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─Mmh, esto está bueno.

─¡Te lo dije, Ren! ─la chica exclama con felicidad, aplaudiéndose a sí misma─. Las cosas dulces se me dan a la perfección.

Donghyuck, junto a ambos, asiente con la cabeza, mientras le da un mordisco al cupcake que había hecho su hermana de diferentes colores y detalles hermosos. Los tres se habían encontrado por casualidad en el campus de la universidad, y luego de tantos comentarios y chistes repartidos, decidieron quedarse allí, conversando de la vida como si no tuviesen más responsabilidades pendientes.

─¿Que acaso ustedes no están en los mismos talleres? ─pregunta Renjun, a lo que Giselle niega con la cabeza.

─Hyuck no quiso entrar a repostería.

─¿Por qué no? ─esta vez, el chico más bajito se gira a ver a Donghyuck con el ceño ligeramente fruncido. ¿Cómo es posible que no haya escogido lo mejor del mundo?

─Ya se los dije, no es mi fuerte ─comenta, alzando los hombros─. Además, ya tengo a Giselle ahí, no quisiera opacarla con mi presencia.

La chica suelta una carcajada y empuja a su hermano con suavidad, pero como es de esperarse, él exagera el golpe, comenzando a acariciar su hombro con dramatismo. El cual hace reír incluso a Huang Renjun, quién luego de unos segundos, siguió comiendo el pequeño pastel con total tranquilidad. Había sido un alivio encontrarse con ellos y su estómago sin haber desayunado.

Quién diría que la paz no dura por siempre...

Es cuando Giselle comienza a contar una historia de sus nuevas amigas y ambos están muy sumergidos en los sucesos como para notar el ambiente a su alrededor, no ven que una pareja se acerca a ellos; chico y chica. Él choca su hombro con Renjun, no es un golpe para nada suave, pero no pareció ser intencionalmente, así que evita reaccionar como ha acostumbrado a hacer para protegerse a sí mismo.

─Ten más cuidado ─dice, su voz tranquila, pero el rostro fruncido en señal de lo extraño y repentino que fue el golpe.

Ni siquiera estaban en medio del pasillo u obstruyendo algún camino como para que fuese culpa de ellos tres. Renjun se ha vuelto experto en accidentes y situaciones catastróficas, siente el peligro. Sabe cuando su castillo de naipes está a punto de colapsar.

─Oh, lo lamento tanto... ─el chico se gira con una mueca, hay sinceridad en su mirada, hasta que sus ojos oscuros se fijan en Renjun y cualquier muestra de franqueza desaparece casi por completo─. Huang Renjun.

Es triste de alguna manera, porque sus antenas del peligro le están advirtiendo que algo no va bien.

─¿Te conozco?

─No me conoces ─él luce tranquilo, pero hay algo en su sonrisa que lo inquieta─. Pero yo sí te conozco a ti. De hecho, todos aquí lo hacemos...

Renjun suelta una risa nerviosa, intenta aligerar el ambiente, convenciendo a su mente arruinada de que no es nada de eso, no está peligrando, no está a punto de morir otra vez. Solo son pequeños sucesos con los que tiene que aprender a vivir, porque no todo el mundo busca hacerle daño.

─No tengo ni la menor idea de lo que estás hablando.

Donghyuck niega con la cabeza, suspira fuerte y deja en evidencia su descontento con aquella conversación que no los estaba llevando a ningún lado.

─Vámonos, ¿sí? ─habla en voz baja, para que solo Renjun y su hermana pudiesen entender. Ambas manos en la espalda de los dos, los empuja ligeramente para que se den la media vuelta y dejen a ese chico hablando solo.

Por supuesto, y al igual que Renjun, también había desarrollado ese sentido que le advertía cuando el mundo está a punto de caerse a pedazos. Tal vez son aquellas ocasiones cercanas a la muerte que lo han vuelto más sensible, más observador, menos impulsivo. El Donghyuck de hace unos años se hubiese escandalizado con el misterio de ese chico, simplemente por la manera en que se dirigía a uno de sus amigos, pero el Donghyuck actual solo puede pensar en lo terrible que sería si se desata una guerra.

Dream BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora