Dolce!

5

Las personas dicen que tenemos toda la vida para enamorarnos y encontrar el amor, pero cuando eres joven siempre pareces creer que no tienes tiempo suficiente para ello, es como si para todos resultara tan sencillo, pero para uno termina convirtiéndose en una tarea difícil y tediosa ¿cómo sabes qué encontraste el amor? peor aun ¿cómo sabes qué es el amor? ese tipo de preguntas suele invadir su mente a menudo, para ser exactos, desde que era un pequeño niño de cinco años. 

¿Cinco años? dirás, sí, cinco años diré. 

Pantalones cortos y camiseta manga larga, sentado sobre un cajón, observando como los demás niños del jardín de infantes juegan en el arenero, como otros suben y bajan de los juegos. Hyunjin estaba solo como de costumbre, era un malcriado, al menos eso era lo que sus distintas niñeras decían, como no sabía compartir y no era bueno entendiendo a los demás, los niños no querían jugar con él, ni siquiera sus hermanos querían jugar con él, pero su padre decía que era porque sus hermanos eran demasiado mayores para jugar, por otro lado, él también decía que el resto de los niños eran tontos por no querer pasar el rato con él. 

En ese entonces conoció a un niño, era un poco torpe y no tenía amigos al igual que él, no recuerda su nombre y ni siquiera como se veía, pero todavía de vez en cuando viene a su memoria de manera vaga, la manera en que se detenía para observarlo jugar solo en la arena y como llegó a sentir cercanía con él, una parte suya muchas veces se arrepiente de no haberse animado a hablarle, quizás podrían haber sido amigos, tal vez la sensación que sintió en ese momento pudo haber sido amor y posiblemente llevara enamorado de aquel niño todo este tiempo, como si el ser similares implicara que sus sentimientos pudieran ser correspondidos. 

Tenía cinco años y sintió que eso podía ser el amor, observar a alguien con tantas ganas de hablarle, pero volverse incapaz de hacerlo. 

Sin embargo, para ser honestos, no conocía ninguna otra interacción con la que pudiera comparar lo que era el amor, no volvió a sentir interés por nadie más desde ese momento, no porque estuviera obsesionado con aquel niño cuyo nombre no recuerda, sino porque a pesar de que crecía e iba cambiando de institutos, todavía no podía encontrar a nadie de quien sentirse atraído. 

No porque la atracción fuera algo difícil de encontrar, encontraba guapas y hermosas a muchas personas, alfas, betas y omegas, los había hegemónicos en todas partes, de hecho, también había muchos inteligentes e interesantes, pero no había nadie que lograra robarle el corazón como las películas de amor que le hizo mirar  la niñera que más tiempo estuvo con él. 

Las películas y novelas te enseñaban dos cosas, el amor estaba en cualquier parte y el amor era para las personas hermosas, Hyunjin se consideraba a sí mismo hermoso, sin embargo ¿cómo podía ser que el amor no se hallara en cualquier parte como esos guiones patéticos solían decir?

Estaba obsesionado a tal punto de creer que todo se reducía a la aparición del sujeto amado, sin embargo, no aparecía. 

Con trece años, sentado frente a un gran lienzo, Hyunjin se preguntó la cruda verdad ¿y si nunca encontraba una musa para sus pinturas? 

Pero el amor y la musa no iban tomados de la mano, y aun así, ninguna de las dos aparecía en su vida, ningún motor que inspirará sus pinturas ni ningún desate de emociones que alterara sus sentidos y le hiciera ver todo de colores cálidos. 

—Hyunjin—alguien dijo, el alfa miró en dirección al chico que le habló y sus ojitos se ampliaron, asustado. 

—Johnny sunbaenim—murmuró, levantándose rápidamente, un poco inquieto. 

El alfa sonrió y miró el lienzo en blanco—¿estás pintando algo? 

Negó con la cabeza, parpadeando repetidas veces por lo nervioso que se sentía—no, solo estaba pasando el rato ¿necesitas algo, sunbaenim?