ESPECIAL (CAPÍTULO TREINTA Y CINCO)

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—¿Qué le hiciste a mi hija?

—Él no me ha hecho nada, aún.

—¿Aún?

—Olvida lo que dije, mamá. No nos desviemos del tema. ¿Podemos pasar y hablar mejor? —le cuestioné a Gabriel.

—Claro. ¿Por qué no?

Nos permitió pasar e instalarnos en el sofá de la sala. Bael y mi madre no dejaban de mirarlo.

—Es bastante evidente que, en efecto, tú eres el hermano de mi papá; Azazel, por consiguiente, vienes siendo mi tío. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Eres hija de mi tío, así que vinimos siendo primos.

—Genial.

—¿Qué es genial aquí, hija? ¿Este tipo te hizo algo? ¿Se propasó contigo mientras te tuvo retenida aquí?

—Él no me tuvo retenida, mamá. De hecho, me hizo sentir muy cómoda y me dio la libertad de hacer lo que quisiera, sin forzarme a nada.

—Por supuesto, estaba ganando tu confianza. Dices que no te tuvo retenida, pero borrar tus recuerdos, es un modo de retención. Te secuestró y te engañó.

—Tengo muchas dudas y quiero que seas tú quien me las aclare. ¿Qué pasó entre mi padres y tú? ¿Por qué te odian tanto?

—Me encantaría oír lo que tienes que decir, si algo. Cuéntale— mi madre se cruzó de piernas.

—¿Qué exactamente quieres saber? —Azazel ignoró las palabras de mi mamá.

—Quiero saberlo todo.

—En ese caso, tu madre es quien te lo puede decir mejor.

—Maldito cobarde. Bien, ¿quieres saber lo que nos hizo? Perfecto. Este engendro del mal provocó que condenaran a…

—¿A quién? —Azazel sonrió ladeado.

—A Jana.

—¿Quién es Jana? —indagué.

—Dile, querida Stacy. Dile quién es.

—Fue el primer amor de Ansel; tu padre. Por culpa de este engendro, su muerte fue una muy trágica.

—Pero cuéntale quién tomó la decisión de ejecutarla. Si él alguna vez la hubiese amado lo suficiente, como se llenaba la boca diciendo, habría creído ciegamente en su inocencia. Por lo tanto, él también es igual de culpable. No solo me eches los trapos sucios a mí. No solo mató a la mujer que decía amar, sino también al bebé que esperaba.

—¿Tú cómo sabes eso?

—¿Todavía consideras buena idea traer el pasado a nuestra conversación, Stacy?

—Ni se les ocurra ocultarme la verdad. ¿Por qué papá hizo algo como eso?

—Este tipo quiere desviar la atención para hacerse pasar por una víctima, pero es todo menos eso.

—Bien, entonces no hablemos más de esa mujer y díganme qué sucedió entre ustedes dos.

—Él intentó matarme varias veces.

—¿Solo yo? Tú también lo hiciste.

—Sí, y en mi defensa, te lo merecías.

—Tú debías morir junto con Úrsula. Tanto que quisiste liberarte de ella, pero terminaste convirtiéndote en su imagen y semejanza.

—A mí no me compares con esa bruja.

—Pues te recuerdo que, al igual que ella, tú eres una bruja. Tanto que hablas y juzgas a los demás, pero te recuerdo que tú tienes una amplia lista de personas cuyas vidas les arrebataste. No eres una santa y estás lejos de serlo. Tú eres mucho peor que yo, porque te ocultas detrás de ese rostro inocente que no rompe ni un plato, pero eres peor que todos nosotros juntos.

Redención (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora