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No importa cuántas vueltas dé, le es imposible dormir.

Abre los ojos y se queja, suspirando con fuerza. Un sonido de frustración atrapado en sus labios. Sentándose con la vista borrosa, mueve sus dedos una y otra vez para poder acostumbrarse a la oscuridad en su habitación. Esta vez, no metafóricamente hablando. Hay oscuridad fuera, seguro ya era demasiado tarde para seguir despierto. Para seguir sintiendo.

Es frustrante, el deseo creciendo en su interior, la ansiedad, las preguntas... ¿Por qué tiene que ser tan difícil mantenerse alejado? ¿Por qué no puede ser fuerte?

─Qué más da ─dice y se pone de pie a la velocidad de la luz.

Busca en su closet alguna sudadera, como si no fuesen todas idénticas, de la misma tonalidad oscura. Sabe hace años cual es su estilo, siempre encasillado en lo mismo, demasiado perezoso para intentar con algo más, poco fan de la moda para darle importancia. Si la ropa es cómoda, no le interesa que el negro predomine y parezca carente de emociones y personalidad.

Una vez está vestido lo más decente posible, baja las escaleras con un bostezo saliendo de sus labios. Es sorprendente como su cuerpo se encuentra cansado, pero su mente no logra apagarse. Los pensamientos controlando sus extremidades, recuerdos amenazando con destruirlo en cuanto el sol se escondía y la luna brillaba en la oscuridad.

─¿Dónde vas?

Jisung se queda quieto de inmediato, lleva la mano hasta la zona de su corazón, mientras gira lentamente para ver a su madre allí. Sooyoung está sentada en el sofá, celular en mano y gigantes lentes de descanso en su rostro, casi cayendo por el puente de su nariz.

Por poco no la cuenta. Ni siquiera creía posible que estuviese despierta tan tarde, se supone que al otro día debía trabajar y ahí se encontraba, las ojeras muy marcadas en su rostro cansado. Jisung se pregunta en su interior, muy dentro de sí, si acaso el insomnio colectivo se debía al aniversario de fallecimiento que se acercaba tan rápido como las olas rompiendo en la orilla del mar. Ambos orgullosos para aceptarlo, pero demasiado débiles para negarlo.

─Donde los chicos ─responde rápido, poniendo la capucha de la sudadera sobre su cabeza─. No creo que regrese temprano, vete a dormir pronto.

─Ten cuidado, ¿sí?

Asiente lento con la cabeza y camina hasta la puerta.

Suelta un ruidoso suspiro por lo que parece ser la millonésima vez en la noche. Gira sobre sus talones para caminar hasta el sofá. Deja un beso en la frente de su madre y se despide con una suave sonrisa. Los mismos gestos que solía tener ella cuando era pequeño, todo aprendido como la más delicada de las caricias, el amor muy presente en su hogar roto.

No fue ninguna sorpresa que Park Jisung creciera siendo un niño cariñoso, empalagoso con quiénes lo rodeaban. Tímido al comienzo, entregado al final. Por años, eso era lo único que realmente tenía; el amor que no dudaba en entregar.

Sale de la casa, el viento golpeando su rostro al instante, lo hace extrañar la calidez que había allá, los brazos de su madre y la comodidad de su cama. Pero no puede dormir, no importa cuántos temas hable con su progenitora durante la noche, no importa con cuántas vueltas recorra su colchón, nada le ayuda a apagar los gritos en su interior, a detener la hemorragia de su corazón sangrante.

Y es casi como un chiste, porque Sooyoung sabe perfectamente lo que Jisung tiene pensado hacer. Lo conoce hace más de veinte años, incluso antes de que decidiera nacer. Su hijo es tan trasparente como el agua cristalina, un libro abierto. La timidez nunca fue un impedimento para leerlo tan bien. Jisung sabe que ella no iba a detenerlo, siempre dándole el libre albedrío para los errores, fingiendo no conocer cada uno de sus movimientos. Ambos eran buenos en ello.

Dream BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora