Epílogo (Parte uno)

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Stacy

Pasaron varias horas hasta que finalmente el último bebé nació. Estábamos todos sorprendidos y maravillados por la cantidad de serpientes que Vala había dado a luz. Dieciséis pequeñas criaturas, cada una con su propia belleza y singularidad.

Vala, a pesar del agotamiento, se mostraba serena y radiante. Su fuerza y tolerancia al dolor eran admirables, y todos estábamos asombrados por su valentía y entrega durante el parto.

Mi hijo estaba emocionado y orgulloso de ser padre de tantas serpientes, sus ojos brillaban con alegría y amor mientras observaba a los recién nacidos. Él y Vala formaban una pareja excepcional, y sé que juntos enfrentarían con amor y dedicación la maravillosa tarea de criar a sus hijos.

Iria y yo nos aseguramos de que cada uno de mis nietos estuvieran cómodos y bien cuidados. Los envolvimos en sábanas suaves y los acomodamos en un rincón especial del cuarto, no tan lejos de su mamá, donde pudieran descansar.

Luego, salí para avisarle a los demás que todo había salido bien y que podían pasar a ver a los nuevos miembros de la familia. Todos entraron emocionados y felices, llenando la habitación con sus sonrisas y buenos deseos para Vala y mi hijo como padres.

Noa se acercó a su hermano con una amplia sonrisa y lo abrazó con cariño.

—Felicidades, hermanito. Tu puntería no la tiene nadie—se bufó—. No puedo creer la cantidad de sobrinos que tengo. Son bellísimos.

Azai la abrazó de vuelta y con una mirada cómplice le tocó suavemente la barriga.

—Oh, sí, parece que tengo un don especial para eso —dijo con picardía—. Pero no te preocupes, hermanita, tú también tendrás tu propio ejército de pequeñas criaturas pronto. Estás a punto de explotar.

Mi hijo se giró hacia Azazel y Bael, y les guiñó un ojo de manera juguetona.

—Tal parece que quieren alcanzarme —dijo con una sonrisa traviesa—. ¿Es esto una competencia para ver quién tiene más hijos?

—¿Será? —cuestionó Azazel, con una media sonrisa.

El futuro era prometedor y lleno de expectativas, y todos esperábamos con ansias conocer a los nuevos miembros de nuestra familia por parte de mi hermosa hija, mientras tanto disfrutaríamos plenamente de esta maravillosa etapa con nuestros nietos por parte de mi hijo.

[...]


Iria y yo estábamos a solas, recogiendo las sábanas y limpiando todo lo utilizado durante el parto de Vala. Esperaba el momento adecuado para saber si hoy obtendría una respuesta a mi propuesta o si seguiría en negación.

—Has hecho un buen trabajo. El día de hoy ha sido todo un reto. Me atrevo a decir que todo ha ido encajando perfectamente, a excepción de una cosa—puse mis manos a ambos extremos de su cintura—. ¿Aún no tienes una respuesta a mi propuesta?

Iria me miró nerviosa, sus ojos reflejaban la indecisión que sentía en su interior. Por un momento, pensé que no iba a responder, pero finalmente suspiró y habló.

—Es solo que... estoy nerviosa, Stacy. No sé cómo podría afectar esto a nuestra relación, y tengo miedo de causar problemas en tu matrimonio—confesó, bajando la mirada.

—¿Qué dices? Mis esposos estarían encantados de tenerte entre nosotros. Eres muy importante para los tres, especialmente para mí. Lo ideal es que ya no estemos durmiendo en camas separadas. En nuestra cama hay un espacio para ti; espacio suficiente para que estés a mi lado y que duermas calientita—descansé mi frente sobre la suya—. ¿No te gustaría?

Un ligero rubor se extendió por sus mejillas y sonreí.

—Esa expresión puede ser considerada una respuesta, ¿sabes? —deposité un beso en su mejilla.

—Está bien, Stacy. Lo haré.

Su respuesta me tomó por sorpresa. No lo niego, me sentí feliz de saber que había cedido y que por fin estaba siendo honesta consigo misma y expresando sus propios deseos, dándonos una oportunidad de tenerla aún más cerca.

Redención (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora