ESPECIAL (CAPÍTULO NUEVE)

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—Ella es Stacy, nuestra esposa— se adelantó Louis.

—¿En qué momento sucedió esto?

—Cómo habrías de enterarte si tienes tu propia vida y muchas responsabilidades. Mantener a una familia tan grande, no es tarea fácil.

—¿Qué pasó con tu hermana? ¿Dónde está?

—Pensé que tú lo sabrías, pues ambos tienen mejor comunicación que la que pueda tener yo con ella.

—Hace varios meses que no sabemos nada de ella. Se llevó todas sus cosas— agregué.

—Entiendo— ladeó la cabeza—. Entonces, todo ha recaído sobre ustedes. Si queremos que esto mejore, es momento de lidiar con esos cazadores. Son nuestros únicos enemigos. Los recientes acontecimientos solo dejan en evidencia que esos malditos deben estar detrás de todo.

—Eso no es cierto— oímos la voz de mi hijo detrás nuestro y maldije internamente el hecho de que haya aparecido con Noa en este momento.

«¿Y estos por qué están intentando defenderlos?».

—Regresen a la casa— les ordené.

—¿Quiénes son ellos?

—Técnicamente somos sus nietos, al menos yo, y no pensamos ocultar ese hecho.

—¿Nietos? —me miró y automáticamente rodó los ojos hacia Louis y Stacy—. Ya veo. Hay mucho por conocer. ¡Qué gusto me da haber regresado a mis tierras!

«Es sumamente extraño que no haga más preguntas al respecto».

[...]

Stacy

La mirada de ese hombre me genera cierta disconformidad. Físicamente se parece mucho a Louis, se nota a leguas que es su padre, solo que luce un poco mayor, su cabello es negro y sus ojos son verdes.

—No deberías permitir que se quede—Bael se cruzó en mi cabeza.

—Lo sé. No considero que sea buena idea permitir que ese señor se quede aquí, pero detenerlo podría levantar sospechas y ya tenemos suficiente encima. Necesitamos recobrar energías todavía.

—Hay alguien entre ellos que huele muy mal.

—Manténlos vigilados. Si alguien se atreve a siquiera pensar en lastimar a los míos, tienes vía libre para darte un festín con ellos.

—Nada me haría más feliz, mi preciada ama.

Tanto tiempo sintiéndome vacía e incompleta, hoy por fin los recuerdos han venido a mí, las energías poco a poco las estoy recuperando y junto a ello, la confianza en mí misma, en lo que me he convertido y en lo que soy. Jamás me había sentido tan bien en la vida.

[...]

Observé mi reflejo en el espejo, viendo a través de el a Ansel y Louis entrar. Con esas expresiones, no es difícil darse cuenta que todavía están enojados.

—Mi padre quiso quedarse en la habitación que pertenecía a mi hermana Khali junto a sus esposas— me avisó Louis.

—¿Ahora nos vas a explicar por qué saliste así a recibirlos? — si Ansel no lo decía explotaba.

—Últimamente se vuelven celosos hasta del viento— me acerqué a ellos, colocando mis manos en la mejilla de ambos—. Lo hacen ver como si pensaran que no estoy satisfecha con ustedes.

—Ya no sé qué pensar. Traes un nuevo familiar al que le permites que te vea en ropa interior, luego sales a recibir a mi abuelo con esa bata que deja a cualquiera con ganas de ver más. Como has podido notar, el abuelo es un mujeriego, mujer que ve, ya la quiere como esposa.

—¿Así que piensan que ya me quiere como su octava esposa? Fíjate que no suena tan mal.

—No juegues con nosotros— me advirtió Ansel.

—¿Y qué pasa si quiero hacerlo? —últimamente provocarlos se ha vuelto mi pasatiempo favorito.

Ambos parecían haberse sincronizado, puesto a que Louis se fue repentinamente a mi espalda y sentí el roce de su cuerpo por detrás, mientras que Ansel tomó mi mentón entre su mano, soltando el lazo que sostenía mi bata en su sitio y Louis terminó por quitármela, dejándome en la ropa interior que llevaba puesta.

—No sé si soportes saber lo que pasará— murmuró Ansel sobre mis labios, apretando aún más mi mentón.

Las manos de Louis acariciaron mis muslos mientras besaba despacio mi hombro, en dirección hacia mi cuello, segundos antes de hundir su rostro en el.

—Cada segundo acumulas más ganas—susurró Louis sobre la piel de mi cuello, haciendo que el sostén me incomodara debido a mis pezones erectos.

Ansel robó mis labios en un ardiente beso, dejando una juguetona y maliciosa mordida en mi labio inferior, mientras descendía su otra mano por el valle de mis pechos hacia más abajo de mi ombligo haciendo que frotara las piernas.

—He encontrado mi lugar hoy— murmuró Louis, tirando de mis caderas hacia él y frotando su inminente erección.

Ambos son una jodida tentación imposible de ignorar.

Redención (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora