“Espero me perdones, todo lo hago por tu bien”.
Medito en decirle a Arsen del embarazo, me cuestiono qué reacción pueda llegar a tener, también lo que su padre dijo y sobre irnos juntos. Pero luego pienso en lo que todo significaría, no creo que su padre dé el brazo a torcer, y tampoco me sentaría bien el hecho de que sólo me aceptasen por un embarazo.
Le estaría dando la razón respecto a lo que piensa y supone de mí. Otra cosa que no quiero es que mi hermano cargue con nosotros tres, no es justo cuando él tuvo que dejar su vida a un lado para que yo pudiese estudiar, estar bien y no me faltase nada.
«Quisiese que todo fuese distinto».
-Ve con tu padre, no tengas más problemas... por favor -pido lo más calmada que puedo.
-No lo entiendo -murmura para él mismo-. ¿Por qué estás haciendo esto?
No emito sonido, la verdad es que ahora siento el peso de lo que viene pasando. Ver a Arsen frente a mí, tan al alcance de mi mano y a la vez tan lejos... Me destruye. Paso saliva y me aclaro la garganta.
-Razoné y creo que lo mejor es que no tengas problemas con tus padres, vuelve a Grecia, estudia y haz tu futuro. Yo debo seguir con mi vida aquí, tal como lo hacía.
Me siento totalmente estúpida haciendo esto, ni yo me lo creo. No sé cuánto tiempo puedo mantener esta excusa barata.
-Mi padre tenía razón -habla y desvía su vista hacia otro lado.
-¿De qué hablas? -pregunto confundida y clava sus ojos en los míos.
-Que me ves como una aventura. Sólo soy un niño con el cual darle bríos a tu matrimonio -comenta mordiendo cada una de las palabras.
Nunca creí escuchar una incoherencia tan grande por parte de Arsen, pero también agradezco a Dorián por tener una mente tan macabra, no se me hubiese ocurrido algo mejor.
Los pocos metros que nos separan se hacen kilómetros, su expresión ha cambiado, me observa frío y enfadado. No quiero que me odie, después de todo, hago esto por su bien, para que no tenga problemas y enfrente una vida que no le ha tocado. Tal vez estoy siendo tonta y estoy equivocada, pero me siento más tranquila así.
Ninguno dice nada, mantenemos los ojos en cualquier dirección, hasta que el ruido de unas pisadas por el pasillo, nos avisan de la llegada de sus padres.
-Lizbeth -Levanto mi vista y miro a Crista-, espero esté al tanto de que no permitiremos su relación con...
-Lo sé -interrumpo, Arsen me observa con el ceño fruncido-, creo que lo mejor es que vuelva a Grecia -declaro.
Crista abre sus ojos y boca en sorpresa, Dorián me observa sin expresión, y son los ojos cristalinos de Arsen que me hacen replantear la situación una vez más. Por más increíble que suene no he derramado una sola lágrima, sólo siento como mi garganta se cierra.
-¿No dirá nada más? -inquiere curiosa, lo que me da una pequeña esperanza de que tal vez ella sí hubiese aceptado esto.
«Si tan solo Dorián no estuviese aquí».
-No tengo nada más que decir, eso fue todo.
-Me alegro que piense en el bienestar de mi hijo -habla su padre causándome nauseas-. Esto es lo correcto.
-Μου φέρονται σαν παιδί! -espeta Arsen furioso, pero obviamente no sé de qué está hablando-. Νομίζω ότι είμαι κάτι μεγάλο για να μου πει τι πρέπει να κάνω... -Puedo ver la mandíbula apretada y sus ojos prendidos fuego.
-Είσαι ένα παιδί! Δεν ξεχνάμε! -La fuerte voz de Dorián me hace sobresaltar.
Él y Arsen se observan furiosos y pareciese que saltarán uno encima del otro en cualquier momento.
-Ya basta -interviene Crista.
Parecen calmarse, es más, se hace un silencio de lo más incómodo.
-¿Algo que acotar? -pregunta Dorián retándome con la mirada.
Crista sigue mirándome, por un momento le sostengo la mirada y me doy cuenta que espera que diga algo, pero como una cobarde que soy, no lo hago.
-Nada.
Echo una última mirada a Arsen, quien la desvía, evitando verme. Los tres rostros van a quedar gravados en mi memoria. Doy media vuelta y camino de prisa a la puerta, al salir me encuentro con la espesa cortina de lluvia.
Como si algo me guiara, camino al auto de Pat y entro en total silencio. Ella no dice nada y sólo se limita a darme una toalla de las bolsas para secarme.
-¿Qué sucedió? -pregunta en un susurro.
-Lo que tenía que suceder, Pat.
Tras llegar a la casa de Mitchell, bajamos absolutamente todo y lo primero que hice fue recostarme en la cama de mi hermano. Su olor es un tranquilizante para mí. Pat de recostó a mi lado e intenta consolarme, pero la verdad no hay nada que quite lo que siento.
«Demasiadas emociones juntas».
Por lo menos no estoy llorando, no me salen lágrimas, sólo siento mi garganta apretada y la angustia presente en el pecho. Cierro mis ojos y todo parece estar en tranquilidad.
Por lo menos por ahora.
Despierto con una caricia áspera en el rostro, los dedos con cayos de Mitch son de lo más relajante. Sonrío con mis ojos aún cerrados y cuando los abro, al verlo arrodillado quedando frente a mi rostro: recuerdo lo que está sucediendo.
-Quiero que me cuentes todo, y con la verdad -ordena.
Tomo asiento en la cama, él hace lo mismo quedando frente a mí. Su mirada escrutadora me intimida, Mitchell es la persona que más me conoce en este mundo, ante él es muy difícil ocultar lo que me pasa.
Comienzo a relatar lo sucedido con Samuel, quise ocultarle lo de la bofetada y la actitud que tuvo conmigo. No quiero generar problemas, pero la verdad es que lo merezco, y lo que menos quiero es hacerle más mal a Sam de lo que ya hice. Le conté de la 'charla' con Dorián y de la decisión que he tomado.
«Y reacciona como esperaba».
-No puedo creer que seas tan estúpida -espeta mientras se pone de pie y comienza a dar vueltas por la habitación.
-No soy estúpida, ¡creí que me apoyarías! -Me quejo.
-Estás haciendo una locura, estás embarazada, ¿qué harás sola?
-¿No te tengo a ti? -Mi replica parece apaciguarlo.
-Me tienes, siempre me tendrás, pero no le veo el caso a dejar que se vaya sin siquiera decirle que será padre, ¿me explico?
-Sí, y tienes razón. Pero ya te he dicho, su padre lo dejará en la calle...
-Cuando sepa del bebé no lo hará...
-¡No quiero su dinero por compasión! Y si Arsen se queda aquí tendrás dos bocas y pronto tres para alimentar, es sólo un muchacho...
-¡Uno que te embarazó!
-No importa, Mitch, yo trabajaré... -explico y chasquea la lengua en desacuerdo.
-No me importa el dinero, es tu vida y la del bebé lo que sí me preocupan.
-A mí también me hubiese gustado que fuese distinto, pero no lo es.
-Sigue pareciéndome una estupidez, pero lo respeto, sabes que a ese bebé nada le faltará.
Me pongo de pie para abrazarlo y sentirme segura. Cierro mis ojos y este lugar es el único donde nada me perturba. Pero la vibración de mi teléfono hace que el momento se corte.
Lo tomo en mis manos y al ver el nombre de Arsen en la pantalla, todo vuelve a ponerse tenso.
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Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...