Destrucción

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—Vamos a otro lugar. No quiero que me vean contigo.

—Querrás decir, no quieres que él te vea conmigo.

—Tú conoces este lugar. Vayamos a un sitio donde tengamos privacidad.

Me trajo a un aula vacía y aseguró la puerta.

—Sabía que algo especial había en ti. Lo supe desde ese día que te vi observando la pintura que me regalaste de la noche roja cuando llegaste a la mansión. Ese cuadro era la representación viva de esa noche que logramos nuestro objetivo. Me negaba a creer que era una simple casualidad.

Se acercó hasta quedar a centímetros de mi cuerpo.

—Desde que te vi, sentí cierto grado de familiaridad contigo. En la biblioteca te vi aquel día con el diario que habías escrito y guardabas con mucho recelo. Recuerdo la expresión curiosa que tenías, la manera en que pasabas las páginas y las acariciabas con suavidad. Solo tú conoces el ingrediente especial de la tinta.

Me apretó contra su pecho, descansando su barbilla en mi cabeza.

—Volví a comprobarlo ese día que fuimos a las aguas termales, pues ese era nuestro lugar especial, donde te entregaste a mí tantas veces. Te veías maravillada y feliz de estar allí. Tus recuerdos han regresado y vuelvo a comprobarlo porque estás cargando tu libro, que es como tu amuleto de la suerte. ¿Cómo pasó?

—No lo sé— me aparté de él, caminando hacia la ventana—. Desperté en este cuerpo.

—No sabes cuánta falta me has hecho, Úrsula. Lo difícil que fue hacerme la idea de que te había perdido para siempre.

—Eres un verdadero fastidio.

—¿Un fastidio? ¿Por qué? ¿Por decirte lo que siento y mostrarme más que feliz y conmovido de tenerte de regreso y aquí conmigo? Soy el único que se muestra feliz. No puedo decir lo mismo de ti, Úrsula. A pesar de que me mentiste y solo me usaste con intenciones de quedarte con mi hermano, todavía te sigo amando, pero por lo que veo, todavía sigues enamorada de él. ¡¿Qué ha hecho él por ti, Úrsula?! Por su culpa te arrebataron de mí. Fui el único que lloró tu muerte y te buscó, con la esperanza de encontrar así fuera tu cuerpo.

—Por lo visto, no has cambiado ni un poco. Sigues siendo el mismo intenso e insoportable de siempre. Parece que no conoces, o más bien, no aceptas tu lugar.

Tensó la mandíbula, apretando los puños.

—¿Crees que porque lograste acostarte con él, eso significa que llegará a amarte algún día? Él jamás te ha amado ni tampoco lo hará. Si se acostó contigo, es porque este cuerpo le recuerda a Jana. Mírate, te tiene vestida como ella. En esta vida tu castigo es ser el reemplazo de esa mujer que tanto odiaste y envidiaste por tener el amor del hombre que tanto amas. Tendrás que acostumbrarte a que mientras te haga el amor, será pensando en su gran y único amor.

—¡Callate! — le di una bofetada con toda esa rabia que traía acumulada.

Sus manos sujetaron mis muñecas y tumbó mi cuerpo sobre la mesa.

—La saqué del camino por ti, pensando que de esa manera ibas a cumplir conmigo y cuando se te acabara el capricho por mi hermano, íbamos a huir juntos. Todo ese tiempo creí que estabas confundida y que ibas a darte cuenta tarde o temprano que el único hombre que te ha amado sobre todas las cosas soy yo. Pero si tanto te satisface ser el reemplazo de ella, entonces adelante. Pero ni pienses que te dejaré el camino libre. Así me toque destruirte, tú jamás te quedarás con mi hermano.

Redención (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora