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─Mira, esto es muy lindo...

Changbin dirigió la mirada al gigantesco cuadro frente a él.

Se trataba de una pareja, un hombre y una mujer. El hombre tenía a la mujer entre sus brazos, estos rodeaban su cuello y una de sus manos le tomaba el rostro, donde los labios del hombre descansaban. La mujer se encuentra de rodillas sobre cesped y flores, tiene un vestido ajustado que también es decorado con flores, al igual que su cabello claro.

Der Kuss ─leyó el pequeño cuadrado junto a la pintura de tonalidades doradas─. ¿Eso es alemán?

─Sí, y se traduce a El beso ─Jimin sonrió, mientras movía su cabeza─. Es lindo, me gusta.

─Te ha gustado absolutamente todo lo que hemos visto.

La chica suspiró con cansancio fingido y ladeo un poco el rostro. Su cabello largo se encontraba tomado en una coleta, tenía puesta una chaqueta de cuero que parecía abrigar hasta el alma y unos pantalones negros que le dijo una vez que eran sus favoritos. Usaba zapatos bajos porque se acostumbró a ellos en el hospital y había un suave rastro de maquillaje en su ojos y mejillas.

Y aunque las mangas de la chaqueta le quedaban un poco largas, Jimin no soltó su mano en ningún momento. Ni siquiera cuando ella misma se estaba quejando de lo incómodo que era.

─Bueno, por algo el arte es subjetivo y abstracto, ¿no?

─Sí... ─Changbin terminó por asentir─. Como sea, no me gusta. Pero mira, el pintor se llama Gustav Klimt y la pintura tiene laminillas de oro.

─¿En serio laminillas de oro?

─Ni loco hubiese hecho eso. El gasto es casi innecesario.

Jimin rió suave, reprimiendo la carcajada que quiso soltar porque o sino recibiría un regaño de los guardias en el lugar.

─Probablemente se volvió millonario luego de eso ─dijo entre risitas, señalando la pintura con una de sus manos casi cubiertas con el abrigo por completo─. Todo sacrificio tiene su recompensa.

─De todas maneras no lo hubiese hecho.

─¡Porque eres tacaño!

Changbin no lo negó tampoco, quizás sí era un poco tacaño y no le avergonzaba admitirlo. Él sabe perfectamente lo que sucede cuando se abusa de lo que está a su alcance. Sabe de adicciones y conoce la absurda necesidad de seguir gastando hasta saciarse. Y si es que puede saciarse.

Porque hay espacios vacíos que jamás se llenan, hay necesidades que no las satisface nada y hay cosas que no se pueden conseguir o que directamente están prohibidas.

Como las drogas.

Aunque con un pie en el infierno, Changbin ha aprendido a base de golpes y lecciones de vida que, en realidad, las drogas no son lo más dañino para el organismo. Lo peor para las personas son otras personas, son las mentiras, los engaños, los miedos. Las drogas y su sensación narcótica jamás podrán igualarse al cuchillo de en quién creías confiar.

Caminan por el museo a paso lento, Jimin siempre dice en voz alta lo que le parece lindo y Changbin prefiere guardarselo para sí mismo.

Hasta que llegan al final de las pinturas y se encuentran con una pareja muy melosa, besándose, tomándose de las manos y diciéndose palabras que prefieren ignorar porque en serio son muy vergonzosas.

─Jimin.

La chica dejó de prestarle atención a la pareja a lo lejos y lo miró con una sonrisa muy grande y que parecía brillar junto al resto de pinturas en el museo. Ella, sin duda alguna, también debería estar ahí.

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