131

934 194 137
                                    

Después de cinco días, la cordura comienza a abandonarlo.

Sumido en confusión, ventanas revelando las primeras caricias cálidas del sol, iluminando la casa, menos su corazón marchitado. Sentado en el final de la escalera, entierra el rostro entre sus palmas, las marcas oscuras bajo sus ojos siendo prueba de lo mucho que odia cuando sale el sol.

Porque significa que no ha regresado.

Otro día más.

Solía temerle a la noche, Donghyuck odiaba la oscuridad, y eventualmente, Mark comenzó a sentir un poco de recelo por ella. Siempre pensó que serían los demonios quién se lo podrían llevar. No en el maldito día, no el sol que toca sus brazos con calidez y suavidad. Y si este siempre tostaba su bonita piel, volviéndola más hermosa de lo que ya era, ¿por qué no lo trae de regreso?

Ve por el rabillo del ojo como Minho se pasea desde la cocina hasta la sala, y luego repite el proceso. Es un maldito infierno, una competencia de quién pierde la cabeza primero. Para sorpresa de absolutamente todos, no es Minho quién se encuentra al borde de la locura, con los ojos tan abiertos que parecen querer escapar de sus cuencas, el cabello largo cayendo por su frente y casi tapándole la visión. No es Minho el hermano que está imaginando un millón de escenarios, uno más catastrófico que el anterior.

Y todos igual de probables.

─Jamás pensé que nos iban a castigar así ─suelta el menor de ellos, apoyándose en la pared frente a Mark y cruzándose de brazos.

Mark asiente, no existen las palabras suficientes que revelen cuan desesperado se sentía.

─Es desesperante.

─Quiere que roguemos ─susurra, acariciando sus propios brazos por inercia─. Está esperando a que lo hagamos, volviendonos locos...

Hay un pensamiento intrusivo en el fondo de su mente, los ojos oscuros por poco atraviesan el rostro preocupado de Minho, por un momento, siente la necesidad enfermiza de gritarle. No hay razones, solo emociones desbordadas, una furia que ha reprimido desde que tiene uso de la razón. Porque nunca le dejaron demostrar lo que realmente sentía, si no hubiese sido por Donghyuck y Minho, probablemente ya se hubiese arrancado la piel, pidiéndole a cielo un poco de piedad.

─Quiere que yo lo haga.

Y Minho no colabora, porque solo hace una mueca y no habla más. Como si supiese que puede generar una pelea, como si supiese muy bien que Mark va a explotar ante el mínimo comentario. Un globo en un desierto, abrazando a los cactus.

─Me voy a volver loco ─confiesa y apoya la espalda en los escalones, totalmente perdido y encomendado a Dios─. Casi lo pierdo dos veces.

─Mark...

─Dos veces ─repite para sí mismo─. No bastó con estar del otro lado del continente y no poder ayudarlo, tuve que tenerlo lejos hasta estando en la misma ciudad. Y se siente peor, jamás podré saldar todas mis cuentas.

Su hermano se acerca lentamente, se ubica en cuclillas, estando a su altura. Lo toma de los hombros y Mark se tiene que obligar a ver el brillo en los ojos de Minho. ¿Cuándo comenzó a ser tan la voz de la razón, tan mayor que lo desconoce y extraña su antigua versión?

─Nada de eso es tu culpa ─le dice en un tono suave, apretando sus huesos con delicadeza─. Nada de lo que pasó antes, mucho menos lo de ahora.

─¿Estás seguro que no?

─Mark.

Mark aparta las manos de Minho y se pone de pie como un resorte, todo su cuerpo en llamas por la nada misma que ha dormido, solo unas horas en cinco días viviendo despierto, forzandose a no dormir solo por miedo. Terror a que algo suceda mientras no está. No otra vez.

Dream BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora