"No puede ser real, no puede algo sentirse así... tan sobrenatural. No dudo que hayamos encontrado la otra mitad".
Arsen me abraza y besa con tanta intensidad que pierdo noción del tiempo y espacio. Estoy entremedio de dos raras sensaciones, es como si me dejase llevar por la lujuria y la otra como si algo me retuviera. Pero como siempre he hecho, cierro mis ojos y me dejo llevar, con tener a Arsen en mis manos no es muy difícil de lograrlo. Cuando damos con mi habitación, logro verlo, la luz tenue de la lámpara del rincón —que inteligentemente dejé encendida—, me deja ver a la perfección de hombre que tengo frente a mí.
Sin esperar llevo mis manos hasta el borde de su camiseta y se la levanto hasta quitarla. Aun parados en el medio de la habitación me deleito besando su cuello y pecho. Arsen cierra sus ojos y se entrega por completo a lo que hago; dos pasos después damos con la cama, hago que se acueste y me lanzo encima, aprisionándolo con mis piernas.
Sus caricias y besos no cesan, insiste en quitarme el vestido, pero increíblemente quiero desvestirlo a él primero, quiero tenerlo frente a mí y adorarlo como es debido.Cuando nos apartamos, me arrodillo y desabotono sus jeans, Arsen me observa y su rostro se ve prendido fuego, desprende excitación. Me desprendo de toda su ropa, y en la misma posición me desprendo de mi vestido quedando solamente en ropa interior.
—Liz... —ruega con la voz ronca.
Estoy perdida besando cada parte de su abdomen, su cadera, su virilidad, disfruto de sus jadeos, suspiros y la manera en la que me nombra cuando le doy placer. Sabe delicioso, su piel es tan tersa y dorada que me resulta irresistible de morder y saborear.
Nuevamente regreso a su boca, lugar del que nunca quiero salir. Con mis manos y rodillas sujeto mi peso con el cuidado de no dañarlo; luego de insistir me quita el sostén y comienza a masajear mis senos y pellizcar mis pezones sacándome una placentera sonrisa de dolor.
Me froto sobre su erección, quiere entrar en mí y no dejo de masturbarme a mí misma con toda su extensión, y, no sé cuál de los dos está sufriendo más, pero me gusta jugar así, crear tensión; llegar al límite de ambos. Aunque ahora ha llegado el de Arsen, porque me rompe la braga y tras mojar sus dedos en mi femenidad y repartir toda mi humedad, me penetra.Gimo, no sólo por sentirlo dentro de mí, llenando mi femenidad de gozo y sintiendo cómo mis labios lo abrazan creando placer para ambos, sino por haber llegado hasta aquí, por volver a ser uno, por esto que nunca creí que volvería a sentir. Estamos en lo más alto de la torre, juntos, teniendo lo que siempre quisimos. Por fin cantamos victoria.
Ambos entre jadeos y suspiros, sonreímos, como si pensáramos lo mismo.«Me siento tan feliz que quiero llorar»
—Te amo —susurra sujetando mi cabeza y mirando directo a mis ojos.
—Y yo a ti, te amo más que a mi vida, Arsen.
Vuelvo a besarlo, a rozar nuestras lenguas y succionar y morder labios en arranques pasionales. Arsen me embiste desde abajo, entrando por completo en mí, sujetándome de la cintura y abrazándome a su cuerpo impidiendo que yo lo haga. Pero no quiero que haga más fuerza, así que cuando logro que me suelte, tomo sus manos con las mías y las apoyo en el colchón, haciendo que quede a completa merced mía.
—Eres mala —susurra y levanta su cabeza para intentar morderme.
Sonrío y niego. Me enderezo, apoyo mis manos en su pecho y comienzo a montarlo lentamente, haciendo un movimiento circular de adelante hacia atrás, tomando sus manos y llevándolas a que toque mis senos. Y mantenemos la mirada mostrando la irrompible conexión que siempre tuvimos a pesar de todo lo que ha sucedido.
De a poco voy tomando velocidad, y mis movimientos se tornan frenéticos, ansiosos y cada vez más lujuriosos, sé que lo hago bien cuando Arsen cierra los ojos y muerde su labio inferior. Jadea y tira su cabeza hacia atrás, dejando ver ese hermoso cuello y nuez de Adán que no tardo en acercarme a morder. Sus manos se aferran a mi cadera y hunde sus dedos en mí, comienza a tensarse y por lo que lo conozco, sé que va a venirse.
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Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...