76«Tortura»

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La oscuridad de la noche se volvía mi compañía de niño, en algún momento de mi niñez me gustó, pues las estrellas en el cielo parecían brillar aún más si las luces de alrededor estaban apagadas.

Pero entonces las cosas se volvían más oscuras a medida que iba creciendo. Mamá soportaba golpes, insultos y muchas cosas más para evitar que me lastimara. Papá se volvía violento con el alcohol y casi todas sus peleas eran por mi culpa.

Debo entrenar más.

Debí hacer mejor ese giro.

Debí ser perfecto.

Él me entrenó varios años para poder llegar hasta donde estoy ahora, pero el dinero comenzaba a cegarlo y en cada competencia que perdía, las cosas se volvían más violentas.
Los golpes eran constantes, las dietas estrictas y mi madre se estaba cansando de todo eso.

Mamá también había cambiado su forma de mirarme, ya no me defendía de los golpes y dejaba que las luces de las velas se consumieran por completo en la oscuridad, dejaba que mi llanto se camuflara en el silencio hasta dejarme en una completa soledad.

—Es tu culpa. —dijo mi padre. —Tu madre te odia, eres el culpable de que estemos así.

Mamá se cansó de ser golpeada por mi culpa, así que dejó de defenderme. También dejó de almorzar y cenar con nosotros porque no soportaba ver mi cara.
Cuando cumplí la mayoría de edad me mudé, a una enorme casa porque así quería y podía.

Las luces permanecían siempre prendidas pero parecía oscurecer cuando las cartas volvían a terminar debajo de mí puerta.
Era algo de lo que no podía deshacerme.

Le gustaba molestarme, le gustaba mi dinero y muchas veces usaba a mi madre para manipularme, por supuesto que al final siempre conseguía lo que quería, pero la suma de dinero se iba volviendo cada vez más grande al pasar de los meses.

—¡Tú madre lo necesita!.

Mamá estaba bajo una fuerte depresión, no sé si por el simple hecho de soportar todo eso, o porque terminé dejándola con su peor pesadilla. Así que el peso de la culpa se presentaba todas las noches y terminaba por enviar una gran suma de dinero para poder sentirme menos culpable.

Pero siempre volvía al lugar donde nací, donde todo empezó.

—¿Trajiste el dinero?.

—Si.

—¿Cuanto es?.

—¿Acaso no sabes contar?, es lo que me pediste, ¿necesitas algo más o ya puedo largarme?.

Aprendí a duras penas, que hablarle de ese modo no me volvía superior. Si no que lo convertía en una bestia.

—¿Cuanto es?.

—L-lo que pediste, todo esta ahí.

Ladea su cabeza hacia un lado.

—Has cambiado. —Dice. —He visto las noticias últimamente.

No.

Por favor no menciones nada del tema.

—¿Cómo está tu chico?.

Mi chico...

... Mi chico.

—Oh, ya veo. —Una risa rasposa sale de su boca. —Al final tenía razón, ¿te dejó?, te dije que tarde o temprano ese chico terminaría por dejarte, siempre lo arruinas todo,debí... debí dejar que te pudrieras con tu madre en la calle, después de todo, ni siquiera eres mi hijo.

Mi respiración se detiene.

—¿Cómo está mi madre?.

—Se largó. —Otra risa sale de él. —Dijo que ya no soportaba escuchar tu voz y todas las veces que te nombro. Realmente la has hartado.

Mi corazón se hace pequeño.

—Al final terminaras como yo, solo, en una gran casa viviendo en la oscuridad. —Hipo. —Por eso somos padre e hijo.

Pero si acaba de decir que...

Tengo que salir de aquí.

—¿Te vas tan pronto?.

—Debo descansar.

—Yo aún no comienzo contigo, Seungmin.

TURN ME ON / SEUNGCHAN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora