127

1.1K 255 107
                                    

Yixing regresa a su casa como toda mañana normal, igual a cualquier otra.

No le sorprende en lo absoluto encontrarse con su único hijo en la cocina, sirviéndose un café tan cargado que seguro lo mantendrá despierto por el resto del día. Y probablemente, la misma noche. Se sienta frente a él en la isla de la cocina, Chenle de pie, en silencio y concentrado en lo que hace. Ni siquiera una mosca vuela a su alrededor.

─Que sean dos ─dice fuerte, por si Chenle no lo había escuchado o siquiera lo vio llegar. Para su sorpresa, él lo había hecho, le responde con un corto asentimiento de cabeza.

Extraño.

De todas maneras, su comportamiento ha variado en escenas así desde que la boda no se llevo acabo aquel desastroso día. Como si su cuerpo aun estuviera en el mundo, pero su cabeza vuela por el universo. Lo deja ser, comprende desde sus años de experiencia que la culpa es algo que se debe tratar poco a poco, no se va a olvidar de todo lo que hizo de un día a otro, nunca ha funcionado así. El problema es que Yixing sigue tan ocupado con su trabajo que tampoco le da el tiempo para pasarlo con su único hijo e intentar solucionar desde adentro sus malestares.

Algún día no tan lejano, Chenle va a dejar la casa, tomará todas sus cosas y simplemente se irá, porque no hay nada que lo detenga. ¿Acaso querrá cuidar del padre que solo se centra en trabajar cada día más?

Por supuesto que no.

No hay razón para cuidarle el sueño a quien nunca pasó ni una sola noche con él.

Suspira fuerte, de pronto hay una taza de café muy negro en sus manos, Chenle sigue sin mirarlo y le parece demasiado extraño. Una cosa es lo que siente respecto a sus responsabilidades y decisiones apresuradas, pero otra es la distancia que de pronto había tomado esa mañana, aun cuando el día anterior había estado mejor en comparación a otros. ¿Qué demonios?

Sin embargo, todas sus dudas son respondidas cuando escucha pasos perezosos bajar la escalera y lo primero que ve es a Park Jisung frotando sus ojos, vestido como si hubiese estado de fiesta toda la noche y el cabello castaño más que desordenado. Por supuesto, de eso se trataba el comportamiento de Chenle. Yixing deja caer su espalda en modo de rendición cuando comparte miradas con el más joven de los presentes.

─Buenos días ─saluda él con un tono alegre─. ¿Qué hay para desayunar?

Yixing rueda los ojos, toda su atención fija en su hijo, quien se encontraba apoyado en el mesón con los brazos cruzados sobre su pecho.

─¿Es en serio? ─pregunta.

─A mi también me alegra mucho verlo otra vez ─Jisung vuelve a hablar y Yixing lo mira. En ese punto de la vida, no sabe si quiere agarrarlos a ambos y encerrarlos en una habitación o simplemente desaparecer de sus vidas. Las dos alternativas son bastante tentadoras.

─Jisung ─dice en modo de saludo y con mala gana─. Muchísimo tiempo sin saber algo de ti, ¿como has estado?

─Mejor ahora, gracias. ¿Y usted? ─Jisung se deja caer en el asiento frente a Yixing, a un lado de Chenle, solo que este ultimo seguía parado y su peso apoyado en los muebles de atrás─. Tiene cara de que no ha dormido en años.

─Sí, eso lo sé, no he dormido bien últimamente.

Chenle se aclara la garganta y se mueve en silencio por la cocina. Esta vez, su falta de palabras no es debido al desorden en su cabeza, al contrario, se trata de la vergüenza que le genera toda esa situación. Sabe muy bien qué es lo que está pensando su padre en ese preciso instante; tanto para nada. Pero también es consciente de la felicidad que irradia Jisung y no puede quejarse por ello, no puede prestarle atención a la evidente disconformidad de su padre por lo rápido que había vuelto a sus brazos.

Dream BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora