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Hay historias que jamás son contadas.

Travesuras de niños, problemas de adolescentes, amores de una sola noche... Erorres que siguen caminando entre la gente como si nada. Hay historias que no llegan a conocer la luz del día, porque tienen que estar bien enterradas, allí es dónde pertenecen, siete metros bajo tierra para que no puedan volver a la vida como los zombies o los vampiros. Para que no se vuelva a repetir y no arruine lo que se vive en la actualidad.

Después de todo, no puedes ver dos películas a la vez, la codicia no entra en esto. Una tiene que detenerse y ahí es dónde se decide: ¿Pasado o presente?

Lastimosamente, a nadie se le enseña que las historias no se deben ocultar, no se deben borrar de la memoria como si solo fuesen hechos vacíos y efímeros. Como si los humanos no fuésemos un cúmulo de errores y aprendizajes, como si las emociones no navegaran por nuestras venas y no fuese lo que nos mantiene de pie.

Quién no conoce su historia, está condenado a repetirla.

Mark no lo entendía.

Borró todo de su antigua vida, tapó los errores y siempre fue el chico perfecto que su familia esperaba. Enterró lo que no le servía y siguió su camino sin mirar atrás, sin hacer un funeral o una despedida apropiada para lo que algún día lo marcó. Solo se marchó y no se dio cuenta de que el lago cerca comenzó a salirse, el agua llegó a la tierra y la volvió húmeda y fácil de remover.

Una mano salió de la tierra mojada, trayendo a la vida a una historia que jamás debió ser olvidada.

─Mark ─lo estaba mirando con una sonrisa suave, pero que, para él, fue como ver a un psicópata recién salido de un hospital psiquiátrico, justo como en esas películas de terror muy exageradas.

Se quedó de pie en medio del pasillo sin saber qué hacer.

─¿Cómo has estado?

─Bien ─responde seco y aclara su garganta, esa no es precisamente la conversación que le gustaría tener─. ¿Y tú? ¿Qué estás haciendo aquí?

─Oh, bueno ─él agacha la cabeza sin quitar la sonrisa─. No mucho, en realidad... Solo buscaba a mi primo, no creas que voy a estudiar o algo así, eso no es lo mío.

Ríe y Mark lo hace con él, pero no es sincero, solo ríe de nervios y la sorpresa de encontrarse a un fantasma después de tantos años.

─¿Tienes un primo aquí? ─Mark pregunta en un hilo de voz.

─Sí, pero no es muy fan de todo esto, así que mi familia lo presiona un poco para no dejar la carrera.

─Claro...

Pestañea unas cuantas veces y sacude su cabeza con lentitud, por fin vuelve a respirar correctamente, vuelve a la vida y endurece un poco la mirada. No sabía que algún día volvería a encontrarse a ese chico, ni siquiera en sus sueños más extraños. Todo es tan repentino que no logra procesarlo correctamente.

─Uh, hace unos años escuché sobre el incendio ─habla una vez más y Mark quiere escapar, pero él se acerca con esa sonrisa amable y no puede hacer mucho─. ¿Cómo fue eso? ¿Estás bien?

─Fue un accidente, y sí... Estoy bien, supongo.

─Oh, lo lamento tanto ─la sonrisa se vuelve triste, similar a la que vio la última vez que estuvieron juntos en el mismo lugar─. Fue horrible, ni me imagino cómo te debiste sentir tú y tu familia.

─Ya lo superé, no hay ninguna herida con respecto a eso ─murmura y retrocede un paso.

Hay algo que no está bien, se siente observado, pero solo se encuentran ellos dos en medio del pasillo vacío en la universidad. Todos están en clases, menos él, quién se quedó más tiempo de lo esperado en el baño y acabó enfrentando los demonios del pasado.

Dream BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora