ESPECIAL (CAPÍTULO VEINTIOCHO)

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Noa

Mientras la noche avanzaba, me sumergí en un sueño profundo y misterioso. Las sombras danzaban en mi mente, tejiendo una realidad distorsionada que parecía desvelar fragmentos del pasado, aunque no estaba muy segura.

Me encontré de pie frente a una imponente mansión, rodeada de un aura sombría y melancólica. El viento susurraba secretos en mis oídos, y una sensación familiar se apoderó de mí, aunque aún no podía comprender su significado.

Empujé lentamente las puertas de la mansión, y el eco de mis pasos resonó en el vacío. Las estancias se revelaron ante mis ojos, cada rincón impregnado de recuerdos y emociones que no reconocía como propios. A medida que avanzaba, las imágenes se volvían más claras y definidas.

De repente, aparecí en una habitación iluminada por la luna, donde una niña de cabellos oscuros y ojos curiosos se encontraba envuelta entre las sábanas blancas de la cama, temblando de miedo mientras observaba la oscuridad que se movía por los rincones de la habitación. Unos pasos sigilosos resonaban en el suelo de madera, y una presencia se hacía cada vez más fuerte.

—¿Quién eres? —preguntó la niña con voz temblorosa—. ¿Por qué estás aquí?

Un espíritu, lleno de odio y resentimiento, se materializó delante de nosotras, emanando una energía oscura y perturbadora. Su mirada fría y penetrante se clavó en la niña, tan desafiante y amenazadora.

—No necesitas saber quién soy. Solo vine a recordarte que no estás a salvo, niña insolente. Este lugar está marcado por la tragedia y la venganza, y ahora tú también formarás parte de ella.

Mi corazón latía con fuerza, pero esa niña fue más valiente que yo.

—No me importa si eres un espíritu lleno de odio. Quiero saber por qué estás aquí, por qué solo yo puedo verte y nadie más en esta casa.

El espíritu soltó una risa maligna, su voz resonando con una malicia indescriptible.

—Me importa poco lo que quieras saber, niña ingenua. Pero déjame aclararte una cosa: estoy aquí para recordarte que nunca estarás a salvo. Puedo desencadenar el caos en este lugar, pero, por alguna razón, tu insignificante presencia me impide hacerlo.

—No tienes poder sobre mí. Si estás aquí, enfrenta tus propios demonios y déjame en paz.

El espíritu se acercó amenazante a ella, su figura distorsionándose con cada paso que daba.

—No puedes comprender mi sufrimiento ni las profundidades de mi ira. Pero ten cuidado, niña insolente, porque mi sed de venganza no tiene límites. Tarde o temprano, pagarás por todo lo que me hicieron tus padres.

Dentro de esa visión, el tiempo parecía acelerarse, como si estuviera presenciando una película. Los días se desvanecían rápidamente en la noche, y la niña crecía a pasos agigantados ante mis ojos. Sin embargo, en cada anochecer, ese espíritu se hacía presente, rompiendo las barreras entre mundos para estar a su lado.

Una sonrisa radiante iluminaba su rostro cada vez que percibía su presencia. Aunque las palabras que intercambiaban eran ininteligibles, sentía en lo más profundo de mi ser que había una conexión única e indestructible floreciendo entre ellos.

En esas noches, compartían secretos silenciosos. Los susurros se entrelazaban en el aire, transmitiendo emociones y pensamientos que trascendían el lenguaje humano. Aunque no entendía plenamente lo que se decían, podía percibir el consuelo, el apoyo y la comprensión mutua que fluían entre esas dos almas.

Sin embargo, como si de repente se hubiera desvanecido en la oscuridad de la noche, aquel espíritu desapareció sin dejar rastro. Un vacío profundo se instaló en lo más íntimo de mi corazón, como si una parte de mí se hubiera perdido en la penumbra eterna, pese a no ser yo parte de esa historia.

Las noches de ella se volvieron silenciosas y solitarias, y aunque intentó buscar su presencia una y otra vez, nunca más volvió a cruzar ese umbral entre los mundos y encontrarse con su mirada llena de resentimiento y secretos.

