ESPECIAL (CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE)

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Stacy

Caminé por los pasillos de la casa, dejando que los recuerdos del sabor adictivo de la sangre de Iria inundaran mi mente. Cada paso que daba parecía evocar la intensidad de ese momento en el que mis colmillos se hundieron en su suave cuello, desatando sensaciones que eran tan irresistibles como peligrosas.

Recordé la expresión en su rostro, la mezcla de sorpresa y placer, la forma en que su cuerpo pareció reaccionar de manera contradictoria, luchando entre el dolor y el placer.

Una sonrisa de satisfacción se dibujó en mis labios al recordar esa reacción. Era evidente que Iria experimentaba una extraña fascinación por mi mordida, una sensación que desafiaba todas las convenciones y límites.

¿Quién lo diría?

Mis pensamientos se entremezclaban entre la excitación y la cautela. A pesar de nuestra rivalidad y diferencias, ese momento compartido no podía ser negado ni ignorado. Era un vínculo peculiar que nos unía, alimentado por el misterio y la atracción carnal.

Mi sed de sangre no se había saciado por completo. Iria era una fuente irresistible, y aunque el deseo de probar su esencia seguía latente, también era consciente de los límites.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido del motor de un auto que se encendía. Me asomé por la ventana y pude ver a mi hija Noa, acompañada de Azazel y Bael, subiéndose al auto y alejándose de la casa. Un sentimiento de curiosidad y preocupación se apoderó de mí mientras me preguntaba hacia dónde se dirigían.

Sin embargo, también reconocí que era importante respetar la vida de mi hija y sus propias decisiones. Aunque no entendía del todo el vínculo que compartían los tres, sabía que era su elección y su camino a seguir. Debía confiar en que sabían lo que era mejor para ellos.

Era evidente que Noa, Azazel y Bael formaban un trío peculiar, pero no podía negar que se veían bien juntos. El tiempo pasa demasiado rápido, y ver a mis hijos ya adultos y tomando sus propias decisiones me llenaba de orgullo y nostalgia.

Recordé cuando eran un poco más pequeños y parecía que el tiempo se movía más despacio. Ahora, ante mis ojos, veía a jóvenes llenos de vida y persiguiendo sus propios sueños. Aunque me costara entender completamente su dinámica, debía recordar que eran seres independientes, capaces de tomar sus propias decisiones y aprender de sus experiencias, tal y como lo he hecho yo.

Como madre, es mi deber apoyar y amar a mis hijos en cada paso de su camino. Aunque no pudiera entender todas sus elecciones y relaciones, siempre estaré ahí, lista para ofrecerles mi apoyo y cariño incondicional.

Después de todo, la vida es un viaje único y personal, y cada uno debe seguir su propio camino, sin importar las opiniones o expectativas de los demás.

Con un suspiro lleno de amor y aceptación, me alejé de la ventana. Estoy orgullosa de los adultos en los que mis hijos se han convertido.

[...]

Salí al jardín de la mansión, buscando un momento de tranquilidad para distraer mi mente y tomar un respiro. Observé los exuberantes jardines que rodeaban la propiedad, con flores en plena floración y árboles majestuosos que se mecían suavemente con la brisa.

Mientras caminaba, mis pensamientos se desviaron hacia la ausencia de mi padre. Sentía su falta en cada rincón de esta mansión, en cada recuerdo que aún permanecía vivo en mi corazón. Deseo tanto poder hablar con él una vez más, recibir su sabiduría y consuelo.

¿Será que algún día podré tenerte de vuelta, papá?

De repente, una sensación oscura me envolvió, como si una sombra maligna me observara desde algún lugar cercano. Mis sentidos se agudizaron y, guiada por esa presencia, me dirigí hacia la biblioteca que se encontraba no muy lejos de la mansión.

Redención (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora