Capítulo №54

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"Estoy ahí para ti, pero siento que te pierdo y me condeno por ello".

Bebo del amargo café y repaso mentalmente lo que debo o debería hacer, una vez más me siento atado de manos y pies. No sé qué hacer sin generarle problemas, ni como acercarme sin asfixiarla. No quiero que Evan pague por esto, es nuestro error y debemos saber remediarlo.

-¿Qué te trae tan distraído? -pregunta mi madre.

Le doy una mirada de soslayo no sabiendo qué contestar. La mayoría de mis cosas me las guardo para mí, no soy persona de estar contando mis problemas amorosos ni nada que se le parezca, pero Liz va más allá de todo eso.

-Las cosas con Liz están algo mal -cuento con algo de desgano.

Observo la taza y con mi dedo índice delineo el borde de ésta, observo la borra de café -como me enseñó mi abuela para obtener respuestas pero al parecer no lo he aprendido bien-. Mi madre se apoya de antebrazos sobre la isla quedando frente a mí y me observa inexpresiva.

-¿Cuándo vas a dejar en paz a esa chica? -pregunta resignada.

-Nunca. La amo, mamá -Me da una mirada enternecida y asiente para ella misma-. Nunca debí haberme ido de Londres, debía quedarme con ella -Me reprocho una vez más.

Mi madre se cohíbe un poco por la culpa que siente, aunque ella lo ha aceptado y se ha disculpado. Todo lo contrario de mi padre, que a pesar de estar contento por Evan, sigue detestando a Liz y culpándola de embarazarse a propósito.

-¿Y ella te ama? -pregunta luego de unos momentos de silencio.

Y realmente no lo sé, a veces siento que no es lo mismo que antes, su mirada no se ve tan brillante, es una Liz más apagada y me culpo por ello.

-No me lo ha dicho -confieso-, en todas las oportunidades me evadió -agrego-. Y cuando estamos en un momento especial siempre hay alguien que interrumpe -Le doy reproche con mi mirada por su interrupción en la nueva casa.

Desde que he vuelto a vivir a este lugar -luego de Evan-, ese momento en la habitación ha sido el mejor de todos, tener a Liz de esa manera para mí me ha descolocado y me tiene pensando y repasando en lo mismo una y otra vez.

-Lo siento -Se excusa-, pero debías saber que no estaban solos -regaña-, no era lugar para hacer tus fechorías, Arsen.

-No fue planeado -comento y enarca una ceja no creyendo en mi palabra. Por mi parte sonrío sin poder evitarlo.

-Miéntele a cualquiera menos a tu madre -Vuelve a regañar y ríe de la misma forma que yo-. Me pediste que salga para eso, te conozco. 

-¿Qué debo hacer? -Le consulto carente de su sabiduría. Suspira y frunce sus labios, pasea sus ojos por el lugar y parece pensarlo.

-Debes decirle tus intenciones y darle tiempo, por todo lo que me has dicho de ella, es insegura e indecisa, y tú no le das estabilidad o por lo menos esa que ella necesita.

-¿Dices que aun actúo como un adolescente? -pregunto sincero y preocupado, niega con la cabeza segura y sonríe.

-No, no lo haces, estás bien para tu edad, pero ella es mayor y necesita de alguien que actúe acorde a su edad.

-Entonces siempre será un problema la diferencia de edad -asumo derrotado y bajo mi cabeza resignado.

-No, pero debes saber manejarla, dejar de asfixiarla, darle seguridad y tranquilidad -comenta-, es en eso que Liam llega a ella, sabe como llevarla.

De sólo pensar en ese imbécil me pongo molesto, es por él que Liz no está conmigo, eso y los errores que cometí, pero son errores que pude haber arreglado hace mucho.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora