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Cuando se habla sobre emociones y sentimientos, pocas veces se menciona el enfado y lo que provoca en el cuerpo. Y si esto sucede, lo muestran como algo negativo que debe evitarse a toda costa. Se muestra como un tabú, una emoción que debería ser borrada y limitada o causará muchos problemas en el futuro.

A los niños les enseñan a expresar sus emociones para no ahogarse en éstas, para que, desde pequeños, sepan que cada una de ellas son temporales, sanas y reales. Tristeza, felicidad, miedo... Al parecer, todo es válido cuando se trata de hablar desde el corazón y no únicamente con la boca.

¿Pero qué hay del enojo?

Cierto es que, al igual que el resto, enojarse no deja de ser algo humano. No hay ser en el mundo que no haya sentido su sangre hervir como si tuviese un maldito volcán en su corazón, bombeando malhumor, frustración, ira e irritación.

Y así como cualquier otra emoción, si te sobrepasa, puede provocar guerras...

Aunque es un error suponer que las guerras se llevan a cabo únicamente por rabia. Pocos saben que, en realidad, primero hay desconfianza y advertencias.

Donghyuck no es una persona de naturaleza conflictiva, a pesar de la que solía ser su personalidad extrovertida y molesta para algunos, nunca buscó primero los problemas. Su lema siempre fue "golpeo al que me golpea", porque no le gustaban las diferencias, pero eso no significaba que no se iba a defender.

Así es como en la escuela se ganó una fama a base de mentiras y suposiciones. Cuando era él quién tenía que calmar a sus amigos para que no cometieran algún error, pero ese es un tema muy aparte. Porque aquél día, Donghyuck fue el que golpeó primero.

Y pensaba golpear lo suficientemente fuerte para que no se vuelva a repetir.

Honey, espera un momento ─Mark lo sujetó del brazo, logrando que Donghyuck gire ligeramente su torso para mirarlo con el rostro fruncido─. ¿Qué piensas hacer?

Lo examinó con detenimiento, por poco enterrando las uñas en su piel. Mark lucía sorprendido y algo asustado, nunca lo había visto así de enfadado, y por ende, no tenía ni la menor idea de lo que era capaz de hacer.

─Lo que debo hacer.

Quitó el agarre de un tirón algo brusco, pero Mark lo volvió a detener, insistente.

─No sabes quién hace esto, ¿cómo piensas resolverlo si no tienes la parte más importante?

─No necesito saberlo ─dijo en un susurro, como si fuese un secreto, aunque a juzgar por su tono de voz cargado en rencor, necesitaba que toda la universidad lo supiera─. El anonimato no durará por siempre. Y créeme, las palabras duelen.

Esta vez se alejó por completo y caminó por los pasillos de la universidad con las mejillas roja de la rabia, las manos convertidas puños y la hoja con chismes en una de ellas.

No había manera de que pudiera mantener la calma, no hay manera de que se quede de brazos cruzados sin hacer nada, como si alguna vez lo hubiese hecho, como si alguna vez se hubiese conformado con una injusticia. Donghyuck luchó incluso contra la muerte, así que no le tiene miedo a nada ni a nadie.

No hay manera de que vuelva a sentir miedo en lo que le resta de vida.

Mucho menos a quiénes se atrevieron a meter a su novio y hermana en ese jueguito infantil de la universidad.

Mark Lee solo es un idiota, no sabe hacer nada más que comportarse como un niño bueno, pero en realidad, es el peor de todo su grupito. Solo pregúntenle con cuántas personas se acostó cuando juraba ser heterosexual.

Dream BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora