"Capítulo 50"

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Esa semana pasó más rápido de lo que todos pensaron. Betty estaba muy nerviosa, sobre todo porque ahora dejará a su hija con Jughead y no sabía si el chico podría cuidarla solo.

Iba a juntarse con personas muy importantes por el éxito que tuvieron unos libros que empezaron como simples artículos de periódico.

Jughead no tenía experiencia cuidando a su hija el solo, pero ahora le tocará hacerlo.

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Betty esperaba a Jughead en su casa junto a su hija para luego poder irse, y la niña estaba muy inquieta.

—¿Papi ya vino? ¿Papi aún no viene?— Preguntó Mía, corriendo de un lado a otro con el pequeño oso que le dio JB antes de que naciera.

—No bebé. Papi ya está a nada de llegar pero por favor quédate quieta— Le pidió Betty, soltando un suspiro.

Mía dejó de correr. Se detuvo cuando escuchó el sonido de un auto llegando a la casa. Conocía ese sonido y empezó a saltar de la alegría y corrió hasta la puerta principal.

—¡Papi! ¡Papi! ¡Papi!— Chilló la menor, dando saltitos, emocionada.

—¿Y donde esta la bebé más hermosa de papi?— Preguntó Jughead, abriendo la puerta principal con una sonrisa.

—No soy bebé— Negó Mía, corriendo a los brazos de su padre y abrazándose a su cuello.

Jughead abrazó a su pequeña y miró a Betty. —Estoy aquí. Ella estará bien y se portará excelente. ¿Verdad mi amor?— Le preguntó a la niña.

—¡Si!— Aseguró Mía, feliz.

Betty sonrió y se acercó a su hija, depositando un pequeño beso en su frente. —Te amo, mi niña hermosa. Nos vemos mañana en la noche mi amor—

—No te vallas mami— Le pidió la niña.

—Mami tiene trabajo, pero lo bueno es que estarás con tu papi y él va a cuidarte en lo que yo no estoy— Le dijo Betty, sonriéndole.

—¿Por que no pueden quedarse los dos? Quiero que estén juntos— Pidió Mía, con los ojos cristalizados.

—No quiero que llores mi vida. Ven aquí— Respondió Betty, tomándola en sus brazos y llenándole la cara de besos. —Ya me tengo que ir. ¿Te quedas con papi?—

Mía asintió y regresó a los brazos de su padre. Los dos salieron al jardín para despedirse de Betty con un gesto con la mano.

Vieron ese auto irse con la rubia adentro para no verla hasta mañana, y la niña lloraba en silencio.

—Shhh... No llores princesa. No me gusta que mi niña llore— Le dijo Jughead a su hija, entrando a la casa con ella en sus brazos.

—¿Por qué se fue mami?— Preguntó, casi llorando.

—Porque mami también trabaja igual que yo para que tengamos dinero y así podamos darte todo lo que quieras— Contestó el ojiazul, dejándola sobre el sofá más pequeño de la sala.

—¿Todo lo que yo quiera?— Preguntó Mía, mirando fijamente a su padre.

—Todo lo que quieras chiquita— Aseguró Jughead, sonriéndole.

Mía bajó la mirada y luego lo volvió a mirar. —¿Por que no vuelves a la casa conmigo y con mami? ¿Por qué te fuiste?— Preguntó.

Jughead tomó aire y se sentó al lado de su pequeña, sentándola en su regazo. —Escucha, mi amor. Mami y yo te amamos, y mucho. Pero mami y yo últimamente... tenemos algunos problemas y no queremos que esos problemas te afecten a ti. Tú y tu mamá están mejor conmigo lejos—

Mía lo miró, con sus ojitos curiosos y grandes llenos de lágrimas. —Pero no estamos mejor sin ti. Mami no lo sabe, pero yo siempre veo cuando ella llora y cuando está triste. No estamos mejor sin ti. Te necesitamos papito. Te necesito— Sollozó.

Jughead la abrazó y los ojos le ardían, queriendo soltar algunas lágrimas. Le rompía el corazón ver a su hija tan rota por las decisiones de los adultos.

—No llores mi vida. No quiero y no me gusta que mi niña llore— Dijo Jughead, separándose del abrazo y limpiándole las lágrimas a su hija. —¿Acaso he dejado de verte desde que me fui de la casa?—

Mía negó, limpiándose algunas de las lágrimas que le quedaban.

—Y nunca lo haré mi amor. Soy tu papá y nunca... pero nunca voy a dejarte sola o a dejar de verte mi niña. No importa lo que pase conmigo y con tu mamá o si estoy en otro lugar o si vienen extraterrestres y me llevan— Bromeó.

—¡No!— Negó Mía, soltando una risa. —Extraterrestres no—

—¿Quieres ver la televisión mi amor?— Le preguntó Jughead a su hija, tomando el control remoto.

—Si. Ladybug— Pidió.

—Lo que mi niña consentida desee— Aceptó Jughead, encendiendo la tv y abriendo los ojos como platos al ver a su chica en la tv. —¡Es tu mamá!—

Mía centró su atención en la tv y una gran sonrisa se dibujó en su rostro al ver a su mamá. —¡Es mi mami!— Chilló, aplaudiendo.

En la tv, Betty estaba en una entrevista con personas muy importantes a las que les encantó su libro y estaban dispuestos a hacerla llegar lejos.

En la tv...

—Es increíble lo lejos que llegó su libro, señorita— Dijo un señor de traje. —Muchas madres e incluso padres se han sentido identificados—

—¿De donde sacó todo esto? Es tan real y al mismo tiempo tan personal...— Admitió una señora.

—Bueno... yo...— Empezó Betty, con una sonrisa. —Me convertí en madre a los diecisiete años y no tenía ni idea de cómo cuidar a un bebé. Por suerte tuve mucho apoyo de mi mamá, mis amigos y mi novio, el padre de mi hija. Empecé a tomarme lo de ser madre como una aventura en la que adquiría más conocimiento y solo escribía lo que pensaba, lo que sentía, mis dudas, mis experiencias y mis emociones en cuanto a mi hija. Tengo que decir que gracias a mi hija estoy aquí. Convertirme en madre tan temprano fue algo traumático para mi, pero gracias a eso soy lo que soy hoy. Mi hija es el gran amor de mi vida—

Betty recibió muchos aplausos y felicitaciones de parte de esos grandes autores y críticos literarios.

Y fuera de la tv, su hija y el padre de ésta estaban más que orgullosos de ella.

Betty se había convertido en una gran mujer, y esa gran mujer tenía a un hombre loco por ella.




¿Esto podría ser más lindo?  No lo se 🥲

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Samy ❤️

Error Adolescente |Bughead| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora