ESPECIAL (CAPÍTULO SEIS)

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Iria

Odio a los vampiros. Son seres narcisistas, egoístas y prepotentes.

«¿Cómo me pude dejar controlar tan fácilmente por uno?».

Todo esto que siento es producto de su hechizo. Está jugando con mi mente, con mi voluntad y con mi cuerpo.

Si permito que logre su objetivo y me muerda, el juramento que hice de entregar mi vida y alma a la hermandad se verá ultrajado y quebrado. Lo perderé todo y cada sacrificio que he hecho habrá sido en vano. Pasará lo mismo que con Jana.

Me arrastró con él hacia la cascada y se metió debajo de la corriente de agua.

—Ahora entiendo el porqué este lugar es tu favorito—su mano acarició el centro de mi espalda en dirección a la zona baja—. ¿Sabes? Eres la primera mujer que veo desnuda—acarició con la yema de sus dedos el centro de mi pecho hasta descender hacia mi ombligo y detenerse.

El frío de sus manos hace mi cuerpo vibrar.

—Extrañamente, la sangre que circula en mi cuerpo se torna extremadamente caliente cada vez que admiro tu desnudez. Se siente como si se centrara en una sola zona. No pensé que algo así fuera posible. Eres muy hermosa y luces tan apetecible que te me antojas.

Hundió su rostro en mi cuello y la frialdad de su respiración me acortó el aliento.

—¿Por dónde debería comenzar primero? — lamió mi cuello lentamente en dirección hacia mi barbilla causando estragos más abajo de mi vientre—. Aquí podrían descubrir fácilmente nuestro secreto, por lo que deberé abstenerme.

«¡Maldita sea, lo menos que estaba en mis planes era convertirme en la cena de un maldito vampiro!».

No tengo el amuleto de protección encima. Me confié demasiado pensando que nadie se atrevería a invadir este lugar.

Abraham y Walter son a quienes le tocaba proteger la torre. Siempre han sido muy atentos y cuidadosos. «¿Cómo este desgraciado pudo pasar desapercibido ante ellos?».

Movió con gentileza mi cabeza hacia atrás y continuó su recorrido con la lengua por mi pecho, acalorando cada partícula de mi cuerpo.

Odio no poder apartarlo y estar sintiéndome así. Detesto hasta más no poder el hecho de no poder expresarme libremente o moverme.

Mi mente se fue en blanco al sentir sus colmillos clavarse a la altura de mi seno derecho. Un intenso e incontrolable calor se esparció por todo mi ser, provocando una potente corriente y oleada de espasmos en mis adentros.

Me derrumbé en sus brazos al recobrar cierta movilidad, pero las energías se vieron drenadas de repente, imposibilitando que pudiera mantenerme de pie o evitar que siguiera alimentándose de mí.

Aunque al comienzo dolió, mi cuerpo simplemente entró en calor y respondió con suma rapidez a su acción, tornándose sumamente sensible. Incluso su gruñido puso mis vellos de punta.

«Los vampiros tienden a ser rudos y violentos, ¿por qué está siendo tan gentil y cauteloso conmigo?».

Que sea así es peor, porque solo me confunde.

Sus ojos se tornaron rojos, mientras con una mano se tapó la mitad del rostro. Tuve la impresión de que algo malo le sucedía, pues su expresión se volvió sombría.

—Mamá… —murmuró.

«¿Mamá?».

Dejó ir por completo mi cuerpo y se alejó con suma rapidez, dando un salto en la orilla y saliendo del agua.

—Volveré— dijo, antes de perderse de mi vista.

«¿Qué le ha ocurrido a este tan de repente? ¿Por qué ha mencionado a su madre?». 

Azai

Tuve un mal presentimiento de repente. Sentía que algo no andaba bien con mamá y no fui el único, pues cuando salí, me encontré con mi hermana. Ella también se veía trastornada y preocupada, pues tuvo una supuesta visión con ella, aunque no supo explicarme detalladamente lo que vio.

Decidimos regresar a casa y nos encontramos con nuestros padres. Ellos estaban buscando a mamá junto con Vala, pero ninguno de ellos la había encontrado por ninguna parte de la casa.

En el instituto había rastros de que varios humanos estuvieron aquí. Ese olor es inconfundible. Ahora bien, la pregunta era, ¿quién se atrevió a entrar a nuestra zona, arriesgándose a ser devorados?

El pueblo era nuestra siguiente parada. El mal presentimiento se había convertido en una realidad, y es que ellos tenían en su poder a nuestra madre. La tenían acostada en una caja de madera, con los brazos a la altura del vientre y amarrados. No sé si estaba con vida o simplemente inconsciente, pero la realidad es que la rabia me nubló la mente.

Las cuatro familias que aún permanecen aquí se han reunido con largas antorchas para liberarse del supuesto mal que ha forrado los alrededores y ha cobrado la vida de sus familiares desde la llegada de mi madre.

Todo se lo achacan a ella. Ellos piensan que sacrificando a mi madre se acabará la maldición que ha recaído en nuestras tierras. Es ridículo que piensen que ella es la culpable de todo lo malo, cuando no ha hecho otra cosa que desvivirse por estos imbéciles y defenderlos, incluso si de eso depende pasar hambre.

—¡Liberen a nuestra madre en este momento o no respondemos de lo que les pase! — sentenciamos mi hermana y yo.

Mis padres perdieron la paciencia, y eso que siempre han intentado ser razonables, pacientes y comprensivos con los humanos, pero cuando se trata de mamá, fácilmente pierden la cabeza.

Sabíamos que a la buena no iban a razonar, por lo que nos adelantamos a irnos por la mala. Fue mi papá quien saltó sobre la multitud primero, sumándose Louis y luego Vala para alejarlos a toda costa de la caja de madera. 

Aprovechando que ellos se encontraban ocupados, mi hermana y yo decidimos ir por mi madre, pero nuestro intento se vio frustrado cuando de la nada, los cuatro bordes de la caja comenzaron a arder. No había ningún pueblerino cerca en ese momento, como para que se incendiara de esa forma y se propagara con tanta rapidez.

La intensidad de las llamas no permitían que pudiéramos ver a mi madre. Tenía la sensación de que alguien más lo había provocado, y ese alguien no era un humano, pero no tenía tiempo de ir en busca del culpable. A duras penas tenía tiempo de sacar a mi madre de ahí.

—¡La bruja ha sido atrapada, su cuerpo ha sido consumido por las llamas, ahora todos seremos liberados!

Aunque tenía un plan en mente para ejecutar, no hubo necesidad de hacerlo, pues todos fuimos testigos de cómo mi madre estaba levitando sobre las llamas, mientras que de su cabeza se asomaban esos cuernos largos y puntiagudos a la altura de la frente y de su cuerpo emanaba un humo negro que era como una capa protectora. Esa negrura cubrió sus brazos hasta el cuello y el humo tomó forma de finos hilos que se enredaban entre sus dedos.

—Yo no estoy aquí atrapada con ustedes, son ustedes quienes están aquí atrapados conmigo.

Todo ocurrió en tan solo un abrir y cerrar de ojos, cuando con solo cerrar el puño y agitar su mano, tres pueblerinos fueron decapitados por esos hilos que al momento de enroscarse en sus cuellos eran invisibles, pero al ser cubiertos de sangre dejaron de serlo.

Todos nosotros nos quedamos rígidos, patidifusos, sin poder creer que mi madre había hecho tal cosa.

—¡Sangre, sangre, más sangre!

Redención (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora