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─No me dijo nada importante.

Mark reprime una risa y presiona sus labios en una línea, la mirada lasciva hace rodar los ojos de Minho. Sabía que iba a reaccionar de esa manera.

─Bien ─bufa, haciendo un gesto con la mano─. Puede que yo me haya equivocado, pero no deja de ser extraño.

─¿Qué se supone que es lo extraño? ─Mark le pregunta, esta vez, volviendo su rostro un poco más serio─. La mujer acabó su relación con el abuelo y se alejó, listo. No tiene mucha ciencia, Minho.

Y por mucho que le cueste dejar sus teorías conspirativas de lado, es posible que Mark tenga la razón. Porque es cierto, existe la posibilidad de que solo esté sobre pensando más de lo debido, poniéndose como el capitán en un embarcamiento que jamás le perteneció y llevando peso innecesario a sus hombros. Si sigue así, solo perderá la cabeza por completo, hasta que no quede nada de él.

Minho suelta un largo suspiro.

─Es solo que yo...

─Quieres tener las respuestas a todo ─Mark completa por él─. Y lo entiendo, he sido así durante muchísimo tiempo. Pero hay cosas que no tienen respuesta y no todo es como pensamos, Minho.

Asiente con la cabeza lentamente, por supuesto que es así. Llena sus pulmones de aire y no lo suelta hasta que Mark le da suaves palmadas en la espalda, las cuales deberían tranquilizarlo, pero es todo lo contrario. ¿Por qué no puede relajarse?

¿Por qué no puede calmar a su corazón salvaje?

Mira a su hermano y no entiende como logra vivir con tantas preocupaciones, como han pasado años y aún no pierde el control con tantos conflictos sin resolver. Minho no puede compararse en lo absoluto, porque es miedoso, le aterra un poco el desorden en su vida, el caos ajeno lo alimenta, pero también le hace temblar bajo las sabanas como el cobarde que ha sido desde que nació. Y es cierto, él jamas podría ser Mark Lee.

─Pero yo vi a una mujer esa noche... ─susurra con la mirada fija en el pasillo.

El pasillo donde vio y escuchó los tacones rojos, resonando en las baldosas blancas como una bomba a punto de explotar. Una escena del crimen.

─Solo tú lo viste, Minho.

El recién nombrado abre la boca, gira ligeramente su torso en la dirección de su hermano mayor. La mirada de Mark ha cambiado con el paso de los años, derrumbaron las paredes que los separaban y el desprecio se transformó en compasión, comprensión que Minho jamas pensó que podría recibir de él. No obstante, hay momentos como ese en donde Minho realmente desea que Mark no lo vea como si fuese alguien a quien tenerle lastima.

¿Hasta dónde puede llegar la comprensión y la empatía? ¿Es capaz de nublar el juicio de la persona más brillante que ha conocido alguna vez?

─Sí, lo sé, pero no creo que lo haya imaginado.

─Y yo no creo que lo hayas hecho ─Mark se apresura en aclarar, y de todas maneras, Minho está casi seguro de que quiso decir eso─. Pero tampoco puedo ayudarte si no fui yo el que lo vio, mucho menos los chicos que no saben nada.

El silencio reina entonces, Minho mira el piso como si este pudiese darle las respuestas a todas sus dudas, por muy absurdas que fuesen. Por otro lado, Mark le mantiene la mirada, hasta que los pasillos comienzan a llenarse poco a poco de estudiantes, siguen su ciclo sistemático, todo funciona como siempre. El tiempo no se detiene, son ellos los que se quedan estancados en medio del pasillo, intentando resolver problemas que los sobrepasan.

Y finalmente, Minho se da por vencido. Baja sus brazos, está a punto de decirle a Mark que tiene razón y lo mejor es dejar el tema. Al menos, hasta que alguno consiga la respuesta correcta.

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