Dos chicos que están a nada de graduarse de la secundaria e iniciar sus vidas, pero cometen un error que puede comprometer su futuro y tal vez sus vidas para siempre
A la rubia le había costado mucho conciliar el sueño la noche anterior, por más que su mamá se esforzó por hacerla sentir mejor.
Se había ido a dormir con el pensamiento de que era la peor hija del mundo. Que lo que estaba creciendo dentro de ella no era nada más que el recordatorio de una noche en la que cometió un error que ahora le está costando su familia, amistades, estudios y seguramente su futuro a largo plazo. Quizá hasta comprometa su salud.
—Elizabeth— La llamó Alice en voz baja, acariciando su cabello. —Hora de levantarse linda. Tienes que terminar estas últimas semanas de escuela—
Betty se quejó, empezando a abrir lentamente los ojos, pero manteniendo la cabeza hundida en la almohada.
—¿Te sientes bien? ¿Puedes ir a estudiar hoy? En ese caso Whaterbea dijo que puedes tomar las clases en línea— Informó Alice, sin dejar de acariciar el cabello de su hija.
Betty levantó la cabeza de la almohada para darle una respuesta, pero se tuvo que levantar de repente para correr al baño y vomitar. Los síntomas del embarazo la estaban cansando.
—Betty— La llamó Alice, deteniéndose en la puerta del baño mientras veía a su hija vomitar pegada al inodoro. —¿Te sientes bien?—
Cuando finalmente pudo dejar de vomitar, la miró. —Voy a ir. Solo dame quince— Avisó, volviendo a vomitar.
Alice asintió y se retiró, sintiéndose mal por ver a su hija pasar por todo eso siendo tan joven.
Y Betty, por su parte, no se sentía mal solo físicamente. Emocionalmente estaba peor. Su padre se había ido de la casa por su culpa sin dejar rastro. Ella amaba a su padre y toda la vida fue su niña consentida.
En media hora, ya la ojiverde estaba dentro del auto mientras su mamá empezaba a encender el auto.
Ella estaba cansada. No tenía ganas de nada, absolutamente nada. Estaba cansada, pasando malas noches, sufriendo malestares incómodos todo el día y sentía que lo que estaba creciendo dentro de ella solo la estaba consumiendo.
Definitivamente no sentía amor hacia ese feto fruto de su amor con su novio, y eso la hacía sentir peor.
—Betty, escúchame— Pidió Alice, antes de empezar a conducir. —Tienes que ver a una obstetra. ¿Sabes?—
Ella asintió débilmente, sin mirarla mientras jugaba con sus dedos. —Lo se—
—Bien... porque reserve una cita para hoy, justo después de clases. Estaré esperándote afuera para ir directo al hospital— Avisó. —Si quieres dile a Jughead que nos acompañe. Después de todo es el papá de tu bebé—
Betty asintió con la mirada baja. No le agradaba escuchar ninguna de esas palabras. Sentía miedo ante esas palabras.
Alice condujo hasta llegar a Riverdale High y estacionó el auto frente a la institución para despedir a su hija. Aunque lo intentaran, su relación madre e hija se vio afectada por esta situación.
—Ya sabes, Betty. Nos vemos esta tarde y sería bueno que tu novio te acompañara— Dijo Alice desde adentro del auto.
—Está bien. Nos vemos— Se despidió la menor.
Alice arrancó el auto y se fue, desapareciendo entre el tráfico, y justo cuando Betty iba a dirigirse al edificio, Jughead la sorprendió con un abrazo que fue muy reconfortante para ella después de tanto drama y sufrimiento en su vida.
—Mi amor, princesa... ¿Como estas?— Le preguntó el chico a su novia, sin dejar de abrazarla y besando su mejilla.
Ella se separó del abrazo, pero lo volvió a abrazar mientras algunas lágrimas se le escapaban. —No sabes lo bien que me siento ahora que te veo—
—Muñeca... lo mismo digo— Contestó, separándose del abrazo y tomando el rostro de su novia entre sus manos, mirándola fijamente. —¿Estas bien? ¿Que tienes?—
Ella no respondió y solo lo volvió a abrazar. Ahí el entendió que tal vez ella no necesitaba hablar y solo necesitaba sentirlo cerca.
—Me puedes contar más tarde hermosa. Pero es mejor que vallamos entrando— Sugirió, tomando su mano y besándola para luego dirigirse al interior de la secundaria.
—Espera— Lo detuvo, haciendo que él la mirara. —Yo... ¿Puedo pedirte un favor?—
Él le sonrió con ternura. —Mi vida... eso no se pregunta. Lo que sea por ti— Aseguró, besando su frente y abrazándola.
Ella lo abrazó y por primera vez desde ayer se sintió bien nuevamente, después de tanto dolor.
—¿Que quiere mi chica?— Le preguntó, dejando otro beso en su mejilla. Cuando estaban juntos todo era besos, abrazos, y si la situación lo ameritaba, algunos toques que terminaban en situación bastante calientes.
—Mamá me reservó una cita con una doctora hoy, y me gustaría que tú...
—Claro— Aceptó sin dejarla hablar. —Claro que iré contigo amor—
La ojiverde sonrió y lo abrazó con las pocas fuerzas que le quedaban. Agradecía tener un novio atento y que de verdad la amara.
—Vamos nena— Pidió el chico, entrelazando su mano con la de ella para dirigirse al interior de la secundaria.
Betty empezó a caminar al interior de la secundaria tomada de manos con su novio, pero los dos notaron algo extraño y diferente en el ambiente.
Todos los miraban, y eso no era habitual. Los miraban como si fueran criaturas raras o como si hubiesen hecho algo... malo.
Se escuchaban los murmullos mientras los alumnos los miraban como si los señalaran, como si los juzgaran.
—¿Qué está pasando?— Le preguntó Betty a su novio en voz baja mientras éstos se detenían en el pasillo.
—No lo se, bebé. No les hagas caso— Sugirió Jughead, abriendo su casillero del pasillo para sacar un libro.
Betty notó que Tabitha estaba ahí, usando su casillero al lado de Jughead. —Tabitha...— La llamó la rubia en voz baja.
Tabitha la miró y sonrió, pero no parecía una sonrisa como tal. —¿Como estas, Betty?—
—Bien... ¿Pero de casualidad no sabes qué está pasando?— Preguntó Betty.
Tabitha bajó la mirada y aclaró su garganta. —Bueno... solo diré que se esparcieron unos rumores... delicados sobre ti y sobre Jughead—
En eso Jughead cerró su casillero con un libro en mano y la miró. —¿Cuáles rumores?—
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Les dije que las paredes tienen oídos 👀
Pd: ¿Me recomiendan alguna película de drama y romance para el próximo sábado? 😭
