Dos chicos que están a nada de graduarse de la secundaria e iniciar sus vidas, pero cometen un error que puede comprometer su futuro y tal vez sus vidas para siempre
Pasó un mes, y la familia Jones Cooper estaba más unida. Betty y Jughead le contaron la historia también a su hijo menor, y éste quedó sorprendido, pero no le prestó mucha atención a eso.
Mía estuvo extraña, más cerrada y reservada. Ocultaba algo, pero era algo realmente serio y que le aterraba contar.
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En Riverdale High, los estudiantes disfrutaban su receso en el jardín, sentados sobre el pasto.
La única que no disfrutaba nada era Mía. Solo podía mirar a ese chico con el que había estado aquella noche... con un secreto que debía contarle. Un secreto tan serio para ella que la aterraba como a nada. David ni le dirigía la mirada después de esa noche.
—Mía... ¡Mía!— La llamó Alexandra.
Mía miró a su amiga y también a Anthony, confundida. —¿Que?—
—¿Cómo que qué? ¿Que diablos estás mirando?— Le preguntó Alexandra a Mía, mirando hacia donde ésta miraba. —¿Acaso estas mirando a ese idiota?—
—Mía... ya te lo advertimos. El muy imbécil nisiquiera te ha mirado desde la noche de la fiesta— Le recordó Anthony, haciendo un silencio mientras la miraba. —Pero... no pasó nada entre ustedes esa noche... ¿Verdad?—
—¿Hay algo que aún no nos has dicho, pequeña sucia?— Le preguntó Alexandra a Mía.
Ella suspiró y volvió a mirar a David. —No pasa nada. Es solo que... debo decirle algo importante a David—
Alexandra y Anthony se miraron, preocupados.
—¿Es algo malo? ¿Pasó algo grave?— Se atrevió a preguntar Alexandra.
—Si hay que agarrar a ese maldito a los puños tú solo habla Mía— Aseguró Anthony, apretando sus puños.
—No... está bien. Es algo entre él y yo— Respondió Mía, tomando aire, muy nerviosa.
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Mía había llegado a casa, pero solo estaba Jughead. Él estaba en la sala, frente a su hija, esperando a que ella le dijera los motivos de su actitud tan extraña estos días.
—Estoy esperando por ti, hija— Avisó, ya cansado. —Dime por qué has estado tan extraña. ¿Acaso pasó algo la noche que llegaste tarde? ¡Háblame Mía!—
—¡Está bien!— Aceptó la menor, cerrando los ojos con fuerza mientras las lágrimas ya bajaban como cascadas por sus mejillas. —Esa noche... esa noche fui a la fiesta de la secundaria con mis amigos. Bailamos, pero los perdí de vista y me fui con un chico—
—Oh no... no mi pequeña— Murmuró Jughead, negando con los ojos cristalizados. —¿Y luego? ¿Quien era ese chico?—
—Yo... fui muy estúpida, papá. Él me llevó a los vestidores... empezó a manosearme y yo lo dejé... lo dejé llegar a donde quiso y yo... papá, perdón— Se disculpó, soltando un sollozo. —Estoy embarazada papá. Ayúdame— Suplicó entre lágrimas.
Eso le cayó como una apuñalada al corazón. Sintió su estómago y su pecho doler y estaba tan atónito que se arrodilló y lloró.
.......
Jughead despertó exaltado, dando un salto que casi lo hizo caerse de la cama. Su corazón golpeaba con fuerza su pecho y cuando miró a su alrededor, notó que había sido un mal sueño.
Respiró, aliviado, y cuando se sentó al borde de la cama vio que su esposa entró a la habitación, con una sonrisa.
—Despertaste— Dijo Betty, acercándose a él y dejando un tierno beso en sus labios. —¿Estas bien? ¿Una pesadilla?— Preguntó, preocupada.
—Ya relaja tu instinto maternal, Betty. No necesito que me trates como a uno de los niños— Avisó Jughead, divertido, besando dulcemente sus labios. La miró de arriba a abajo y vio ese vestido rojo vivo corto y sin tirantes que ella tenía, combinando perfecto con sus hermosos ojos verdes y su pelo abundante y suelto. —¿A donde vas así de hermosa amor?—
—Gracias. No me gusta este vestido porque me siento gorda, pero si tú piensas que me veo bien... entonces lo creeré— Aseguró, sonriéndole.
—Pero... te ves mucho mejor sin él. Desnuda frente a mi, sin nada de ropa— La miró de arriba a abajo.
Betty se mordió el labio con una sonrisa. —Eres un maldito pervertido—
—Aprendí de la mejor— Contestó, poniéndose de pie y abrazándola. —Hueles delicioso amor... pero ya enserio. ¿A donde iras? ¿Me dejarás solo?— Preguntó, separándose.
—No lo intentes. Ya quedé con Verónica y no le voy a fallar. Iremos antes de recoger a los niños a la escuela. Te amo— Se despidió, dejando un pequeño beso en sus labios para luego retirarse de la habitación.
—Oye, espera— La llamó, saliendo de la habitación y siguiéndola. —Si vas a besarme, al menos hazlo como me gusta cuando vas a salir—
Betty se detuvo a mitad de las escaleras y lo miró con una sonrisa. Él también la miró a ella y se besaron, con fuego, pasión y deseo, pero esta vez no podían dejar que ese beso llegara tan lejos.
—¿Ahora si?— Le preguntó Betty, mirándolo con ternura.
—Claro que sí amor. Te amo mucho mucho mucho mucho— Le dijo, llenándole la cara de besos.
—También te amo mucho mucho mucho mucho— Respondió la ojiverde, dejando un beso pequeño sobre los labios del ojiazul para luego salir de la casa.
Jughead la siguió hasta la puerta principal y la vio subir al auto e irse. Ella le sonrió y él le sonrió a ella.
No importaba cuantos errores cometieran. El amor tan fuerte que uno sentía por el otro lo superaba todo.
Él volvió a entrar a la casa, y suspiró al verla tan grande y vacía. Sus hijos en la escuela y su esposa fuera de la casa con su amiga.
Jughead subió las escaleras y fue a su habitación para ponerse su chaqueta, una que le regaló Betty en su cumpleaños, y salió de esa habitación para ir con sus amigos un rato en lo que llegaba la hora de buscar a los niños.
Pero cuando iba por el pasillo, vio algo frente a la puerta de la habitación de su hija que lo hizo quedarse helado, atónito, paralizado y que el pecho y el estómago le dolieran, así como en el sueño que tuvo.
Era una prueba de embarazo positiva con sus dos rayas, y estaba frente a la puerta de la habitación de su hija.
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Temiendo lo peor....
Y sufriendo las clases virtuales para luego sufrir aún más las presenciales 🥲
