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No había nada nuevo en el clima, ninguna señal de que todo podría derrumbarse.

Jeno se había levantado bastante temprano aquel día, su hermano mayor iba por sus pertenencias; pues finalmente se había mudado. Jaehyun evitaba un poco la situación, encerrado en su habitación, fingiendo estar bien cuando no era así. Y él lo entiende también, es extraño despertar y no ver al idiota de su hermano preparándose un café muy cargado y haciendo huevos revueltos para los dos. No obstante, comprende que si su padre no puede estar presente en ese proceso por la nostalgia y separación, entonces él tendrá que hacerlo.

¿Cómo darle la espalda después de tanto que dieron por él y en un día así de importante? No es tan egoísta como parece (o como desearía ser).

Se mueve por la casa con cajas pesadas, su cabeza le duele desde temprano, ya que la noche anterior se había acostado tarde, sobrepensando y dando vueltas en su cama. Sigue siendo un poco difícil de asimilar, especialmente en una temporada tan estresante y solitaria como la que había estado viviendo.

A pesar de la tristeza y felicidad dividida en sus emociones, no fue un día tan malo. Almorzaron los tres en la sala con unos cuantos cuadros menos, rieron durante un buen rato, recordando historias que no olvidarían jamás. Por ejemplo, aquella vez que a Jeno lo persiguieron las abejas por intentar meter la mano en un panel, entonces, su hermano tuvo que hacerse el valiente e intentar espantarlas con agua, acción que no les agradó para nada a los bichitos, y así fue como ambos pasaron la semana picados y con alergias. O cuando su hermano presentó a su primera novia a los dieciocho años, y accidentalmente, Jeno vertió las ensaladas sobre ella.

Muchos momentos valiosos habían dado comienzo en el hogar donde la nieve caía en verano. Tardaron años en estabilizarse, en regresar a la vida y convertirse en personas funcionales. Lo más probable es que nadie pudiese entenderlo alguna vez, porque historias divertidas hay en todas las familias, pero para ellos significaron un nuevo comienzo. Las primeras risas, las primeras bromas, las graduaciones, los trabajos y las personas que también llevaron a su frío hogar.

Todo estaba tan bien.

Jeno no hubiese pensado que el toque en su puerta sería el comienzo y el fin de lo que le ha perseguido toda su vida.

─¡Que abra Jeno! ─exclama su hermano desde el baño. Estaba buscando su cepillo de dientes hace casi media hora, según él, lo había dejado dentro del mueble, aunque lo más probable es que Jaehyun lo haya botado por accidente.

O tal vez, no tan accidente.

El recién mencionado mira a su hijo menor y Jeno suspira ruidosamente, rodando los ojos.

─¿No ves que intento guardar estas estupideces? ─pregunta con una fingida voz molesta─. Siquiera, ¿por qué coleccionas todas estas cosas inútiles...?

─¡Ya abre, mocoso!

Y a regañadientes, Jeno arrastra los pies sobre el piso, digiriéndose hacia la puerta.

Jaehyun deja de revisar fotografías antiguas, sentado sobre el sofá con las piernas cruzadas y una bata sobre su pijama de adulto responsable, como a Jeno le gustaba llamarle. Había pedido un día libre para poder despedir a su hijo mayor correctamente, aunque al comienzo le costó bastante salir de su habitación y aceptar la cruda realidad que deben vivir los padres. Observa con atención como Jeno abre la puerta con algo de brusquedad.

Al otro lado hay una mujer alrededor de sus treinta años, vestida con un pantalón oscuro, blusa blanca y un saco negro sobre ella, trae un sombrero del mismo tono. Parece una abogada o tal vez un ángel de la muerte, su rostro blanco lo confunde un poco al comienzo.

Dream BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora