No sabía qué decir al respecto, tal vez porque soy la menos indicada. Sus ojos aún brillan al pensar y hablar de ella, y en el fondo, no sé por qué me causa tanta incomodidad y hasta un sentimiento de culpa.
Me bajó por unos momentos para cubrirme con su sudadera.
—Necesito que te mantengas así mientras pasamos por el pueblo. No quiero que llames mucho la atención y que vean estas manchas en tu piel.
Este pequeño pueblo lo recuerdo por el sueño. El pueblo ha cambiado mucho desde entonces. Es como haber entrado a otro mundo. Es increíble que haya un pueblo como este en medio de la nada. Las casas son tan pequeñas, las estructuras se ven tan deterioradas. Igual a las pequeñas tienditas que habían creado con madera. Sus vestimentas son bastante humildes. Eran pocos los poblanos que caminaban por los alrededores, en su mayoría, cargaban varios cubos en la cabeza y otros en la espalda. Había mujeres y niños también. Todos nos observaban con curiosidad y le hacían reverencia a Ansel, aunque él no respondía a ninguna de ellas, ni siquiera los miraba.
Ya habiendo cruzado el pequeño pueblo, como a unos quince minutos fácilmente, vimos varias casas a la distancia que pintaban de todo, menos de humilde. Aunque eran más modernas. Todas estaban separadas y rotuladas por apellidos. Nos detuvimos justo en la que decía: «Ludwing».
—¿Aquí vive Louis?
—Sí. Mi tío vive aquí.
—¿Tu tío? ¿Louis es tu tío?
—Sí. Creí que ya lo sabías.
—Pues no. Sí me pareció curioso que tuviera tu mismo apellido, pero en realidad, no le presté demasiada atención. Si es tu tío, ¿por qué no vive contigo en la mansión?
Entramos al terreno, luego de que Ansel forzara nuestra entrada por el portón. Accedimos a la casa sin problema alguno, pues la puerta corrediza que había en el patio trasero estaba sin seguro. Para los lujos que he visto en la mansión, esta casa se ve mucho más “normal”.
—Hace mucho tiempo dejó de vivir con nosotros. Estuvo bastantes años viviendo en la ciudad, aunque desconozco el motivo principal por el cual se distanció tanto de la familia.
—¿Siempre fue maestro?
—No. De hecho, cuando regresó de la ciudad, fue él quien decidió crear e inaugurar el instituto. Al principio, todos pensaron que era una idea inútil y estúpida, pero con el tiempo, se ha vuelto lo que es hoy en día. Es donde únicamente los humanos y nosotros podemos convivir.
—¿A qué costo? Si todos ustedes nos tratan como mascotas.
—Debes estar ansiosa por darte un baño. Puedes usar mi sudadera, al menos mientras te consigo algo de ropa.
—Sí. Quiero quitarme esta suciedad de encima.
—¿Qué sucedió en ese salón, Stacy?
—¿Qué exactamente es lo que quieres saber? ¿La razón por la cual debo oler tan desagradable para ti ahora? — presioné los labios, desviando la mirada hacia el lado contrario suyo—. Tu hermano me… — un nudo se formó en mi garganta—. No importa. Intentaré lavarme bien para que no te sientas disgustado.
—Ese día dije todo eso bajo coraje. Me sentía… olvídalo. Te llevaré al baño.
Me trajo al baño, rebuscó en varios lugares para proveerme el equipo necesario y luego me dejó a solas. Necesitaba descargar todo ese dolor y miedo que corroía todo mi ser y traía acumulado. Pensé que moriría allí. Todavía ahora es como si pudiera sentir sus despreciables y asquerosas manos sobre mi cuerpo, el dolor en mi entrañas y la impotencia de no poder hacer nada para evitarlo, más la desesperación de sentir que cada segundo que transcurría, era menos aire el que llegaba a mis pulmones.
Cuando salí de la bañera, oí que Ansel estaba hablando con alguien, aunque no sé con quién era o de qué hablaban. Me puse la sudadera por encima y salí al pasillo, encontrándome de frente con Louis.
—Sr. Ludwing.
—Tenemos que hablar.
—Primero quiero saber de ese desgraciado. ¿Qué pasó con él?
—Tranquila, mi sobrino no será un problema por ahora. Sígueme.
Lo seguí pausadamente hacia la habitación que me trajo, luego juntó la puerta, permaneciendo por unos segundos de espaldas. Su apariencia cambió frente a mis ojos, su cabellera blanquecina y larga desapareció como por arte de magia. Su estatura disminuyó a una bastante parecida a la mía. Esa piel blanca que lo caracterizaba adquirió un tono trigueño. No podía explicarme qué estaba sucediendo. No, hasta que lo vi de frente y reconocí su rostro, esos ojos hazel que con tanto cariño me observaban. Fue como un vuelco en mi estómago y en mi corazón. Un sentimiento de tristeza, de melancolía, de extrañeza y confusión me agobió. Al mismo tiempo, mi corazón latió apresuradamente y mis ojos se humedecieron teniéndolo frente a frente, luego de haber perdido las esperanzas de volverlo a ver.
—¿M-marcus?
—Escúchame, Stacy. Sé que estás asustada y confundida ahora mismo, pues han sido muchas cosas, una detrás de la otra, pero necesito que me dejes hablar y explicarte todo con lujo de detalles, ¿sí? No quería que te enteraras de esto así, pero creo que es el momento de contarte la verdad. No se puede alargar más este asunto.
ESTÁS LEYENDO
Redención (EN PAUSA)
FantasyStacy se verá inmersa en un juego peligroso donde nada es lo que parece. Tras un encuentro fortuito, Stacy descubre que hay seres sobrenaturales acechándola en las sombras. Criaturas poderosas y enigmáticas parecen estar interesadas en ella y en los...