El vacío que dejó su ausencia era como un eco persistente que se regaba en mi ser, recordándome constantemente la conexión que ellos habían forjado en aquellas noches de misterio. Mi corazón anhelaba desesperadamente el reencuentro entre ellos, pero el destino parecía haber decidido que sus sendas se separaran.

Desperté de mi sueño, con el corazón latiendo aceleradamente. La visión que había experimentado en mi sueño era intensa y llena de emociones confusas. Sentí una conexión profunda con la niña y el espíritu, como si su historia estuviera entrelazada de alguna manera con la mía.

Me levanté de la cama y me deslicé hacia la sala de estar, en busca de aire fresco, cuando me topé con Gabriel sentado en el sofá. Todavía estaba desvelado, perdido en sus propios pensamientos.

—¿No has podido dormir todavía? ¿Quieres que te prepare algo? —me cuestionó.

—Tuve un sueño.

—¿Qué tipo de sueño?

Me acerqué a él, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo que me hacía temblar ligeramente. Mis palabras salían entrecortadas mientras le contaba todo lo que había visto en mi sueño, compartiendo cada detalle y emoción que había experimentado.

Gabriel escuchó atentamente, sus ojos se llenaron de sorpresa y su rostro reflejaba una mezcla de asombro y conmoción. Pude ver cómo sus labios se entreabrieron ligeramente mientras procesaba mis palabras, y su mirada se clavó en mí con una intensidad que me hizo estremecer.

—Eso es... increíble —susurró.

—No sé por qué siento un enorme hueco aquí en mi pecho.

—Solo fue un sueño. Tal vez no vale la pena llevárselo tan adentro. Después de todo, ellos no existen.

—Siento que ese sueño tiene un significado. Que hay una conexión entre ellos conmigo.

—¿Eso crees?

De repente, nuestros ojos se encontraron y el aire se llenó de una electricidad vibrante. Un silencio cómplice envolvió el espacio mientras nuestras sonrisas se entrelazaban, como si hubiera un lenguaje secreto entre nosotros.

Mi cola, siempre tan inquieta cuando estoy emocionada, comenzó a moverse de un lado a otro, reflejando mi alegría interior. Gabriel, cautivado por el suave balanceo de mi cola, extendió su mano con ternura y la acarició suavemente.

—Es tan suave.

La sensación de sus dedos deslizándose sobre las escamas de mi cola enviaba escalofríos de placer a través de mi ser. Cerré los ojos, disfrutando de ese momento íntimo y especial que estábamos compartiendo.

De repente, sentí cómo su mano dejó de acariciar mi cola y subió delicadamente hasta llegar a mi mejilla. Sus dedos se deslizaban suavemente por mi piel, transmitiendo una conexión que me dejaba sin aliento.

Nuestros rostros se acercaron lentamente, como si el tiempo se detuviera a nuestro alrededor. Pude sentir el suave aliento de Gabriel rozando mis labios, llenándome de una dulzura embriagadora.

El deseo de fundirnos en un beso era abrumador, pero, en ese instante mágico, Gabriel se detuvo, mirándome con una intensidad que me dejó sin palabras. Sus ojos reflejaban una mezcla de pasión y temor, como si quisiera protegerme de algo, o eso fue lo que percibí.

Con un suspiro lleno de anhelo, apartó su rostro ligeramente, pero sin romper la conexión que compartimos por unos cortos segundos.

—Noa, eres una mujer increíblemente especial y hermosa. Quiero que tengas el tiempo que necesites para recordar y descubrir quién eres. No quiero apresurar nada ni arriesgarme a... — hizo una breve pausa—, a hacerte daño—desvió la mirada hacia el lado contrario, frunciendo el ceño, pero noté que sus mejillas habían adquirido un ligero rubor.

Asentí, comprendiendo sus palabras y agradeciendo su consideración.

—Lo siento, no sé qué me pasó. 

—Será mejor que intentes dormir y trates de olvidar ese sueño, pues solo eso fue. Es muy tarde—se levantó del sofá, extendiendo su mano hacia mí—. Te llevaré a tu habitación.

—No te preocupes. Puedo hacerlo.

—Descansa—se alejó en dirección a la cocina y lo miré de espalda—. Maldita sea, ¿qué estoy haciendo? —le oí murmurar para sí mismo.

Redención (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora