse a todos los presentes, por lo que me preocupa. 

-Gracias por tu ayuda, Liam. 

Mi hermano se despide -casi empuja- a Liam a la salida, yo sólo lo despido con la mano y una vez que desaparece, Mitch mira fijo a Samuel, quien está parado junto a mí. 

-Sam, quiero hablar un momento a solas con mi hermana -pide barra exige. 

-¿Me lo estás diciendo en serio? Acabo de llegar... -protesta-, soy su esposo. Tú deberías salir. 

-Sólo quiero hablar con ella, acaba de despertar, es un momento. 

Samuel resoplando deja un beso en mi frente y sale. Mitch comienza a caminar de un lado a otro, tira de sus largos cabellos y suspira. Está nervioso. 

-¿Qué sucede? -pregunto, la enfermera está situada en un rincón y nos observa curiosa. 

-Cuando te trajeron, te sacaron una muestra de sangre que Liam autorizó, querían saber el porqué de tu desmayo -Se frena y toma asiento en la camilla-. Encontraron que tienes anemia, estás deshidratada y mal alimentada.

-Lo sé, es que no me he sentido bien... 

-No es todo -interrumpe.

-¿Qué tengo? -titubeo, por primera vez me asusto de lo que pueda decirme. 

-Estás embarazada -afirma con brillo en sus ojos. 

Me tapo la boca con la mano. Y aquí mi mente queda en blanco. 

«¿Cómo sucedió esto? Bueno, en realidad ¿cómo no me di cuenta?». 

«No puede ser». 

Lo primero que hago es llorar, son tantas emociones juntas que no sé bien porqué lo hago, si es bueno o malo. 

-¿De cuánto estoy? -Es lo más importante ahora. 

La enfermera revisa en su planilla y busca el papel. Ruego que Arsen sea el padre, si bien con Samuel siempre me he cuidado, con Arsen no lo he hecho, sólo he tomado la píldora. Y no todas las veces. Además que tuve mi periodo el mes pasado. 

Me entrega el papel en manos, se ven muchos nombres extraños, también números, el «Positivo» y debajo «diez semanas+3». Cierro mis ojos y cuento, al abrirlos miro el calendario en mi teléfono, según esto quedé un sábado o domingo tal vez, y por la fecha, fue en la madrugada del viernes cuando estuve con Arsen. Ese día que salimos a cenar. Ha sido en el callejón.

Sonrío, sonrío y vuelven a caer lágrimas. Levanto mi vista y observo a un borroso Mitch. 

-El bebé es de Arsen -confirmo emocionada. Su rostro hace una mueca extraña y luego sonríe. 

-Los dejo solos -avisa la enfermera y sale. 

«Olvidé a la enfermera, por Dios, ¿qué pensará de mí?». 

Cuando abre la puerta, al otro lado veo a Samuel caminando de un lado a otro, esperando y ahí comienza a venirse el mundo encima. No es sólo dejarlo, es confesarle que tengo a otra persona y que estoy embarazada. No será tan fácil como tenía planeado, debo dar más explicaciones. 

«¿Y Arsen?, ¿cómo se lo tomará?, ¿si se disgusta?».

-Estoy muy feliz por ti -Mitch acaricia mi mejilla-, pero debes arreglar toda esta mierda, comienzo a preocuparme. 

-Tranquilo, esta noche o mañana en la mañana hablaré con Samuel. 

-¿Y éste... Arsen? Es un niñato, ¿qué hará? -inquiere preocupado. 

-No te preocupes, lo resolveré -aseguro. 

-Liam me contó lo que sucedió en la universidad... 

-Es un maldito... -espeto.

-Sólo hace su trabajo, y tú ahora no tienes uno, ¿te has fijado en eso? Cuando Samuel te eche de la casa, porque lo hará, tendrás que venir conmigo. 

No había pensado en todo eso, que cabeza tan fresca la mía, pero ahora no puedo pensar en nada, sólo en lo que acabo de enterarme. Pero lo que sí debo es quitar a Samuel de enfrente, ya no puedo, quiero, ni voy a ocultar más todo esto. Tengo que organizar lo que haré, buscar un lugar, empleo, y estabilizarme para el bebé. 

-Tengo que hablar con Sam, luego lo veré, no sé cómo se lo tomará Arsen -Mitch chasquea la lengua y menea su cabeza con exaspero. 

-Más le vale tomárselo de la mejor manera, después de todo es su hijo, lo hizo él. 

-Ya. 

-Debo dejar pasar al cornudo -suelta, Mitch y le doy reproche con mi mirada por su comentario, pero luego se me escapa una pequeña sonrisa al ver la suya de oreja a oreja. 

Se hace un pequeño silencio, observo la bandeja en mis piernas y pienso en cuántos problemas me he metido en los últimos meses, lo peor es cómo solucionarlos. 

-Tengo miedo -declaro. 

Se acerca y besa mi cabeza repetidas veces. Es el gesto que más afecto me transmite, no puedo evitar abrazarlo y sentirme refugiada. 

-Sabes que conmigo a tu lado no debes tener miedo, ¿verdad? -Asiento en silencio-, te amo más que a mi vida, haría lo que fuera por ti. 

-Vas a hacerme llorar. 

-Estoy feliz por ese bebé, estoy feliz por ti.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora