Dos chicos que están a nada de graduarse de la secundaria e iniciar sus vidas, pero cometen un error que puede comprometer su futuro y tal vez sus vidas para siempre
Fueron unos muy buenos meses. La llegada de la nueva bebé le dio un giro de 360° a la familia, pero aún así estaban siendo muy felices.
Chloe estaba siendo la bebé más tranquila que les tocó tener a Betty y a Jughead. En cuanto a su relación, estaban muy bien, sin ocultarse más cosas, criando a sus hijos como un equipo.
Lo que no sabían es que su hija mayor seguía viéndose con David a escondidas, pero lo que estaba a punto de pasar los afectaría a todos.
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Un día de la semana normal, con las responsabilidades habituales. La escuela, el trabajo y los hijos.
Betty, Jughead y los menores desayunaban juntos, pero Betty tenía a la bebé en sus brazos mientras desayunaba con su familia y esta no dejaba de llorar.
—Ya Chloe... ¿Por qué lloras tanto? Te alimente y no necesitas que te cambie. ¿Qué sucede?— Le preguntó Betty a la bebé, poniéndose de pie con ella en sus brazos mientras seguía llorando.
—¿Por que la bebé llora tanto?— Se quejó Mateo, tapándose los oídos.
—¿No necesitas ayuda? Tal vez yo pueda hacer algo con mi hermanita— Se ofreció Mía.
—No, niños. Ustedes tienen escuela y se les hará tarde. Yo me encargo— Contestó Betty, aún con la bebé llorando en sus brazos.
—Te voy a dar una ayudita mi amor— Se ofreció Jughead, poniéndose de pie y tomando a la bebé en sus brazos. —Bien... ya papi está aquí. Soy yo, Chloe, no llores— Le habló y salió al jardín con ella por la puerta trasera.
Betty suspiró y se sentó de nuevo en la mesa, mirando a sus otros dos hijos. —A veces se pone muy rebelde—
—Así son los bebés y por eso no me agradan— Opinó Mateo, terminando su desayuno y poniéndose de pie.
—Pero es tu hermana y tu también fuiste bebé. Llorabas mucho más que Chloe. ¿No eras tu quien estaba diciendo que a cualquiera le rompías la cara por tu hermanita?— Lo molestó Mía, divertida.
—Una cosa no tiene que ver con la otra— Se justificó el niño, llevando los utensilios a la cocina y dirigiéndose a su hermana.
—Lo logre, creo— Presumió Jughead, entrando a la casa con la bebé en sus brazos, que ya había dejado de llorar.
Betty se puso de pie, se acercó a él y tomó a su pequeña en sus brazos. —¿Como lo hiciste?—
—Solo la saqué a ver mariposas y se quedó callada— Respondió Jughead, encogiéndose de hombros y sacando las llaves de su auto de su bolsillo. —Vámonos a la escuela muchachos. Betts... llegaré lo más pronto que pueda— Besó sus labios y la cabeza de la bebé para salir de la casa.
—Está bien, los amo mis niños hermosos— Le dijo a sus hijos mientras éstos salían de la casa.
Mía y Mateo se despidieron de su madre y de su hermanita y entraron al auto, con su padre al volante para irse a sus respectivos centros educativos.
Jughead dejó primero al niño en la escuela y luego fue a dejar a Mía, estacionando el auto frente a la secundaria.
—Adiós papá. Te quiero y por favor llega lo antes posible a la casa. Chloe debe tener a mamá como su esclava— Sugirió Mía, saliendo del auto rápidamente.
—¡Te amo hija!— Le gritó desde adentro del auto para luego empezar a conducir de regreso a casa.
Él se sentía bien. Estaba bien en su matrimonio y estaba criando a sus hijos junto a la mujer de su vida. No necesitaba nada más.
Llego a casa y estacionó el auto. Todo estaba en silencio y él consideró que eso era bueno porque la bebé no lloraba.
Salió de su auto y entró a la casa. No vio ni a Betty ni a la bebé en la sala, pero cuando fue a la cocina encontró algo que casi hizo que su corazón dejara de latir.
Betty estaba inconsciente, en el piso de la cocina, y el corrió hacia ella y la tomó en sus brazos para tratar de despertarla con desesperación.
—¡Betty!— La llamó, asustado. —Betts... despierta amor. ¡Betty!—
Betty empezó a abrir lentamente los ojos y cuando estuvo consciente se sentó, alterada. —Mi bebé... ¡Mi bebé!— Gritó, empezando a llorar.
—¿La bebé? ¿Donde esta? ¿Que te paso?— Preguntó Jughead, ayudándola a ponerse de pie. Estaba muy confundido y asustado.
—¡Donna se llevó a mi bebé!— Exclamó Betty, arrebatándole las llaves del auto a Jughead y saliendo de la casa, corriendo.
—¿A donde vas? Necesito saber qué está pasando— Pidió Jughead, siguiéndola.
—Donna me hizo quedarme inconsciente para llevarse a mi Chloe, pero creo que la podemos alcanzar aún— Aseguró Betty, entrando al auto.
Jughead entró al auto con ella, sin pensarlo. Esto fue muy repentino, pero la vida de su bebé corría peligro y nadie se metía con su familia así.
—¿Por donde se fue?— Le preguntó Jughead a Betty mientras ésta conducía. —¿Estas segura de que sabes a donde fue con mi hija?—
Betty no le respondió y continuó conduciendo hasta que pasó por Riverdale High y vio el auto de Donna, con ella conduciendo muy rápido para alejarse, y el llanto de la bebé. Obviamente ella la tenía.
—¡Maldita perra!— Gritó Betty, dándole la vuelta al volante y haciendo que el auto gire para seguir a Donna.
Eso se convirtió en una persecución en la que Betty no tenía en cuenta lo rápido que iba y solo quería alcanzar a Donna. Su instinto materno la enloquecía.
—¡Alcánzala mi amor! ¡Ella no puede llevarse a nuestra bebita!— Exclamó Jughead, enojado.
Betty continuó siguiendo el auto de Donna, sin importarle la velocidad a la que corría. Solo quería alcanzar a su bebé.
De repente el auto de Donna se detuvo y Betty detuvo el auto que conducía frente al de ella, obstaculizándola.
Quedaron en medio de una carretera desierta y vacía, con una pendiente muy empinada al lado izquierdo de la carretera.
Pero antes de que Betty y Jughead pudieran bajar del auto, Donna bajó primero con la bebé llorando en sus brazos, pero no tenía salida. Solo estaba esa pendiente muy empinada y peligrosa, directamente hacia el vacío.
—¡Entrégame a mi bebé!— Exigió Betty, acercándose a ella, muy enojada.
—¡Dame a mi hija en este momento!— Le gritó Jughead, al lado de Betty.
—¡Alto!— Les respondió, alzando a la niña hacia el vacío. —¡Si se acercan más voy a tirar a esta niña!—
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