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Pasó más de un mes desde la interrupción de su embarazo, Doyoung estaba mejor, trataba de no pensar demasiado en ello, pero se sentía un poco ansioso porque Jiyeon le había confirmado que sus calores a partir de ahora estarían desequilibrados por un tiempo hasta que sus hormonas volvieran a organizarse. 

Así que era un poco normal para él sentirse un poco desorientado, lo asociaba a sus hormonas, así como también a lo inquieto que se sentía como si hubiera cometido un crimen, aunque en realidad no había hecho nada malo. 

El timbre sonó y Doyoung arrastró sus pies hasta la puerta, allí se encontró a Taeyong que llegó con un poco de comida y planes de acompañarlo el resto de la noche—¿cómo te sientes hoy? ¿fuiste a clases con esta lluvia? 

—sí, no puedo faltar—susurró siguiéndolo hasta el sofá—¿qué trajiste?

—hamburguesas y papas fritas, te gustan ¿cierto?—el alfa le dedicó una sonrisa y Doyoung asintió mientras abría la bolsa. 

—que bueno que todavía están calentitas—el omega empezó a comer mientras Taeyong buscaba qué ver. 

Existía entre ellos uno cotidianeidad que se había formado con el paso de los años, era un poco difícil despegarse a algo que deseabas que permaneciera igual por siempre, pero tal vez ese pensamiento era un error, incluso si deseaba que nada cambie, todavía significaba que ni siquiera ellos tuvieran que cambiar y eso no funcionaba así, eventualmente cambiarían. 

Amaba a Taeyong, pero ese amor ya no se sentía como una taza de té caliente, se sentía más como una sopa tibia y Doyoung presentía que en poco tiempo se enfriaría por completo. 

Ya no eran compatibles, no porque él no quisiera, sino porque Taeyong no le había guardado ningún lugar especial en su vida.

—¿cómo está el trabajo?—Doyoung se robó una papita de la cajita del alfa, pero a él no le importó, de todos modos ya no comía tanto como cuando se conocieron. 

—bien, estamos trabajando en un nuevo álbum, estoy bastante inspirado—ante la mención del trabajo, Taeyong se emocionó y le miró—¿quieres que te dedique alguna canción?

El omega rio mientras masticaba su hamburguesa—¿qué podrías dedicarme a mi?—preguntó con las mejillas llenas, no permitió que el alfa pudiera responder porque continuó hablando—¿Cómo no planeas un futuro conmigo?

Taeyong hizo una mueca y volvió a acomodarse en el sillón—¿por qué te lo tomas tan en serio? 

—¿cómo debería tomármelo? no soy un niño pequeño, Taeyong, soy un adulto ahora —el omega dijo limpiándose las comisuras, dejando a un lado el resto de la hamburguesa—estos juegos...—señaló alrededor—si no vamos en serio entonces no pretendas que enfoque mi corazón en ello, esta—dijo muy seguro—es la parte en la que me rompes el corazón. 

El alfa deslizó la lengua por su boca, empujando contra su mejilla, se levantó del sofá y fue a buscar su abrigo—¿me voy? —preguntó cuando estuvo en la puerta. 

—eso lo decides tú. 

—no quiero irme, no quiero que terminemos—aseguró con los ojitos cristalizados y un nudo en la garganta—pero no puedo darte lo que quieres—Taeyong dijo. 

—no es que no puedes, no quieres y existe una gran diferencia entre esto o esto—gruñó el omega de manera impotente—¿por qué crees que debería quedarme contigo cuando no quieres darme nada de lo que deseo? dijimos que enfrentaríamos esto juntos, pero no es tan fácil como eso—susurró mordiéndose el labio inferior para contener el llanto—seria más fácil si pudiera sentir que me amas, pero no lo siento así, no quiero vivir así por el resto de mi vida, estás actuando como si yo te estuviera echando de mi vida, pero no es así, no tengo más espacio en tu vida salvo que cuando tienes ganas. 

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