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La canción comienza a sonar por el parlante y su cuerpo se mueve por simple costumbre.

Hay un tono melancólico en la persona que está cantando, un toque de tristeza y desesperación que Park Jisung no tiene problema en trasmitir también. Cada músculo de su cuerpo se contrae, identifica alguna de las palabras en aquella canción en inglés y se marea por unos segundos, pero sigue moviéndose.

Está en automático.

El gigante espejo frente a él refleja su cansancio, las pocas ganas que tiene de estar ahí, pero sigue intentando porque el mundo no se detiene. No se detendrá por él, ni por nadie.

Se pierde totalmente en sus pensamientos una vez que permite que estos se apoderen de su mente agotada, las preguntas, los recuerdos y las palabras que nunca dijo, se acumulan como polvo en un estante. Park Jisung se convierte en un libro viejo que nadie más vuelve a leer. Y así como le da permiso a su cabeza de fallarle, su cuerpo también lo hace.

─Mierda... ─es lo último que murmura, antes de caer al suelo de rodillas y con las palmas adoloridas.

Suelta un largo suspiro, mientras eleva la mirada lentamente y se ve a sí mismo en el espejo, tratando de luchar contra lo que estuvo siempre ahí.

¿Cómo se olvida a quién siempre estuvo?

¿Cómo se borran los recuerdos?

¿Cómo finge que todo está saliendo bien?

Sus compañeros no tardan en hacer presencia en el salón. Juyeon y Chaeryeong se arrodillan junto a él, cada uno en un lado, mientras que Hikaru se queda de pie detrás de él, jugando con sus propias manos. De todas maneras, Jisung logra verla a través del reflejo.

─Sung ─Chaeryeong lo llama, al mismo tiempo que acaricia su brazo con suavidad─. ¿Quieres que vayamos por un helado?

No, no quiere.

─Estoy practicando...

─Solo te estás lastimando ─Juyeon se apresura a decir─. Lo mejor es que salgas de aquí un momento, te distraigas en algo más y luego vuelvas. La coreografía no te va a salir si te fuerzas, sabes que tienes que dejar que fluya.

Y aunque no quiera, ellos tienen toda la maldita razón.

Suelta un largo suspiro que resuena en toda la habitación, y finalmente, asiente con la cabeza. Chaeryeon le sonríe de inmediato y lo ayuda a ponerse de pie.

Hay un mareo molestando cuando logra pararse otra vez, uno que lo obliga a permanecer quieto, hasta que se va y le deja un vacío en el estómago muy molesto. Chaeryeong no lo suelta, Juyeon comienza a contar una historia que debería ser chistosa y la chica restante camina junto a ellos en completo silencio.

Salen de la universidad con Juyeon y Chaeryeon sujetando sus brazos. Le recuerda a su madre cuando sale con sus amigas en su tiempo libre, ellas recorren todo el centro comercial tomadas de los brazos, ajustándose a la velocidad de cada una y tomándose todo el tiempo del mundo. Jisung se siente así, incluso es agradable asimilar ambas situaciones, pero la tranquilidad se esfuma cada vez que observa la espalda de Hikaru, quién va unos pasos más adelante, guiándolos por el camino que conocen muy bien. No puede verla sin recordar lo que sucedió esa noche.

La noche en que se rompió más de un corazón.

La noche en el que el alcohol no fue suficiente para curar las heridas.

Es entonces cuando Jisung es consciente de que salió del encierro en el salón de baile para ir a destruirse en el exterior. Es consciente de que, ni todo el dolor físico que pudo haber tenido allá, se puede comparar al emocional en cuanto pone un pie en la cafetería y heladería que tanto aman sus amigos.

Dream BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora