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─Maldita lluvia de mierda, te odio tanto...

Sus pasos lentos por la vereda húmeda, los huesos adoloridos y el ligero temblor de su cuerpo, todo le traía oscuros recuerdos del pasado.

Renjun durmió fuera de casa más de una vez, más veces de las que podría contar con los diez dedos en sus manos. Las primeras veces fueron porque no hacía lo que sus padres le decían, por romper accidentalmente algo, por no hacer comida o no tener el aseo listo. Fue así, hasta que solo se acostumbró y prefirió pasar las lluviosas noches en la plaza frente a su hogar roto.

Hay muchas cosas que Renjun nunca le confesó a nadie, por mucha confianza que tuviese con la otra persona, simplemente no podía. Y una de ellas eran las noches bajo la lluvia, temblando como un perro callejero y esperando a darle la pena suficiente a un matrimonio para que decidieran adoptarlo.

Por eso odia la lluvia.

Hay heridas que nunca sanan, Renjun leyó una vez que la piel se arruga bajo el agua por los vasos sanguíneos que se contraen. Y eso lo llevó a darse cuenta de que lo mismo sucedía con su corazón.

Aunque, volviendo a la actualidad, tampoco puede quitarse la responsabilidad, había sido completamente su culpa salir del campus de la universidad sin un paraguas.

Sigue avanzando por las calles solitarias, escucha el viento rugir, las gotas chocar contra las superficies, algunos rayos y tiembla con cada uno de ellos. No está muy seguro de si se debe al frío y al agua que ya empapó toda su ropa, o al miedo de que algo malo le suceda en ese lugar poco concurrido.

Y hay una salvación.

En su oscuridad eterna, pocas veces vio la luz, solían ser momentos específicos que no duraban mucho, pero sí lo suficiente para que Renjun encontrase paz y no se volviera loco en la soledad. Era un ciclo, se repetía cada vez que sentía que el mundo se iba a acabar, su mundo.

Esa salvación lo mira desde un auto, ceño fruncido, cabello peinado y la ropa que esperó toda su vida usar, en el puesto que toda su vida esperó estar.

Seungmin se baja sin quitarle la mirada de encima, dando un fuerte portazo que resuena por sobre la lluvia. Trae puesto ese traje que al mismo Renjun lo ahoga, pero a él parece que le devuelve la confianza. Se acerca, mientras las gotas se pierden en su cabello castaño y se resbala por su rostro con expresiones cruzadas.

Mientras el pegamento de sus trozos rotos se caía con la tormenta sobre él y en su interior.

─¿Es en serio? ─son las primeras palabras de Seungmin, después de dos años en silencio e intentando convencerse de que todo había muerto─. No había manera de que no supieras que iba a llover.

Se quita la chaqueta y se la pone sobre la cabeza, justo como en las películas que solía ver con Jaemin cuando descubrió que existían y que la vida podía ser un poco más bella con fantasía. Esta evita que la lluvia siga mojando un poco más su cuerpo empapado.

Lo rescata.

Después de tantos años, sigue haciéndolo.

Renjun no sabe que decir, vuelve a quedarse inmóvil, de pie en medio de la calle como si así pudiese resolver algo.

Hay tantas cosas en su cabeza, tantas palabras y tantos insultos que desearía soltar sin filtro, pero ninguno es capaz de abandonar sus labios temblorosos. Ninguno atraviesa los muros a su alrededor, ninguno es capaz de luchar en una guerra que estaba declarada hace muchísimos años.

─Yo...

─Sube al auto.

Abre los ojos y sacude su cabeza de inmediato, la cordura volviendo poco a poco, golpeando las mariposas que no pudo asesinar ni siquiera con la maldita distancia.

Dream BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora