ESPECIAL (CAPÍTULO UNO)

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Nuestro matrimonio ha estado lleno de mucho amor, apoyo incondicional, respeto y sobre todo, mucha intensidad y pasión.

Si no me hubieran convertido en lo que soy hoy en día, no habría sido capaz de durar ni dos días después del matrimonio, porque me hubieran encontrado disecada.

Los primeros días, lo que salí de la habitación fue poco, pues esos dos no me dejaban salir, teniéndome empalada por todos lados. Por fortuna, no necesitamos dormir y mi estamina ha mejorado favorablemente, de lo contrario, no sé qué hubiera sido de mí.

Quisiera decir que todo ha sido color de rosa, que vivimos una vida normal y tranquila, recogidos con nuestros hijos y disfrutando de nuestra unión, pero no.

Vivir en la mansión Winchester y ser parte de la familia, trae muchas responsabilidades, pues todo lo que recaía antes en la Sra. Khali, ahora recayó sobre nosotros, especialmente sobre mí. Lo peor es que no puedo hacerme la de la vista larga y permitir que sigan muriendo.

Hacer valer las reglas, velar por los nuestros y proveerles, no es tarea fácil. No mientras mis principios me lo impidan, pues conseguir sangre en un terreno donde los humanos se han vuelto escasos, los animales no logran saciar nuestra sed y hay criaturas desconocidas y hambrientas acechando en el bosque, cazando vampiros y a todo aquel que encuentre por delante, no es muy alentador que digamos. Además de que tenemos prohibido cazar fuera de nuestro terreno.

Hace tres meses encontraron muerto al hombre que era el contacto directo y aliado que tenía Louis en el banco de sangre y quien por una suma considerable nos la proveía en grandes cantidades para quienes no tuvieran una fuente estable, porque si algo decidí es que solo los humanos que estuvieran de acuerdo en convertirse en proveedores de sangre, serían los únicos que podrían hacerlo, nadie puede obligarlos, pero ¿qué está sucediendo? ¿Cómo terminamos así?

Hubo una especie de plaga que enfermó a varios humanos y todo vampiro que consumiera sangre infectada, comenzaban a padecer los mismos síntomas. Mis poderes no han servido para evitar ninguna muerte o tragedia.

Todos hablan sobre mí y de lo mal que he manejado la situación, porque según todos aquí, estoy de parte de los humanos y lo que quiero es acabar lentamente con lo que represente un peligro para ellos. Algunos me culpan, alegando que fui yo quién originó la plaga, y la verdad es que desde un principio vieron mi llegada como un presagio de mal; como el preludio de su dolor y sufrimiento.

Cuando dije que quería usar mis poderes para sanar y hacer el bien, no pensé que sería mucha responsabilidad y que habría tantos riesgos. Si mi padre estuviera con vida, sé que él encontraría una solución, pero ahora mismo siento que estoy caminando a ciegas en la oscuridad.

Mis hijos también se están viendo afectados en todo esto, pues aunque comprenden la situación, cuando tienen hambre se vuelven agresivos.

El instituto técnicamente se ha convertido en mi lugar sagrado, donde atiendo a los contagiados y enfermos. Actualmente hay dos vampiros contagiados, presentan manchas negras en la piel, han perdido sus poderes y la fuerza. La delgadez que presentan de un día para otro es alarmante y preocupante. Mis hierbas y mis poderes no han servido de nada. Tal vez porque se me hace casi imposible concentrarme con todas las preocupaciones que vagan por mi cabeza.

—¿Qué haremos? No quiero perder a nadie más— bajé la cabeza devastada.

—Hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance. Especialmente tú, linda. Te has esforzado demasiado.

—Me siento tan inútil. Si mi papá estuviera aquí, seguramente podría ayudarlos y encontrar el origen de esa plaga.

—No vuelvas a decir eso— intervino Ansel—. Has hecho lo que has podido. Ahora mismo estamos a ciegas, pero estoy seguro que lograremos detener esto.

—¿Encontraste algo? —le cuestionó Louis.

—El grupo que salió a cazar esta mañana, se topó con una serie de animales sin vida a las orillas del río. Todos tienen lo mismo en común, y es que sus cuerpos están secos, pero no muestran señales de alguna mordida o herida.

—¿Cuántas personas quedan en el pueblo? — pregunté.

—Solo tres familias.

—Tenemos que hacer algo pronto. Debemos llevarlos a un lugar seguro. ¿Por qué no los traemos aquí?

—No, no podemos traerlos a la mansión. Si alguno de ellos está infectado, puede contagiar a alguno de nosotros. Aún no nos consta si realmente se transmite solamente por la sangre o si hay otra forma. No pienso arriesgar a nuestra familia por esos simples humanos.

—Debemos pensar en algo. No podemos quedarnos de brazos cruzados viendo cómo todos siguen desapareciendo y muriendo…

Hubo un olor desagradable en el aire, uno que me causó cierta disconformidad y severos escalofríos.

—¿Qué ha sido eso?

Nos asomamos los tres por la ventana, viendo a tres hombres y una mujer vestidos con capas rojas, con líneas de color vino, azúl celeste, negras y verdes. Los cuatro tenían armas extrañas y antiguas colgadas del hombro. Uno de ellos traía arrastrado por la pierna e inconsciente a uno de los nuestros. Aunque sus rostros no se veían desde este ángulo, por la misma capa, por las cruces que colgaban en sus cuellos, más ese olor tan desagradable y despreciable que cargaban encima, supe inmediatamente de quiénes debían ser.

—Son cazadores, ¿cierto? — dejé escapar.

—Esto no pinta para nada bien. Lo mejor será salir a recibirlo— dijo Louis.

—Es como si la historia se estuviera repitiendo— agregó Ansel.

«Es cierto, así comenzó la historia de Ansel y Jana cuando se conocieron, pero ahí mismo fue cuando ocurrieron muchas desgracias».

Redención (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora