“Es un hecho, se siente bien poder asumirlo, si tan sólo lo hubiese aceptado antes...”
Nos montamos en el auto y no le he preguntado hacia dónde vamos. Sólo conduce. Mientras observo la pantalla de mi teléfono, le escribo a Pat pidiendo que me cubra. Las ocasiones anteriores fueron algo repentino, pero ahora es premeditado y mi consciencia se hace presente por primera vez en la noche. Giro mi cabeza y miro a Arsen. Me sonríe, es una de las sonrisas más bellas que he visto en él. Hace parecer que todo es posible, que cualquier cosa puede suceder.
«¿Dormirás con el moreno?»
«No me hagas sentir mal, Pat.
No ahora, sólo cúbreme!»«Se nota lo mal que te
sientes...»«No seas mala»
«Ok.»
Con WhatsApp aún abierto, me debato si debería enviarle un mensaje a Sam ahora o más tarde para que no sea extraño y sospeche. Esto de especular no me sienta nada bien.
—¿Todo bien? —pregunta a mi lado.
—Sí, todo está bien —confirmo con un dejo de duda en mi voz.
Pero no quiero arruinar el momento, así que me quito el cinturón —aprendí a hacerlo—, y acerco a darle un fugaz beso, sacándole una sonrisa y tratando de no ocasionar un accidente.
El resto del viaje se hace en silencio, pero hay algo en el aire, no vamos incómodos ni tensos, todo lo contrario, es como si hubiese... Magia. No lo sé, tal vez son demasiadas historias románticas que he leído, pero así lo siento. La noche, el camino solitario y tranquilo, el aroma, la música, la sensación de tenerlo a mi lado... Es un sueño.
Después de unos momentos, llegamos a un lugar apartado con muy poca población alrededor. Frente a nosotros se ve una gran cabaña a unos cuantos metros y puedo notar que es una clase de hotel alojamiento. Arsen pasa su brazo por mi cintura y me acerca a él para poder caminar firme, con estos zapatos la grava del suelo me lo dificulta. Subimos una pequeña escalinata de viejos durmientes —por la cual no pudimos acercarnos con el auto—.
—Espérame aquí —pide y se aleja hasta un pequeño cuarto, supongo del encargado.
Espero en el pórtico, junto a una fuente de agua, el lugar es realmente hermoso. Frente a mí hay un largo pasillo con unas cuantas puertas, cada una tiene junto un pequeño jardín reservado lleno de plantas y más no logro ver por las enredaderas que cubren la visión y seguro dan privacidad.
«Tal vez sea una posada y no un hotel alojamiento. Ahora que lo pienso de ser así no habríamos bajado del auto».
Arsen vuelve jugando con una llave en la mano y una gran sonrisa en su rostro.
—Todo listo —afirma cuando llega a mi lado y toma mi mano.
—Qué hermoso lugar —comento asombrada cuando comenzamos a caminar, veo desde fuera cada uno de los jardines, hay unas lámparas colgantes antiguas y casi todo es de madera o troncos rústicos.
—Cuando era niño y visitábamos Inglaterra, veníamos a esta posada —cuenta y pasa su brazo por mis hombros, con la otra toma mi rostro para que lo mire y aún caminando, continúa—. Viví los mejores momentos de mi vida aquí, con mis padres juntos, y qué mejor que revivirlos contigo.
«¿Qué se responde ante algo como eso?».
Espero la sonrisa en mi rostro le alcance en respuesta a tan bello y tierno cumplido, aunque la suya me lo confirma, he puesto cara de tonta.
Llegamos a la habitación, abre la puerta y dejándome ingresar primero: quedo impactada de tan increíble lugar. No es por lo costoso que debe ser, más bien por los detalles: estilos hogareños y cálidos, los sofás, la chimenea, la gran cama, la pequeña mesa con bocadillos y bebidas, cada detalle de decoración...
ESTÁS LEYENDO
Él, prohibido
Romans"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...