UN MALENTENDIDO, UNA REPUTACIÓN QUE MANTENER Y UN TRATO QUE ACEPTAR.
Candace siempre lo ha tenido todo, hasta que un día decide cambiar su estudiada rutina y toda su vida se ve envuelta en un sinfín de cambios. Encuentra a su novio en la cama con ot...
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Felipe
—Es cierto que no tienes mucho —reviso bien todos los muebles de la amplia cocina que están prácticamente vacíos— ¿Se puede saber que has estado comiendo estos días?
—He comido fuera —se encoge de hombros.
—Podemos hacer pasta, he visto algunos espaguetis y tomate.
—¿Pasta por la noche? —niega con la cabeza— ¿Sabes cuántos carbohidratos tiene eso?
Alzo una ceja y me cruzo de brazos. Si se viera del mismo modo que la miro yo no diría tantas estupideces. Candace está perfecta, su cuerpo es una obra de arte, y un plato de pasta no va a hacer que cambie de opinión al respecto.
—Vale... —suspira ante mi silencio— Pero no voy a comer algo tan cutre como pasta con tomate y nada más.
—Volcán, no sé cocinar, puedo intentar algo más, pero dudo que...
—Quita, anda —me da con la cadera— No sé qué has hecho todo este tiempo sin mí.
—Ni yo... —digo sin pensar.
—Creo recordar que tengo algo de carne.
—Albóndigas —aclaro— O al menos eran unas bolas de carne.
—Delicatesen de carne —aclara como si no fuera lo mismo que unas albóndigas de toda la vida— Manos a la obra, pinche, vamos a preparar una cena digna de un premio Michelin.
Candace me coloca un delantal por la cabeza y me lo ata por la espalda. Se pone uno a juego y comienza a sacar todo tipo de recipientes y los coloca sobre la isla en perfecta armonía.
—¡Alexa! —alza la voz— Pon música.
Por los altavoces comienza a sonar "Quiero quedarme para siempre" de La la love you y Renee. Me va dando órdenes con todos los pasos que tengo que ir siguiendo mientras mueve las caderas despreocupada. Me concentro en picar un poco de cebolla en trozos pequeños tal y como me ha indicado, intentando no mirar su cuerpo al moverse o lo relajada que parece mientras prepara la salsa que acompañará la pasta.
Se recoge su larga melena en un rápido recogido mientras tararea la letra de la canción perdida en su mundo.
—Pero contigo es diferente cuando te quedas a dormir, porque te miro y de repente quiero quedarme siempre así —canta bajito.
Se mueve por la cocina con destreza, no imaginaba esta faceta suya, y me sorprende que prefiera mostrar su otra cara antes que la que me muestra día tras día, este lado divertido, despreocupado y natural que tan loco me vuelve.
Dejo el cuchillo en la encimera, porque sinceramente, no me apetece quedarme sin dedos, y ahora mismo no puedo hacer nada más que mirarla, observar cada uno de los detalles de su rostro, de ese gesto que hace siempre al concentrarse y marca una pequeña arruga sobre la ceja, o al sutil movimiento de caderas que sigue al ritmo de la canción que suena a todo volumen por la casa.
