Dos chicos que están a nada de graduarse de la secundaria e iniciar sus vidas, pero cometen un error que puede comprometer su futuro y tal vez sus vidas para siempre
—¡Elizabeth!— La llamó su madre desde la sala, como si estuviera... asustada.
Ese tono en el que Alice la había llamado hizo que su piel se erizara. Algo no estaba bien.
Salió del baño después de lavarse la cara otra vez y salió de su habitación, empezando a bajar las escaleras. Se detuvo a mitad de las escaleras y vio a su madre.
Alice se veía muy enojada. Incluso tenía los ojos llenos de lágrimas y apretaba los puños con fuerza, como si tuviera la necesidad de agarrar algo y romperlo.
Ella miraba a Betty fijamente, con esos ojos así, y eso provocó que el corazón de la menor se acelerara tanto que pensaba que se iba a desmayar.
¿Acaso descubrió ya su secreto? No... ¿Como sería posible? Pensaba ella en su interior.
—Ven aquí, Elizabeth. Ahora— Exigió Alice con firmeza, mirándola fijamente.
Betty tragó saliva y bajó las escaleras, temblando del miedo y de los nervios. Sentía que quizá iba a morir de un infarto.
Algo le decía que su mamá ya lo sabía todo.
Betty llegó a su mamá sin decirle una palabra. Los nervios ni le permitían hablar. Sus manos ya temblaban y sudaban y su respiración ya era irregular.
Alice tomó aire para reprimir su evidente enojo y la miró fijamente. —Mira... ni siquiera se como... como hablarte en este momento, Elizabeth—
Betty tomó aire para tratar de responderle. —Yo... ¿Que... que pasó?— Preguntó, muy nerviosa.
—¿Sabes que pasó?— Preguntó la mayor, a punto de llorar. —Pasa que fui a tirar la basura de la cocina y mira lo que encontré—
Alice fue rápidamente a la cocina y cuando regresó, le mostró a su hija aquella prueba de embarazo, con las dos rayas que indican que está positiva.
Betty sintió su corazón detenerse. Ya su madre lo descubrió. Ya había encontrado la prueba contundente del problema en el que ella se metió.
—¿Esto es tuyo?— Preguntó Alice con la voz entrecortada. —¿Acaso tú estás...?— Sollozó.
Betty tomó aire para intentar regular su respiración mientras apretaba los puños hasta lastimarse las palmas de las manos. —Yo... mamá... yo...
—Elizabeth... ¿Estas embarazada?— Preguntó Alice, con las lágrimas bajando por sus mejillas y mirando a su hija con decepción.
Betty no se atrevió a responder. Ya estaba atrapada, acorralada. No valía mucho una mentira ahora mismo.
Alice entendió que su silencio lo decía todo, y la miró con ira, negando con la cabeza. —¿Tu estas embarazada, Elizabeth? ¿Esto es tuyo?— Le mostró la prueba de embarazo. —¡Respóndeme!— Gritó.
—¡Lo siento!— Respondió Betty, empezando a llorar y cerrando los ojos con fuerza. —Te juro que no quise...
Alice negó con la cabeza, se acercó a ella y dejó una fuerte cachetada en su mejilla. —¡Te eduqué muy bien, Elizabeth! ¡¿En qué fallé contigo?!— Gritó, enojada.
—Lo siento...— Se disculpó Betty, llorando mientras se sujetaba la mejilla golpeada. —Fue un accidente mamá—
—¡Siempre te di libertad porque confiaba en ti! ¡Nunca te prohibí salir, te permití tener novio y te defendí de tu padre! ¡Él tenía razón desde el principio y no le hice caso! ¡Eres una sin vergüenza!— Empezó a gritarle.
—Mamá...— La llamó, mirándola mientras no podía parar de llorar. —Por favor perdóname. No fue mi intención mamá... por favor—
Alice negó con la cabeza, mirándola con decepción mientras también lloraba. —Por eso te pusiste así en la escuela. Incluso pensé que estabas engordando... y resulta que estas... oh Dios...— Murmuró, dándole la espalda.
Betty miraba a su madre mientras se ahogaba en su propio llanto. La decepción de su madre en su rostro y en sus palabras la lastimaban tanto que deseaba morir en ese mismo momento.
Ahora si estaba totalmente perdida.
Alice volvió a mirar a su hija con ira. —¿Ya pensaste en qué diablos vas a hacer con un niño?— Preguntó mientras sacaba su teléfono. —Esto lo vamos a hablar ahora— Se retiró a la cocina.
Betty quiso preguntarle qué tenía planeado hacer o a quien iba a llamar, pero ese nudo en la garganta no la dejaba hablar. Su corazón golpeaba con fuerza contra su pecho y no podía parar de temblar.
—No... como sea... pero necesito que vengan ahora mismo. Es un asunto muy delicado, por favor, gracias— Terminó de hablar por teléfono Alice, regresando a la sala de estar con su hija.
Betty tomó aire para poder al menos hablar. —No... no llamaste a papá... ¿O si?— Preguntó con la voz temblorosa, sin poder mirar a su madre a la cara.
—No... no tenemos que molestar a tu padre cuando está trabajando. Pero mejor ve pensando en qué le vas a decir cuando venga. Estoy tan decepcionada Elizabeth...— Admitió Alice, negando con la cabeza.
Lo que Alice no sabía es que esas palabras eran peores que la cachetada que ella le dio a su hija hace un momento.
Y no se atrevieron a hablarse, o a mirarse hasta que el timbre de la casa sonó. Alice fue a la puerta principal y cuando la abrió, entraron Jughead y Fp, acompañando a Alice hasta la sala de estar en donde estaba Betty.
Jughead miró a Betty, y ella lo miró a él. Ahí el chico comprendió que Alice ya lo descubrió y el miedo intenso se veía reflejado en la mirada de los dos chicos.
Igual Jughead fue hacia ella y la abrazó, y ella rompió en llanto en sus brazos.
—Lo sabe Jug... lo sabe— Murmuró la rubia en los brazos de su novio, llorando.
—Estoy contigo, nena— Contestó Jughead en el mismo tono, aún abrazándola.
Fp miró a los dos chicos, asustado, y luego miró a Alice. —¿Que pasó? ¿Por que nos llamaste con tanta urgencia? ¿Pasó algo con los chicos?—
Alice le sonrió sarcásticamente y se acercó a Fp. —¿Sabes que? En realidad sí pasó algo con los chicos—
Fp volvió a mirar a los chicos mientras se abrazaban y luego a Alice nuevamente. —Ve directo al grano porque ya me estoy asustando. ¿Que pasó con nuestros hijos?—
—¿Sabes que? Me parece que no supiste darle educación sexual a tu hijo, Forsythe— Reclamó Alice, enojada.
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El drama no termina ahí 😬 vienen líos fuertes que pondrán a prueba a nuestros chicos
