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El trabajo puede ser tu mejor aliado o tu peor enemigo, eso está más que claro. Y aunque ha aprendido a ponerle un límite a lo que alguna vez lo consumió por completo, no dejan de existir esos días en que está totalmente agotado y solo desea llegar a su hogar para descansar del abrumador horario laboral.

Hace unos años hubiese dicho que era una exageración, que podía con eso y más, pero actualmente solo espera a volver.

Encontrarse a dos jóvenes sentados en su sofá, moviendo un plato de comida de un lado hacia a otro como si fuese un balón de fútbol no estaba en sus planes, definitivamente no. ¿Pero le sorprendía? Ni un poco.

─¿Qué se supone que hacen ahora? ─preguntó con una mueca en el rostro. Temía llegar un día y encontrarse con algo que sus ojos no podrían ver.

─Hola papá.

─Hola suegro... ¡Déjame, Jeno!

─Vamos a salir, pero no hemos cenado ─su hijo le explicó─. Y le dije a Jaemin que tiene que comer o se va a emborrachar hasta el culo.

El recién nombrado rió un poco, sin embargo, la seriedad volvió inmediatamente a su rostro.

─Ya comimos hace unas horas, Jeno. Y si lo hacemos otra vez vamos a dejar un desastre con el primer trago ─Jaemin lloriqueó.

─La verdad es que no me interesa eso.

─¡Ya me di cuenta!

Jaehyun rodó los ojos y suspiró, se quitó el saco de su traje y lo echó al cesto de ropa sucia, mientras el par seguía discutiendo en el fondo.

Sí, su casa era un poco más cálida desde que Jaemin llegó a la vida de su hijo menor, pero también más ruidosa y desordenada. Definitivamente no extraña los viejos tiempos, no extraña el frío entre sus paredes, los silencios infinitos y el miedo que parecía estar sobre ellos como una nube negra, sin embargo, hay ocasiones como esas en las que desea que se callen solo por un segundo.

─¿Van a dormir acá? ─consultó.

Jeno y Jaemin dejaron de señalarse con sus dedos como si fuesen dos niños para mirar a Jaehyun y asentir con la cabeza al mismo tiempo.

─Sí, la semana pasada estuvimos donde Jae ─su hijo le respondió─. ¿Por qué?

─¿Que acaso no puedo preguntar?

─¿Y que acaso no puedo preguntar yo también?

El más joven de los tres soltó una pequeña risita por lo graciosa que era la situación y lo extraño que seguía viéndose ante sus ojos, independientemente del tiempo que lleve concurriendo a ese lugar.

Es cierto que Jeno se parece más a su madre biológica, una vez vio una fotografía escondida entre libros viejos y mucho polvo, y realmente se sorprendió. Físicamente son idénticos, los mismos ojos de media luna, la sonrisa sincera y la postura siempre recta. Es cierto también que una vez su suegro le confesó que la personalidad de Jeno era la copia de su madre, hasta los diez años era como escucharla hablar a ella y no al niño solitario que era en ese entonces. Tan similares que le llegaba a asustar.

No obstante, durante esos últimos tres años, Jaemin ha observado muy de cerca como Jeno se convierte en una versión joven y más libre de su padre. Las mismas expresiones, oraciones e incluso está seguro de que respiran al mismo ritmo. Y ver esa pequeña e insignificante discusión solo le confirma que es porque ambos se están pareciendo demasiado.

Los similares chocan y los diferentes se atraen.

─Porque no quiero que hagan ruido cuando vuelvan. La última vez casi se caen de la escalera... ─lo último lo comentó con una mueca que hizo reír al par.

Dream BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora