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─Ya no estoy tan seguro de que esto funcione...

Su voz se escucha algo apagada, observa la habitación como si allí pudiese hallar alguna respuesta. Hay ropa en el suelo, los zapatos esparcidos por el lugar como si hubiesen estado jugando a lanzarlos y las sábanas seguían intactas bajo sus rodillas, pero sabía que era cuestión de tiempo para que estas se salieran de los extremos del colchón.

Mark le sonrió y le entregó la venda, Donghyuck observo el pequeño trozo de tela con una mueca en el rostro. ¿Acaso habían enloquecido?

─¿Por qué no lo haría?

─Bueno... Creo que hay muchas razones por las que no ─Donghyuck ríe y Mark lo hace con él, rápidamente muerde su labio inferior, la curiosidad picando en su cuerpo como un mosquito en pleno verano─. ¿Crees que perdí la cabeza?

─Ya habías perdido la cabeza cuando te conocí, esto no es nada nuevo.

─¡Tenía como ocho años!

El mayor suelta una risa fuerte que frunce el ceño de su novio. Se ve tan lindo así que, inevitablemente, se inclina para besar su mejilla.

Donghyuck infla los mofletes pintados en color rojo, apreta la venda entre sus dedos y suspira. Le había costado tanto llegar hasta allí, tomar una decisión y ponerlo en práctica, no quería rendirse tan pronto.

Porque Mark tiene paciencia con él, tal vez, la que nunca nadie tendrá. Sabe que si le hubiese permitido estar desde el comienzo, muchas cosas serían diferentes. Y aunque sabe que él no se irá por lo que a veces no le deja avanzar, de igual manera se siente incorrector. Donghyuck no quiere que Mark sea el único que da por ambos, es muy consciente de que, para lograrlo, debe silenciar sus miedos e inseguridades de vez en cuando.

─¿Listo?

No, no lo está, pero hay veces que la presión es buena. Cuando quieres, solo que no te atreves... ¿Por qué no?

Donghyuck asiente con la cabeza y extiende sus brazos para tapar los ojos de Mark, hace un nudo simple, pero lo suficientemente ajustado para que no se vaya a soltar. Entonces, a la vista solo queda la linda nariz de su novio y los labios que besaría hasta el cansancio.

─Luces ligeramente más atractivo así ─comenta entre risas suaves.

Mark bufa.

─No puedo decir lo mismo ─su voz ronca le pone los pelos de punta en cuestión de segundos─. Realmente no puedo, no te veo.

El chico de piel morena ríe mucho más fuerte y por poco se va hacia atrás, casi cayendo de la cama. Si no estuviese vestido únicamente con ropa interior, esa escena hubiese sido de lo más divertido en toda su existencia.

─Deberías acostumbrarte, sabes que...

─Solo besame.

Y lo hace, Donghyuck rompe la distancia entre los dos, uniendo sus labios en un beso lento y húmedo.

Se mueven al compás y encajan como si ambos fuesen una pieza del mismo rompecabezas, partidos por la mitad el día de la creación y destinados a buscarse, hasta estar juntos. Mark presiona sus caderas y lo tira hacia su cuerpo, Donghyuck entiende de inmediato lo que quiere. Así que, con el calor subiendo por su cuerpo y la vergüenza desapareciendo, se sienta sobre el regazo ajeno.

Cuando su intimidad dio comienzo hace unos años atrás, Donghyuck se sentía muy confiado, cada acción, cada palabra, cada travesura, nunca dudó de sí mismo. Mark era quién se avergonzaba, las mejillas solían estar muy rojas en el momento que ambos se desnudaban y de suerte le mantenía la mirada. A Donghyuck le daba tanta ternura que nunca cuestionó nada, no exigió más de lo que el mismo Mark podía dar y estaba perfecto así. Actualmente, le alegra que, al darse vuelta los papeles, Mark sea el compañero que Donghyuck fue alguna vez.

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