Capítulo №35

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"Huímos del amor, aunque siempre termina llegando a nosotros... huyendo de aquellos que lo anhelan..."

Mientras Liam destapa una botella de vino y pone algo de música, Kissing A Fool -súper romántico, le encanta Michael Bublé-, yo termino de preparar la ensalada que acompaña la cena. Hoy hemos decidido quedarnos en casa de Liam, más bien a él se le ocurrió, creo que sé las intenciones que tiene.
No es que me las dé de virgen recatada ni nada de eso, pero en este mes que llevamos de relación aún no hemos tenido sexo. Y no es porque no haya querido, sino por que comprendí que apresurar las cosas no lleva a nada bueno.

Touché.

Pasa sus manos por mi cintura y me abraza por detrás, descanso mi cabeza en su pecho sintiendo como su respiración llega a mi oído y se mueve al ritmo de la música obligándome a seguirlo.

-Extraño las cosquillas de tu barba -suelto y su armónica risa inunda mis oídos.

-Ya era hora de que se fuera -Me hace girar, dejando la ensalada a medio hacer, sujeta mi cuello y mandíbula de la manera más tierna y nos observamos, ese brillo en sus ojos me encanta.

-Te quiero -declara y nunca me canso de oírlo.

-Yo también te quiero -Corto la distancia y lo beso.

Medité toda la semana sobre tener relaciones o no, digamos que el tiempo que ha pasado ayuda a que cada día se me haga más difícil decidirme. Como todo ser humano he tenido ganas, pero no lo sé, siento que abusé demasiado del libertinaje y la vida me pasó factura. Igualmente mi interrogante a este tema no es nada que una regañada y lavada de cerebro de Pat no solucione.

El beso se torna intenso como en muchas ocasiones, pero Liam nunca me presiona, ni me pone en esa situación de decidir, espera a que yo dé el primer paso, y decidí que abrir su camisa y tocar su pecho es una invitación.

Una que acepta.

-¿Estás lista para tu primera vez? -pregunta de forma graciosa y hace que suelte una carcajada. Asiento, toma mi mano y me guía hasta la habitación.

El camino es eterno y no por la distancia. Dios. Qué vergüenza y ansiedad tengo, ha pasado tanto desde la última vez que tuve sexo que me siento tonta, temo decepcionarlo. Al llegar y entrar en este hermoso dormitorio, tan masculino y fino, comienzo a temblar.

-Liam -Me quejo, se acerca y me observa.

-¿No estás lista? -pregunta acariciando mi cuello.

-Ha pasado mucho tiempo y... -No me deja terminar, me calla besándome y también guiándome a la cama.

Sin decir nada, dejo que haga conmigo lo que quiera. Me recuesta y sigue besándome, me acaricia y hace que desee más, pronto son mis manos las que lo tocan pero con amabilidad las quita.

-Shh, no me hagas atártelas al respaldo -susurra sobre mis labios haciéndome sonreír.

De a poco me va quitando la ropa, acompañando su acto de besos tan deliciosos que me dejan al borde de mi sensibilidad... Una vez completamente denuda, me otorga el regalo de verlo desvestirse frente a mí, nunca imaginé todo lo que se escondía bajo esa ropa. Es tan hermoso y deslumbrante...
No me deja seguir observando mucho más ya que se avienta sobre mí, por fin pude acariciarlo y sentirlo. Algo que Liam tiene es decisión, en todo sentido, su personalidad es firme, pero no es controlador u opresor, todo lo contario, me hace sentir segura, acompañada y apoyada.
No me atrevo a compararlo con alguien más, ni Samuel, ni Arsen, pero en este momento me parece perfecto, no siento culpa, soy libre y feliz. Puedo desinhibirme por completo y entregarme a Liam.

Como suponíamos: la carne en el horno se quemó, estuvimos un buen rato en la habitación, y debo decirlo, fue mejor de lo que imaginaba. Realmente me arrepiento de no haberlo hecho antes.
Como Liam no quiere cocinar (otra vez), nos vestimos y decidimos salir a comer fuera, tampoco a un restaurante, solo iremos por una pizza. Me abrigo por el frío, en unas semanas comenzará a nevar. Venimos caminando, nos gusta hacerlo a pesar de la baja temperatura, Liam me abraza y de esa manera nos movemos hasta la pizzería.
En las calles hay bastantes personas, las tiendas igualmente por la hora ya van cerrando, pero no tenemos prisa. Hoy por primera vez me quedaré a dormir junto a él, aunque también se me hace extraño estar sin mi bebé, sé que Mitch lo cuida de maravilla, pero me parece algo fuera de lugar estar divirtiéndome y dejando a mi hijo a cargo de otro.

-¿En qué tanto piensas? -pregunta Liam. Suspiro, no quiero arruinar el momento.

-Extraño a Evan, y me resulta raro dejarlo toda una noche -confieso.

-Si quieres ir a casa sólo dímelo -niego.

-Quiero quedarme contigo -respondo mirando al frente, pero puedo jurar que él está observándome.

-Tal vez debas mudarte conmigo -propone.

«¿Escuché bien? ¿Acaso quiere que me mude con él?». Freno la caminata, no se sorprende, y puedo notar que no hablaba en chiste, sino reiría.

-¿En serio? -inquiero y asiente seguro.

-Lo he pensado, ya somos adultos, también me encanta la idea de vivir contigo y Evan.

Lo observo estupefacta, por más raro y repentino que suene, la idea me agrada. Me emociona.

-A mí también me encantaría -confirmo-, pero no quiero que luego se arruine todo...

-No pasará.

-Tal vez debamos esperar más, hace poco estamos juntos -sugiero.

-¿Esperar qué? No podemos estar toda la vida viendo horarios, preocupados por Evan...

-Tienes razón -confirmo.

-Siempre la tengo -bromea.

-A Mitch no le gustará -suelto y continuamos caminando.

-De él yo me encargo, tú tranquila -lo abrazo de costado, acurrucándome junto a él, pero esta vez no es por el frío.

-Te quiero -susurro y beso su mejilla. Sonríe y seguimos camino.

-Podría hacer esto todas las noches siguientes de mi vida -suelta con esa pícara voz.

-¿Hacer qué? -pregunto haciéndome la tonta.

-Noches como estas, contigo, siempre.

Me encantan sus palabras, pero las gemas color jade una vez más pasan por mi mente haciéndome cuestionar mis decisiones, dudar de mis sentimientos y haciendo temblar el suelo bajo mis pies. Arsen me tenía controlada a través del tiempo y la distancia, había dejado tal huella en mí que era imposible de borrar.

Solo debía aprender a ignorarla.

Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora