30. SOLO HE PENSADO EN PONERTE A SALVO

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FELIPE

La están agobiando.

No la dejan respirar. He visto su cara de pánico. Cómo buscaba ayuda con la mirada. He observado como se tensaba su cuerpo y cómo escondía las manos temblorosas bajo el vestido. No he podido evitarlo. Simplemente he dejado de pensar y he cruzado toda la alfombra intentando esquivar a los presentes hasta llegar a ella.

No sé de dónde he sacado esta velocidad, o como he conseguido esconder mis miedos y salir frente a todos, pero me alegro de haber hecho ambas cosas y de poder haber llegado a tiempo para sujetar a Candace entre los brazos y evitar su caída.

Mis brazos rodean su cuerpo y se tensa en cuanto la toco. Su cabeza se gira lentamente y se relaja en cuanto comprueba que soy yo. Sus ojos brillan de una forma especial provocándome una sonrisa.

—¿Tenías que formar este espectáculo para conseguir traerme frente a las cámaras? —me burlo.

—Ha funcionado —ríe.

Me agacho hasta el final de su vestido y le ayudo a desenganchar el fino tacón que se ha enredado con uno de los recortes.

—Listo.

—Sácame de aquí —me ruega.

Miro hacia el frente y tan solo veo un fogonazo de luces blancas que me ciega por unos segundos hasta que consigo pestañear.

—Han terminado las preguntas.

Envuelvo mi mano con la suya y tiro de ella hasta sacarla de la alfombra y de la curiosa mirada de todos. He sentido el calor de los focos y los flashes en los pocos segundos que he permanecido, y con solo eso me ha bastado para saber que no lo soporto, y que jamás podré acompañarla frente a las cámaras.

Me mira en silencio cuando dejamos atrás la alfombra y reina el silencio. Está temblando. Probablemente sea de frío, pero algo me dice que hay algo más.

—¿Estás bien?

—Gracias —asiente con la cabeza.

—Estás temblando.

—Nos han fotografiado juntos —confirma mi teoría.

—Lo sé... —suspiro.

—¿No te importa?

—Solo he pensado en ponerte a salvo.

—¿Por qué? —me mira de una forma extraña.

—Porque me importas —suspiro— He visto varios casos de ansiedad por pánico —paso el pulgar por la palma de su mano que aún sostengo— Tranquila, nadie se ha dado cuenta.

—Esto se me da bien, ¿sabes? —suelta mi mano— Llevo años practicando. Salgo, pongo mi mejor cara, respondo todas las preguntas con una dulce sonrisa y todos parecen contentos.

Amor con fecha límite #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora