—Buenas tardes. Soy Gladys. ¿Está Jughead?— Preguntó la voz de una mujer.
—¿Jughead? El... él es mi novio. ¿Que sucede?— Preguntó la rubia, insegura.
—Betty, ¿Que pasa?— Le preguntó Jughead, acercándose a la puerta con la bebé en sus brazos. —¿Quien es?—
—Soy mamá, Jughead— Contestó la mujer.
Jughead abrió los ojos como platos y se puso serio de repente. Abrió la puerta y la vio. Era su madre, tal y como la recordaba, pero con algunos años encima.
—Mi hijo...— Dijo Gladys, mirando a Jughead con los ojos cristalizados y luego a la bebé en sus brazos y a Betty. —¿No me las vas a presentar? Ella es tu novia... ¿La bebé es de ustedes?—
—Es nuestra hija— Contestó Jughead, serio. No se veía nada cómodo. —Y ella es mi novia—
Gladys estaba atónita. Miró a Betty y también a la bebé. —Dios... es idéntica a ti, hijo mío. Y tu... —Miró a Betty. —Eres tan hermosa... pero... ¿Que edad tienen? Se ven muy pequeños para tener a una bebé—
—Eso no importa. ¿Que quieres?— Le preguntó el ojiazul, apartando a la bebé de Gladys.
El ambiente estaba muy tenso. Betty miraba la escena en silencio y sin saber qué decir, y Jughead parecía muy incomodo e incluso enojado.
—Se que tengo mucho que explicar, pero solo quiero que me escuches— Suplicó la mayor.
—¿Y que pasa si no lo hago?— Preguntó el pelinegro.
—Jug...— Murmuró Betty, mirándolo y tomando su mano libre.
Jughead miró a Betty y luego los ojos suplicantes de su madre. Estaba dolido, pero no era capaz de rechazar a esa mujer, su madre, aunque él no quiera.
—Amor... quédate con Mía— Le dijo a Betty, dejándole a la bebé sin dejar de mirar a su madre. —Hablemos esto afuera—
Gladys asintió y salió al balcón del apartamento, y Jughead dejó un beso sobre la cabeza de su novia y su bebé para luego salir tras su madre.
Ahí estaban, madre e hijo, frente a frente después de tantos años y con heridas que sanar.
—¿Que sucede?— Preguntó Jughead, serio. —Ahora dime qué buena excusa tienes para justificar el hecho de que abandonaste a tus hijos y a tu esposo—
Gladys tomó aire, mirándolo. —Mi amor, se que no hay una excusa que sea lo suficientemente válida para justificar lo que pasó. Es que no tuve el mismo valor que tu padre para quedarme. Tu tenias diez y Jellybean tenía siete. Los dejé porque sentía que ya no podía más. Sentía que la maternidad no era lo mío, pero no sabes como me arrepiento— Aseguró, con los ojos cristalizados.
Jughead negó con la cabeza, mirándola. —Esa noche me dijiste que ibas a comprar algo cuando yo te pregunté a donde ibas. JB lloró cuando te vio irte. Ella era una niña muy pequeña y yo tampoco tenía la edad para saber qué pasaba. ¿Sabes como dolió la ausencia de una madre? ¿Tienes idea de lo mucho que te necesitamos todo este tiempo? No estuviste ahí cuando me caí de la maldita bicicleta y me rompí el tobillo. No estuviste cuando me dejaron en la estación de policía por primera vez y tampoco estuviste cuando le bajó a mi hermana. Papá y yo no sabíamos qué hacer y ella no quería hablarnos. —Hizo un silencio, limpiándose una lágrima que se le escapó. —No estuviste cuando necesite ayuda y apoyo cuando tuve a mi hija—
Gladys no respondía, y sabía lo roto que estaba su hijo con tan solo mirarlo. —No tenía idea, Jughead. Pero... ¿No están tu y tu novia muy chicos para tener un bebé? Tienes dieciocho. ¿Qué edad tiene tu novia?—
—Ella va a cumplir dieciocho en dos días— Contestó, frío y cortante.
Gladys negó con la cabeza. —Dios... pero es una niña. ¿Que pasó?—
—Eso no importa. ¿Terminaste? Tengo que estar con ellas— Dijo Jughead.
—Espera, no te vallas— Le pidió. —No estoy exigiendo que me perdones, pero no quiero que las cosas se queden así. Déjame empezar de cero contigo y con tu hermana y déjame conocer a mi nieta—
—¿Por que debería hacerlo?— Preguntó Jughead.
—Porque de verdad me arrepiento y necesito que me permitas demostrártelo— Suplicó la mayor.
Jughead lo estaba pensando. De verdad le había dolido el abandono de su madre hacia el, pero después de todo, esa mujer no dejaba de ser la que le dio la vida y después de ver de cerca el sufrimiento de una madre cuando su novia estuvo embarazada, aprendió a apreciar más ese acto tan noble de amor.
—De acuerdo. Supongo que no pierdo nada con invitarte a que conozcas lo que más amo en este maldito mundo— Respondió Jughead, abriendo la puerta del apartamento. —Pasa—
Gladys sonrió y cuando ambos entraron al apartamento vieron a Betty sentada sobre el sofá con su hija en brazos, intentando calmarla. La niña lloraba.
—Hey, estoy aquí, chicas— Dijo Jughead, acercándose a su novia y tomando a la bebé en sus brazos. —Mía, ¿Que pasa chiquita? Papi está aquí— Se sentó al lado de Betty e hizo un gesto para que su madre hiciera lo mismo.
Gladys se sentó frente a ellos y sonrió con algo de pena por ellos. Veía dos chicos cuidando a una bebé cuando se suponía que las cosas no debían ser así.
Jughead logró hacer que su hija dejara de llorar y la sentó sobre su regazo. —Bueno, ella es Betty, mi novia y la madre de mi hija, Mía Jones Cooper. Betty, Mía, ella es Gladys, mi... mi mamá— Las presentó.
—Hola— La saludó Betty, con una pequeña sonrisa.
—Hola linda— La saludó Gladys, sonriéndole. —Su bebé es preciosa. ¿Qué edad tiene?—
—Tiene seis meses. Estas grande... ¿Verdad que si? Eres la bebé más hermosa del mundo, si lo eres mi vida— Le habló Jughead a su hija, llenándole la cara de besos.
—Ustedes están algo chicos para esto. Si necesitan ayuda, en lo que sea que necesiten, pueden decirme— Avisó la mayor.
—¿Quiere cargarla?— Le preguntó Betty, tomando a la niña en sus brazos.
—Me encantaría. ¿Puedo?— Le preguntó Gladys a su hijo, mirándolo.
Jughead suspiró. —Claro. Es tu nieta, supongo— Se encogió de hombros.
Gladys tomó a la bebé en sus brazos y sorprendentemente la niña se quedó con ella sin problema aunque fuera una desconocida para ella.
Jughead no estaba del todo cómodo, pero entendía que no sería correcto negarle a su madre que conociera a la pequeña.
Una herida abierta que aún no sanaba, y que debía sanar.
¿Ustedes confían en Gladys?Samy ❤️
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Error Adolescente |Bughead|
FanfictionDos chicos que están a nada de graduarse de la secundaria e iniciar sus vidas, pero cometen un error que puede comprometer su futuro y tal vez sus vidas para siempre