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Johnny sonrió de lado, mirando con una expresión agotada a Doyoung —supongo que es cierto, estás demente. 

El omega le sonrió como un ángel, encogiendo los hombros—¿comienzas a tener miedo? te dije que no te sentarás conmigo. 

La campana sonó y el alfa se levantó mientras recogía sus cosas—no te tengo miedo, Doyoung ¿quieres una mascota en la escuela? eso es tan inmaduro y absurdo como de quien viene—terminó de guardar sus cosas y rio sin ánimos—seré tu chico de los recados, seré tu esclavo si quieres, no me importa. 

Decidió irse primero, ya tenía suficiente con la jodida migraña como para tolerar a Doyoung por lo que siguiera del día y esperaba que el omega no decidiera iniciar con su molesto juego desde temprano. 

Se fue a la enfermería y pasó el resto de la mañana allí, no estuvo durmiendo, pero el silencio y le brisa fresca que entraba por la ventana abierta lo mantuvieron despejado, cuando escuchó la puerta abrirse con cuidado y volverse a cerrarse, lo supo de inmediato, incluso si Felix no tenía aroma y él ya no podía oler bien a los demás. 

—no cenaste, no desayunaste, tienes que almorzar algo—el pequeño alfita dijo, abriendo la cortina para entrar a su pequeño espacio, él volvió a cerrar con cuidado y le mostró un pequeño tupper —lo tomé prestado y rogué por que me permitieran traerte comida, así que tienes que comer. 

Johnny bostezo de manera perezosa, incorporándose —sabes que puedo pasar hasta tres días sin comer, no es realmente demasiado perderme la cena o el desayuno. 

Felix encogió los hombros, tomando asiento en la orilla de la camilla—lo sé, aun así, si quieres estar solo y aislado, lo entiendo, me iré en cuanto te vea terminar de comer. 

El alfa sonrió cansado, tomando el tupper y separando los palillos descartables, empezó a comer sin ánimos, pero el sabor de los fideos lo atraparon rápidamente así que poco a poco fue disfrutándolos, sintiéndose cálido por la expresión cariñosa del pequeño alfita. 

—¿ocurrió algo? tus compañeros me dijeron que te fuiste en el cambio de horario ¿me estoy entrometiendo?—el rubiecito preguntó con cuidado, intentando no invadir su espacio. 

Y Johnny se preguntó cuántas personas en su vida se habían tomado el tiempo y la delicadeza para actuar de manera cuidadosa con él, no en el sentido de que él era temperamental por ser un alfa dominante, sino porque en el fondo él era sensible y necesitaba ser cuidado y tratado con sutileza porque al igual que todos, él también era frágil. 

Después de pensarlo por poco minutos, descubrió que nadie lo había tratado así, no como Felix lo hacia, las personas asumían que él era fuerte y bruto, que había que ser meticuloso para no molestarlo, no para no incomodarlo. 

Normalmente no se abría fácilmente, pero él y Felix tenían su complicidad, ahora tenían secretos. 

—no se lo digas a nadie—susurró como un niño pequeño, dejándose ver a sí mismo vulnerable—pero... mi mayor sueño es lograr que Dolce triunfe ¿cierto? 

El pequeño alfita asintió—estoy al tanto, sé cuánto quieres que prospere. 

—lo que ocurrió con Doyoung no debió pasar nunca—murmuró decaído, claramente afectado por todas las emociones que comenzaba a reprimir gracias a los supresores—acabo de dejar una mancha realmente grande en mi reputación y no se quitará fácilmente, Doyoung no lo hará fácil. 

El rubiecito frunció el ceño, comprendía lo que Johnny decía, querer ser una figura pública después de casi haber atacado a un omega, después de la denuncia e incluso los castigos—¿no puedes firmar un acuerdo con él? ambos vienen de familias importantes, tal vez pueden arreglarlo con abogados, algo para que se calle la boca por el resto de su vida. 

Dolce!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora