"Capítulo 75"

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Iba cayendo la noche, y con ella la hora de la fiesta en Riverdale High.

Mía estaba en su habitación, mirándose al espejo, luciendo un lindo vestido color rosa suave y su cabello negro y abundante totalmente libre.

—Chiquita...— La llamó Betty, tocando la puerta de su habitación. —¿Ya estas lista? Tus amigos no tardan en llegar—

—Creo que ya lo estoy— Respondió la ojiazul, abriendo la puerta de su habitación y dejando que su mamá la viera.

Betty sonrió con ternura, mirándola. —Oh mi amor... estás tan hermosa... mi niña definitivamente esta creciendo—

Mía sonrió. —Gracias mamá. ¿Sabes? Amo a mi papá, pero a veces quisiera que fuera como tú— Admitió.

—Ay nena... tu papá solo se preocupa... en exceso, claro— Dijo Betty, rodando los ojos.

Mía soltó una pequeña risa y miró a su madre. —Mamá... ¿Todo bien entre papá y tu? Yo siento que no—

Betty suspiró. —Ni tú ni tu hermano deben preocuparse por eso mi vida. ¿Si? Vamos— La tomó de la mano.

La ojiazul tomó la mano de su madre y ambas bajaron aquellas escaleras juntas.

Jughead estaba viendo tv en el sofá junto a su hijo cuando los dos se voltearon a ver a Betty y a Mía. Al pequeño no le importó mucho, pero Jughead abrió los ojos como platos al ver a su hija.

—Gracias por dejarme ir a esa fiesta papá. De verdad— Agradeció la menor.

Jughead se puso de pie y se acercó a su hija. —¿A donde crees que vas con ese vestido tan corto? Ve a ponerte uno más largo o mejor busca otras opciones— Exigió.

—¿Que? Claro que no— Se negó Mía.

—Entonces no vas a ir a esa fiesta— Amenazó el pelinegro.

—Mamá tiene razón. Eres muy intenso y exageras— Lo acusó.

—¿Que? ¿Tu dijiste eso, Betty?— Le preguntó Jughead a la rubia, acercándose. —¿Por que? Tu mejor que nadie sabe que solo protejo a mi hija—

—Nuestra hija— Lo corrigió Betty, mirándolo. —Una cosa es que la protejas y otra muy diferente es que le hagas la vida imposible. Todo se lo prohíbes. ¿Qué te pasa?—

—¡Basta!— Exclamó Mía, ya cansada. —No discutan más. Están asustando a Mateo—

Betty y Jughead miraron a su hijo y éste estaba en el sofá, cubriéndose la cara con una almohada.

—Mira lo que haces— Acusó Betty a su esposo, mirándolo mal.

—¿Yo? Yo no fui quien dijo que soy muy intenso— Se defendió Jughead.

En eso se escuchó que un auto se detuvo frente a la casa y Mía lo reconoció.

—Por fin. Me voy y ya no los veré pelear— Aseguró Mía, mirando mal a sus padres, pero acercándose a su hermanito antes de irse. —Pequeño, no te asustes si siguen discutiendo. Así son los adultos, supongo. Adiós enano— Besó su cabeza y salió de la casa.

—¡Mía! ¡Espera!— La llamó Jughead, saliendo a la puerta principal, pero ella ya iba alejándose en el auto con Alexandra y con Anthony.

Betty se acercó a él y lo miró. —Esas son las consecuencias de que la reprimas tanto Jug. Yo lo viví— Aseguró y volvió al interior de la casa, enojada.

Jughead tomó aire y cerró la puerta principal. Cuando fue a la sala de estar, Betty tranquilizaba a su hijo menor. Éste realmente odiaba que sus padres discutieran.

—Los adultos a veces tenemos malos entendidos mi vida. Es normal— Aseguró Betty, abrazando a su hijo y besando su cabeza.

—Por eso no quiero ser adulto nunca. No quiero que vuelvan a pelear. No me gusta— Negó el niño, aferrándose a su madre. —¿Por qué papá es tan malo con Mía?—

—No lo se, hijo. No lo se— Negó Betty, aferrándose a su pequeño.

Jughead se estaba cansando de la situación. Él sabía que Betty no estaba enojada solo por lo de Donna, pero ella no quería hablarle de eso. Y ahora su comportamiento estaba afectando a sus hijos.

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En Riverdale High, Mía ya estaba en la fiesta y la estaba pasando increíble. Era la primera fiesta a la que iba y le estaba gustando. Música, baile, bebidas y amigos.

Pero ella se distrajo tanto bailando en la pista de baile que no notó cuando sus amigos la dejaron sola.

Alexandra estaba besándose apasionadamente en un rincón con un chico que ella no conocía, y Anthony estaba haciendo apuestas sobre quien se tomaba más tragos junto a los otros chicos.

Mía negó con la cabeza y fue a tomarse un trago, cuando una mano le cubrió los ojos. Ella sabía quien era.

—David— Habló, con una sonrisa.

David le destapó los ojos y le sonrió. —Hola Mía— La miró de arriba a abajo. —Estas hermosa—

—Gracias, David. Tu también— Respondió la ojiazul, admirando ese traje azul que el chico lucía.

—¿Y tus amigos?— Preguntó David, tomándose un trago.

—Cada quien en lo suyo— Respondió Mía, soltando un suspiro.

David la tomó de la mano y se acercó a su oído. —Acompáñame— Susurró.

Mía no lo pensó dos veces. Se dejó guiar por ese chico apuesto que la traía loca y ambos salieron del salón principal de Riverdale High.

Se detuvieron a medio pasillo y Mía notó que David estaba algo nervioso.

—¿Estas bien? Estas muy raro desde temprano— Admitió Mía, extrañada.

David tomó aire y le sonrió falsamente. —Solo estoy un poco nervioso porque me gustas, Mía—Confesó.

Ella sonrió y se sonrojó, pero no se sentía lista  para decirle lo mismo.

—Sígueme— Le pidió David a Mía, tomándola otra vez de la mano.

Mía lo siguió y él la guió hasta los vestidores. Él cerró la puerta y fue otra vez hacia ella, con una presión en su pecho. En el fondo no quería hacer lo que le pidió Donna.

—¿Qué estamos haciendo?— Preguntó Mía, acariciando el rostro del chico.

Él la miró a los ojos. —Tu solo confía en mi y déjate llevar, preciosa. ¿Si?— Preguntó.

Ella asintió, con algo de inseguridad, y él colocó ambas manos en la cintura de la pelinegra y empezó a besarla, con cariño y pasión, y ella se dejó llevar.







Bughead casi roto y la niña a punto de cometer un error 😳

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Samy ❤️

Error Adolescente |Bughead| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora