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Donghyuck llena sus pulmones de aire y permite que la paz abrace por completo su cuerpo.

No hay voces en su cabeza, no hay pensamientos intrusivos, ideas absurdas, no hay recuerdos grises. No hay nada malo. Cierra los ojos y siente como la calma se extiende por sus músculos, siente como el aire que inhala, lo hace brillar por dentro, ilumina hasta lo más oscuro en su interior. Y sonríe ligeramente, porque es como volver a nacer.

Vivir con depresión no es "curarse" mágicamente, una parte muy importante de su diagnóstico es aprender a vivir con ello. Aceptar que está allí, que es parte de sí mismo y que jamás se irá, que muchas cosas no volverán a ser cómo antes.

¿Pero es realmente divertido ser la misma persona toda la vida?

Lo piensa siempre, porque a pesar de que a veces la tristeza es más grande y siente que no podrá recuperarse, intenta ser positivo. Piensa en el renacimiento, en su nuevo yo, en lo que podría llegar a ser si tan solo dejase de lado las inseguridades por un momento. Piensa en todas las posibilidades, en los nuevos caminos y las puertas que le quedan por abrir. Y es fantástico, está bien, aunque eso no significa que no hayan días donde se caiga sobre la tierra del camino y se raspe las rodillas.

O donde no encuentre la llave de la puerta.

Son esos días, donde crece el cesped verde y le enseña el sendero que debe seguir, la cerradura brilla y le recuerda dónde insertar la llave. Son esos días donde Mark besa su rostro y todo parece estar más que bien.

Ambos están besándose en la habitación de Donghyuck, intercambiando suspiros y uniendo sus almas con abrazos que deberían ser eternos. Hay solo una sábana sobre sus cuerpos, los cuáles traían el pijama más simple que pudieron encontrar en el closet del chico moreno. Se besan hasta que sus cicatrices dejan de sangrar y no queda más que el recuerdo de la oscuridad que una vez los consumió.

La mano de Mark hace un recorrido por su abdomen, hasta llegar a su pelvis y las cosquillas son inevitables. Tiene la intención de ir más allá, pero Donghyuck ríe y lo aparta con lentitud.

─¿Qué pasa? ─Mark pregunta en un susurro, alejando sus labios solo unos centímetros de los de Donghyuck.

Donghyuck llena sus pulmones de aire una vez más y habla.

─Es que me da vergüenza...

─¿A esta altura?

Ambos ríen a la par, pero Mark lo nota, puede ver las preguntas pasando rápidamente por los ojos de Donghyuck como si se tratase de una máquina, ve las dudas y el miedo.

Y es algo que tuvo que aprender con el tiempo. Porque no lo conocía, no por completo. Descubrió una nueva versión de Donghyuck, una parte de sí mismo que es temerosa y un poco impulsiva, así que se encargó de memorizar las preguntas en su cabeza como una canción de verano. Aprendió a leerlo, a saber exactamente qué es lo que le sucede.

─¿Amor? ─lo llama, trayéndolo de vuelta a la realidad.

─Hay tantas cosas que todavía son difíciles de asimilar... ─Donghyuck murmura y se remueve en la cama, la sábana acaba por caer de su cuerpo y siente frío.

A pesar de que esa delgada sábana no cubría por completo sus miedos.

─¿Cómo cuáles?

Pero Donghyuck no responde de inmediato, en cambio, se queda pensando y mojando sus labios con su propia saliva. Mira el techo, luego los ojos de Mark y la pared detrás. Y repite el proceso, hasta que las palabras salen de su boca por sí solas y cobran un poco de vida.

─No me siento seguro haciendo... Esto. Es como si estuviera desconectado de mi cuerpo.

Mark abre los ojos y se sienta sobre la cama.

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